La ciencia detrás del almacenamiento de semillas

Por Cynthia Almeida (*)

La ola de calor del último verano, junto con la falta de precipitaciones, impacta negativamente en diversos sectores, entre los cuales destacan las empresas productoras de semillas (girasol, calabaza, nueces, entre tantas otras). Ante esta difícil situación, se estiman pérdidas en torno a los 2.500 millones de dólares, según precisó un informe realizado por CREA.

En el país hay más de 2.600 empresas que se dedican a la producción de granos concentradas en su mayor parte en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Las empresas semilleras desarrollan una amplia variedad de acciones: desde mejoramiento de especies vegetales, pasando por el desarrollo de biotecnología hasta la multiplicación, producción y distribución comercial.

En este sentido, la ciencia detrás del almacenamiento de granos se ha convertido en un factor esencial para los productores, sobre todo en tiempos en que aguardan mejores condiciones para liquidar exportaciones. Mención aparte, no es extraño que se considere a los silos y silobolsas como la caja de ahorro del campo. Si bien, a simple vista, parecieran ser lo mismo, existen diferencias entre estas herramientas de acopio, que no solo consisten en la capacidad de almacenaje.

La importancia de la utilización del nitrógeno en la conservación de granos

Es un hecho que la industria mundial de granos tiene el desafío de controlar las plagas en los granos almacenados, que causan alrededor del 15-20% de las pérdidas anuales, con casos que llegan hasta el 50%. Los roedores, insectos y ácaros son algunas de las principales amenazas para su posterior comercialización.

Según las necesidades de cada cultivo y los usos que se les dé posteriormente, los productores han evaluado la sustitución del aire atmosférico por gases como el nitrógeno, que le dan mayor durabilidad y estabilidad al producto durante su almacenamiento. En otras palabras, la utilización de este gas permite eliminar la humedad presente para preservar la frescura y el estado de la semilla durante el período de conservación. Además, la generación in situ ofrece la posibilidad de eliminar los costos de contratos con terceros y reducir la huella de carbono propia del uso de transporte.

Dentro de un silo pueden encontrarse distintos tipos de tecnologías para la medición y el control de la atmósfera en la que se conserva la materia prima. Entre ellas, las soluciones destinadas a la generación de gas in situ. El reemplazo del oxígeno, que provoca oxidación y promueve el desarrollo bacteriano, por nitrógeno ayuda a matar algunas de las plagas en los granos almacenados y mantener la calidad, incluido el sabor, color o la textura, atributos importantes en legumbres y frijoles, por ejemplo. Por otra parte, la aplicación de este tratamiento tiene como objetivo prevenir el riesgo explosivo por fricción de partículas presentes en el polvo.

Recurrir a la generación de gases in situ en la agroindustria, especialmente en el almacenamiento, ayuda a preservar mejor los recursos y no desperdiciarlos. Al mismo tiempo, un seguimiento adecuado de factores tales como la presión, la pureza y el volumen del gas permite anticiparse a potenciales inconvenientes y optimizarlo si no cumple con los parámetros indicados para evitar el deterioro del producto.

(*) Gerente de Línea de Negocio Industrial Air en Atlas Copco