Siete días de política

La Corte ocupa el espacio que dejó vacío la oposición política

Se equivocó Alberto Fernández al decir que el alto tribunal adecuaba sus fallos a las necesidades de la oposición; la Corte es la única oposición efectiva frente a los abusos de poder.

El oficialismo está en retirada en medio de una crisis inflacionaria para la que no tiene respuesta y que le ha provocado una parálisis política terminal. Los gobernadores que separaron las elecciones en sus distritos de las presidenciales acertaron en tomar distancia de Alberto y Cristina Fernández. Las urnas lo prueban mejor que cualquier encuesta.

 El peronismo ganó el domingo en La Rioja y Misiones como si en esas provincias no hubiera inflación y tiene amplias chances de repetir la experiencia hoy en Tierra del Fuego, La Pampa y Salta. No podrá hacerlo, en cambio, en Tucumán y San Juan porque la mayoría de la Corte Suprema frenó las pretensiones reeleccionistas de los caudillos locales Juan Manzur y Sergio Uñac. Pero se trata de una situación transitoria. Cuando ambas provincias vayan a las urnas el peronismo volverá a ganar. La clave está en despegarse de la Casa Rosada. La estrategia es tan obvia que hasta Santa Cruz, cuna del kirchnerismo, decidió desengancharse de las nacionales y Buenos Aires evalúa hacerlo.

La oposición, entretanto, no sólo es incapaz de dar batalla electoral al peronismo, sino que ofrece el espectáculo que menos le gusta a los votantes. El de las peleas encarnizadas por las candidaturas, las zancadillas y maniobras de comité.

Juntos por el Cambio se desdibujó como opción de cambio real y retrocede en las encuestas. Nadie se muestra por ahora capaz de reemplazar el liderazgo de Mauricio Macri y en el camino a las urnas el PRO va perdiendo adhesión a manos de Javier Milei.

El problema de Juntos es, en síntesis, que no asegura el cambio; que su heterogeneidad y la falta de conducción lo han llevado no sólo a generar desconfianza entre el electorado antipopulista, sino a dejar también vacío un espacio de poder que la Corte Suprema está ocupando para furia del kirchnerismo, que intenta vanamente degollarla con un juicio político inconducente y faccioso.

Cuando Alberto Fernández o Cristina Fernández degradan o descalifican al tribunal no parecen medir la estatura política de quien lo preside, Horacio Rosatti, que en los últimos siete día les infligió una derrota política mucho más dura que la de cualquier opositor: la suspensión de las elecciones en dos provincias peronistas. Con un fallo de pocas páginas sacó de juego a los caciques provinciales, demostrando que los ataques a los jueces pueden tener consecuencias políticas desagradables; que encolumnarse con CFK en su batalla contra la Justicia que la condenó por corrupción tal vez no sea una buena idea.

A lo que hay que agregar que, en su exposición ante la AmCham Rosatti también le marcó la cancha al oficialismo en materia económica. Dijo que la Constitución que le toca interpretar contiene “las bases de un programa económico” que es capitalista y que si se lo quiere cambiar será necesario reformarla. Aclaró que el sistema capitalista exige la existencia de la propiedad privada, la iniciativa de los particulares y de la competencia. En términos políticos: sacó pecho.

Como si con eso no alcanzase cuestionó además la emisión monetaria descontrolada y les recordó a los presentes que la Constitución obliga a defender el valor de la moneda. Poco faltó para que en un rapto de entusiasmo la platea pidiera “todo el poder a la Corte”, como en la histórica marcha para exigir el fin de la dictadura militar de 1943-1945, sumida por entonces en una retirada caótica. La circularidad de la historia es lo único que no cambia.

Por otra parte, la apelación “a los valores” del presidente de la Corte y su declaración de que la mayoría del tribunal no había llegado a la función pública para “hacer nuevos amigos” muestra un discurso y una estrategia que desdibuja tanto el sentido como la necesidad de Juntos por el Cambio.

El encono y los ataques de Cristina Kirchner o Alberto Fernández contra el tribunal  no hacen más que fortalecer el rol opositor de los jueces. Los cuestionan políticos con una imagen pública negativa del 65% ¿qué más pueden pedir?

Así, la dinámica de la situación fortalece al trío Rosatti-Rosenkrantz-Maqueda, mientras la dirigencia partidaria opositora pierde terreno. Cualquiera sea su candidato, entrará al último tramo de la campaña debilitado por el desgaste de una interna descontrolada.

En ese plano nadie cree en las cumbres, las fotos con besos y las declaraciones de compromiso. En la Ciudad de Buenos Aires no hubo acuerdo sobre la candidatura de María Eugenia Vidal y Macri insiste con su primo Jorge, mientras Horacio Rodríguez Larreta quiere entregarle el distrito a los radicales. En provincia tampoco hubo acuerdo y la división sólo favorece a Axel Kicillof. El desorden y las divisiones son la norma por una disputa entre Macri y Rodríguez Larreta que sigue fuera de control.