13 de mayo: Virgen de Fátima

 ¡Cómo no recordar hoy el mensaje de conversión, penitencia y oración manifestado por la Virgen en Fátima si nuestro mundo está necesitado de todo aquello que de allí recibimos, si nuestra época está urgida de cuanto entonces se indicó como valioso  y nos llegó como revelación privada aprobada por la Iglesia!

En 1917 fueron las apariciones cuando estaba en curso la primera guerra mundial, año en que Lenín triunfaría en Moscú, en que la declaración Balfour crearía el protectorado británico en Palestina; año también en que se organizaría en Roma  aquel desfile por el bicentenario de la fusión de las logias de Londres que tanto impresionó a San Maxililiano Kolbe, protagonista de ese acontecimiento. Es decir, un año muy movido y de asuntos importantes en marcha.

De una pequeña aldea al mundo entero.

Fátima poseía entonces 2500 habitantes y los pastorcitos eran de Aljustruel, un poblado cercano de unas treinta familias donde se encontraban Lucía y los dos hermanos  Francisco y Jacinta. Los niños poseían respectivamente diez, ocho y siete años. Ellos, los videntes, fueron preparados por el ángel de Portugal en 1915 y luego recibirían seis apariciones desde el trece de mayo al trece de octubre de 1917.

¡Cómo no admirarnos de aquellos niños que recibieron un mensaje densísimo que incluía la visión misma del infierno, el anuncio de persecuciones, aniquilación de naciones y de una guerra mundial peor que la que estaban sufriendo, y que no claudicaron en dar testimonio de lo recibido aunque el alcalde los hubiese amenazado de muerte, de “quemarlos vivos.”!

¡Cómo no asombrarnos con Francisco y Jacinta quienes luego de una vida breve y sufrida ya son santos, de Lucía y de su larguísima existencia terrena (muere en 2005) para que a través de ella se difundiera la devoción y culto al Corazón Inmaculado de María salvándonos así del abismo: “mi corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a mí”, le había manifestado la Virgen a ella y a nosotros por extensión!

Hoy se registran innumerables conflictos, matanzas y guerras siendo muy preocupante la que se debate entre Rusia y la OTAN con teatro de operaciones en Ucrania, En Fátima, 1917, Rusia está  mencionada varias veces sea porque se pedirá su consagración al corazón inmaculado de María que de hacerse traería al mundo un tiempo de paz, sea porque de no hacerse, ésta (Rusia) esparciría por el mundo sus errores promoviendo guerras y persecuciones contra la Iglesia. Luego, en 1929, en Tuy le sería indicado de modo preciso a Lucía cómo debería hacerse dicha consagración.

Como es sabido Kiev, la capital de Ucrania, es la primera Rusia, o la cuna de Rusia, ya que allí a orillas del Nieper fue bautizado San Vladimir en el 999; las guerras poseen un aspecto calamitoso, esta guerra fratricida entre rusos y ucranianos también.

¡Cuánto urge a insistir en la plegaria ya que la oración aleja las guerras, cuánto urge  invocar a la Virgen con el rezo diario del rosario pidiendo por la paz como lo hicieron los pastorcitos en la primera guerra mundial  y clamando a Cristo “Príncipe de la paz”!

El milagro del sol de octubre del 1917 ante setenta mil personas fue un milagro anunciado, la Virgen se los había anticipado y por eso aquella prensa escéptica y agnóstica acudió con sus máquinas fotográficas para registrar el fracaso y el colapso de las “falsas apariciones” y, ¡cómo no asombrarnos que fueron ellos mismos quienes difundirían por doquier un milagro inmenso!

Oraciones de Fátima para recordar:

“Oh Jesús mío, perdonas nuestras culpas, presérvanos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia”, plegaria enseñada por la Virgen a los pastorcitos luego de la visión del infierno para rezar entre misterio y misterio. Oración que con notable realismo nos pone ante el drama de salvación o perdición, que de un modo u otro, se debate en cada existencia humana.

«Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman» Plegaria enseñada por el ángel de Portugal que va al corazón de la vida religiosa, a la vida teologal.

«Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los que Él es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores».

Esta oración también les fue enseñada por el Ángel de Portugal y a nosotros esta plegaria  nos ayuda a adoptar una actitud de profunda reparación y desagravio ante ciertas noticias que nos llegan a diario.

¡Qué no pase este 13 de mayo sin acordarnos del mensaje y de las oraciones sustanciosas de Fátima!

Pablo Sylvester, sacerdote.