Páginas de la historia

Cómo nacieron los idiomas

El lenguaje constituye uno de los elementos que diferencia al hombre, de los animales. Hay actualmente en el mundo estimativamente, unos 7.000 idiomas diferentes.
El más hablado es el chino mandarín. Lo utilizan más de mil millones de personas. El lenguaje escrito más antiguo que se conoce, es el sumerio, que apareció en la Mesopotamia –en el Continente Asiático- hacia el año 3500 de la era anterior. El sumerio nadie lo habla hoy.
Y el idioma viviente más antiguo –además repito de ser el que más personas lo utilizan- es el chino, que tiene unos 4.000 años de vida. (Viene desde el año 2.000 de la era anterior).
En la antigüedad, según la Biblia, todos hablaban el mismo lenguaje, hasta que vino el Señor y los esparció por la tierra. Después ya no pudieron entenderse entre sí. Y al ir naciendo idiomas, fueron muriendo hermandades… Más de 500 millones hablan el idioma inglés que es el lenguaje oficial de más cantidad de países en el mundo y el más popular en nuestro planeta. Se habla en Nueva Zelanda, EE.UU., Australia, Inglaterra, Zimbawe, Hong-Kong, Sudáfrica, Canadá, etc.. Un número parecido el hindustaní en la India.
Unos 400 millones se expresan en castellano. Los encontramos mayoritariamente en Sudamérica, y en América Central. Un número de 300 millones aproximadamente, habla el ruso. Y no sólo en Rusia, naturalmente, sino en Kazajstán, Bielorrusia y países cercanos.
250 millones hablan el idioma árabe. Así se expresan en Arabia Saudita, Kuwait, Irak, Siria, Jordania, Líbano, Egipto, etc.. Y también millones de hombres de religión musulmana, en otros países.
Suelen ser muchos los factores que separan a los hombres: la incomprensión, las fronteras, las ambiciones territoriales. Y en este terreno juegan, en alguna medida, la diferencia de idiomas.
Una teoría, avalada por muchos científicos, entendía que la dispersión del hombre primitivo, en busca de alimentos, o empujado por circunstancias climáticas, lo llevó a regiones distintas, con climas diferentes, cercanos o no a fuentes de agua con tierras fértiles o áridas.
Siendo nómades, todas estas circunstancias generaron en su físico y en su personalidad, diferencias que se particularizaron en la articulación de sonidos, que podían parecerse a los emitidos por los pájaros u otros animales de cada una de esas regiones.
A mitad del siglo 20, nacía en Polonia, en Bialystok una ciudad crisol cuyos habitantes llegados de distintos países hablaban idiomas diferentes, un niño llamado Ludwig Zamenhoff.
Ya adolescente, suponía que ya el lugar geográfico agrupaba hombres, pero también observaba las permanentes rencillas entre ellos. Dedujo que sólo la mutua comprensión los uniría. Pensó entonces ¿por qué todos los hombres del mundo no hablan un mismo idioma?. Y pocos años después, nacía el Esperanto. Encontró que centenares de palabras -radio por ejemplo- tenían la misma raíz en los diferentes idiomas hablados. Con una gramática fácil y pocas reglas, creó el idioma Esperanto, que se expandió por el mundo rápidamente. Se hablaba como se escribía, inversamente al inglés y al francés por ejemplo.
Aunque el Esperanto fue perdiendo adeptos aún hoy se habla. Y hay periódicos y escuelas que lo enseñan. No se logró el ideal de su inventor: un idioma común para todos los hombres del mundo. Pero ese joven polaco, sembró una luz que el devenir del tiempo no logró apagar.
El origen de las diferentes lenguas en la especie humana, ha sido un tema debatido por muchos eruditos a través de los siglos sin resolverlo. Tengamos la esperanza que los avances en genética, psicología, lingüística y antropología sean capaces de dar una respuesta. Una teoría sobre el origen, aceptada por muchos científicos es la de la Monogénesis: (de mono: único, y de génesis: origen), nos dice que en el pasado todas las personas hablaban una lengua común, y por causas culturales, geográficas, sociales, físicas, o espirituales, la lengua fue cambiando.
Un hecho curioso es que los lenguajes escritos más antiguos que nos han llegado, suelen ser los más difíciles y complicados. Es de todos conocido que el griego clásico es más difícil que el griego moderno; el latín, más que el castellano, el francés o el inglés; y el chino antiguo, mucho más que el chino moderno.
El fracaso de arqueólogos, lingüistas y antropólogos, ha llegado hasta el presente. Se ha olvidado que comprender ya es ayudar. Tengamos rigor para los actos de los hombres, pero indulgencias para los hombres. Aprendamos que la fortaleza se muestra más en la comprensión que en la fuerza.
Y no pretendamos modificar al hombre, sino comprenderlo. Aunque la igualdad idiomática parecería una utopía, quizá podría reemplazarse con el simple hecho de comprender al prójimo.
Sí, comprender. Sólo diez letras. Y salvarían al hombre…
Y una de las formas sería que los hombres del futuro, encuentren la posibilidad de un idioma común para todos los hombres del mundo. Este hecho nos acercará a millones de desconocidos que ya no serán desconocidos. Mantengamos ese verdadero sueño diurno que es la ilusión.