Entre 2019 al 2022 hubo un 20 por ciento de este estrato social que cayó en la pobreza

La clase media no logra sobrevivir

Según un informe de la UCA, seis de cada diez chicos que pertenecen a este nivel socioeconómico necesitan ayuda alimentaria para poder sobrevivir. Ese mismo porcentaje de menores en la Argentina están privados en el ejercicio de al menos un derecho.

En la Argentina entre 2019 al 2022 hubo un 20 por ciento de la clase media que cayó en la pobreza. El dato que impacta de lleno en un sector social que siempre fue pujante demuestra que nadie se ha escapado a la situación económica que atraviesa el país.

Pero esta cifra no es la única: La pobreza monetaria entre los niños y adolescentes se ha elevado por encima del 60% entre el 2020 y el 2022, mientras que la indigencia se ubica por encima del 10%.

Los datos se desprenden del último informe realizado por el Barómetro de la Infancia del Observatorio de la Deuda Social Argentina en la Universidad Católica Argentina (UCA).

Con el nombre “Retorno a la senda de privaciones que signa a la infancia argentina” se analizaron las deudas sociales con la infancia que se retrotraen a los niveles prepandemia, marcando lo estructural de las carencias y desigualdades sociales que condicionan su desarrollo. El estudio se basa en una encuesta que llega a 5860 hogares y 4816 niños en todo el país.

“Los sectores de niños con padres con niveles educativos secundarios, completos o más, están teniendo que bajar en términos socioculturales sus expectativas. Y lo hacen con lo más preciado que tienen, que son sus hijos”, dijo a La Prensa la socióloga Lanina Tuñón coordinadora del estudio del Barómetro de la Infancia que fue redactado junto al investigador Nicolás A. García Balus, Juliana Inda y Carolina E. Martínez, Becaria CONICET. También participaron Juan Bonfiglio y Julieta Vera, a cargo de la construcción de indicadores de pobreza y hábitat.

Cabe resaltar que el estudio divide en dos a la clase media y la clasificación no responde por nivel de ingresos. “Las clases medias altas son el 25 por ciento superior. Son, en general, sectores de educación secundaria completa o más, que tienen niveles profesionales y no profesionales, mientras que el otro sector responde a las clases medias populares”, destacó la investigadora.

Uno de los puntos relevados en el informe es la pobreza multidimensional, que abarca a los menores desde los 0 hasta los 17 años. Sobre este punto se señala que “seis de cada diez niños en la Argentina están privados en el ejercicio de al menos un derecho y que casi dos de cada diez en forma severa”. Este indicador global abarca alimentación, vivienda, saneamiento, salud, información y estimulación/educación.

Este apartado del informe se mantiene muy estable con una leve tendencia a la merma, y se ubica en 2022, en un 61% (un 19,4% experimenta privaciones de derechos graves). En el último período interanual 2021-2022, se registran mejoras en salud y acceso a la información (internet), y retrocesos significativos en la dimensión de la educación.

ALIMENTACIÓN

Entre los principales datos que desprende el informe en materia de alimentación se indica que el aumento de la asistencia alimentaria creció del 2020 (46,5%) al 2022 (59,3P) un 12,8 por ciento lo que permitió evitar un incremento de la cantidad de menores con inseguridad alimentaria. Aun así, la inseguridad alimentaria sigue afectando a más del 30% de los menores en 2022 lo que se traduce a 4,2 millones de chicos. Dentro de esta cifra hay un 12,3%, es decir, 1,6 millones de niños, que tiene inseguridad alimentaria severa.

Otro punto relevante es que la cobertura alimentaria directa e indirecta se ha incrementado de modo relevante y en particular en las infancias de clase media baja que también han sido afectadas por la pobreza monetaria. Así, de 2020 al 2022 subió un 29,2 la cantidad de familias de clase media que reciben ayuda alimentaria directa o indirecta.

“Llegamos a tener niveles de ayuda alimentaria en seis de cada diez chicos de la clase media en la Argentina. Lo cual habla del nivel de empobrecimiento que están teniendo ese sector y el impacto mucho más notable que tiene en las infancias, que en general siempre es así. Cuando vemos los valores de pobreza, los valores de indigencia, siempre en los niños el impacto es mucho mayor por su fuerte concentración en los sectores sociales más vulnerables. Lo que es novedoso de esta coyuntura de estos últimos años es el incremento de las ayudas y de la protección social en los sectores medios, la infancia de la clase media, que lo vamos a ver acentuado cuando se observa también el indicador de pobreza, el otorgamiento de la asignación universal por hijo y otros planes sociales”, afirmó Tuñón.

INGRESOS E INFLACION

Muchas de las barreras para el desarrollo se suelen vincular a la situación de pobreza de los hogares con menores. El déficit de acceso a recursos económicos de los hogares incide con gran peso a la concreción de una mejor calidad de vida.

Según el informe de la UCA, la pobreza monetaria en la población de los niños, niñas y adolescentes asciende en el segundo semestre de 2022 al 61,5% (8,2 millones de niños), y dentro de esta población se estima que 13,1% (1,6 millones) son indigentes.

Por otra parte, “se estima que, en 2022, la AUH y otras transferencias han llegado al 49,8% de la infancia y adolescencia, alcanzado niveles más elevados que en la prepandemia, e incluso que en la pandemia”.

Asimismo, en un contexto de tanto nivel de inflación, se nota que en los últimos años el aumento de los niveles de cobertura para responder a la situación en que nuevos sectores sociales cayeron en la pobreza a partir del 2020. “En el 2020, sectores medios van a comer a los comedores, van a retirar su caja de alimentos de las escuelas, cosas que antes no había ocurrido y que cambia la estrategia de sobrevivencia. ¿En qué sentido? Que los sectores medios, aun cuando recuperaron sus fuentes de trabajo y sus fuentes de ingresos, aprendieron que parte de sus gastos en alimentación los pueden subsanar a partir de ayudas alimentarias en comedores comunitarios o recintos escolares. Evidentemente, los hogares no tienen como único gasto la alimentación, sino que tienen otros, con lo cual hubo un efecto aprendizaje de los sectores medios y hoy es difícil que esos sectores medios se retiren de las ayudas del Estado con niveles de inflación como los que tenemosl”, resaltó la investigadora y agregó: “En consecuencia, de alguna manera, en las estrategias también hay un proceso de empobrecimiento a las clases medias”.

Sobre este punto, Tuñon insistió: “Me interesa que lo vuelvan a ver por nivel socioeconómico, porque nos permite volver a ver este empobrecimiento de las clases medias. Ven cómo se incrementa de modo significativo en los últimos años la protección social a las infancias en las clases medias. Que guarda correlación con lo que habíamos visto antes de las ayudas alimentarias. Es decir, que lo veamos por donde lo veamos en términos de protección social, nos da cuenta de cómo los niños de las clases medias son los nuevos pobres dentro de la infancia. Sujetos de protección a través de ayudas alimentarias, sujetos de protección a través de transferencias de ingresos”.

EDUCACIÓN

En los últimos años, tras la pandemia, se registra un incremento de la escolarización en el sector estatal de la educación. Dicha cobertura entre los 6 y 17 años se ubica en un 83,5 %. “Ese incremento de la escolarización pública también tiene como rebote el aumento de las ayudas alimentarias en los espacios escolares, porque el niño que va a una escuela pública recibe la ayuda alimentaria, igual que un niño pobre de esa misma escuela. Entonces ahí estamos focalizando en ayudas alimentarias en espacios escolares, que estos chicos de clases medias altas no las recibían y los empiezan a recibir a partir de su mutación a la educación pública”, resaltó la especialista en sociología infantil y estudios sobre pobreza en la Argentina.

Por otra parte, del informe se desprende que “se destaca una mejora del déficit en la enseñanza de computación e idioma extranjero entre 2019 y 2022, de 11,7 puntos porcentuales y 6,4 puntos porcentuales, respectivamente. No obstante, el nivel del déficit se ubica muy por encima del valor 2019 (12 puntos porcentuales y 6,8 puntos porcentuales, respectivamente). Asimismo, se registra un incremento significativo de la desigualdad social. Es decir, que el retorno de estas ofertas educativas en la educación primaria no ha sido equitativo y profundiza las desigualdades sociales”.

Un comentario aparte, señala la situación ocurrida en el período 2020 y 2021 cuando los chicos no podían repetir de grado. “Lo que vemos ahí es una merma del déficit, que en realidad es engañosa, porque lo que ocurre es que no podíamos medirla de la misma manera, porque el sistema no estaba produciendo repitencia. Pero en el 2022 se normaliza. Quizás es un indicador, no por lo que significa en sí mismo, sino porque es una aproximación a los problemas de desigualdad y a cómo ciertas situaciones de déficit se vuelven más estructurales. Acá tenemos varios indicadores. Por un lado, tenemos la problemática de no lograr la meta de doble escolaridad en la Argentina. Teníamos que llegar al año 2010 por lo menos a un 30 por ciento de chicos en escuelas de doble jornada, priorizando los sectores más vulnerables de la Argentina. Sin embargo, hoy en día más del 90 por ciento de los chicos van a simple jornada en la escuela primaria de la Argentina. No hemos avanzado nada con eso”, resaltó la educadora.

SALUD

Con respecto a la dimensión del déficit en la salud se perciben tres categorías en el estudio: Cobertura de salud, consulta un médico y un odontólogo en el último año. Así, de los controles de salud se ha retornado a los valores prepandemia (18,4%), y en el caso de los controles de la salud bucal se mantienen niveles algo por encima de los observados en la prepandemia (44,9%). “En los últimos años se perciben indicadores que en general son muy estables. Vemos entre el 2011 y el 2019, mucha estabilidad, pero nos da cuenta de que más del 50 por ciento de los chicos dependen del servicio estatal de salud. No tienen obra social, mutual o prepaga, lo cual no es un déficit en sí mismo, pero sí es un desafío importantísimo para los estados que se incrementa de modo significativo en los últimos años”, explicó Tuñon.

Luego agregó que: “Tenemos el déficit más bajo de dos de cada diez chicos, que son los que de manera estructural no solían ir a un médico a una consulta médica a ninguna en el transcurso de un año. Y como este indicador se dispara en el 2020, en el contexto del ASPO Covid, llegando al 30 por ciento y progresivamente va recuperándose hasta los niveles históricos. En el 2022, llegamos a los niveles del 2019”.

Mientras que la merma del déficit fue similar por estratos sociales en el caso de los controles de salud, en el caso de la salud odontológica se advierte un incremento significativo de la desigualdad social (pasa de 23,3 puntos porcentuales en 2021 a 28,8 puntos porcentuales en 2022). Es decir, que los niños y niñas y adolescentes de las clases medias altas han retornado más rápidamente a los controles de la salud bucal que los más vulnerables.