La Inteligencia Artificial nunca será humana

POR MARTIN HARY

Yuval Harari, que ciertamente es alguien a tener en cuenta: acaba de poner en alerta al mundo, con voz de profeta, sobre el peligro de la IA en la formación de contenidos de pensamiento, de tendencias que conduzcan al todo social hacia posturas unificadas, anulando por este medio las disidencias y sanos debates.

Y Harari agrega que este trend de una suerte de pensamiento único, para colmo generado por una IA, es una puerta al totalitarismo en las altas esferas de la política, en ideologías, y en el día a día una forma peligrosa de conducir el rebaño.

En suma, éste sería un camino o devenir muy antidemocrático; democracia hay donde es posible el diálogo… Pues, ¿quién marcará las líneas orientativas, los contenidos más influyentes?

Bill Gates, en tanto, ve allí un instrumento que ayudará y nivelará las posibilidades de aprendizaje, un apoyo educativo accesible a casi cualquiera, un apoyo o posibilidad de estudio que al día de hoy (particularmente en las universidades de Estados Unidos) se la pueden costear solo los económicamente más acomodados. En suma, un instrumento útil a la nivelación social… Lo cual también es una realidad.

LA HISTORIA

Toda nueva tecnología ha producido sus rechazos iniciales a la par de adhesiones fervientes. En 1825 entre Stockton y Darlington, corto trayecto a las afueras de Londres, circuló por primera vez un tren, un rudimentario convoy, el todo motorizado por una bufante máquina a vapor y esto “a la friolera de 25 kilómetros horarios”. La City londinense se vio conmovida en su británico flema y se alzaron voces de que esas velocidades iban a provocar mareos y otras graves consecuencias.

Pero volviendo a lo actual, a las objeciones de Yuval Harari y las esperanzas de Bill Gates, nos queda la sensación de que, en última instancia, la Inteligencia Artificial es un perfeccionamiento o una vuelta más de tuerca de una realidad que ya estamos viviendo, y desde hace varias décadas; que además este desarrollo y uso del ciberespacio lleva en sus pliegues el aditamento de un condicionamiento subliminar, en algunos casos adoctrinamiento, sobre el tema que sea, sea en los algoritmos que detectan las preferencias de tal o cual usuario, usando eso para inducir a tal o cual consumo, sea el tema de los trolls o influencers, o ya en el plano de ideologías varias, orquestar campañas de lo que sea y que mayormente responden a la batalla cultural del progresismo gramsciano.

LA FALLA AGRANDADA

La IA sería pues un repotenciamiento sobre una falla’ ya explotada, que es discutible y ciertamente no del todo inocua, pero ya existente.

Mientras stultitia (la estupidez de la que nos hablaba Erasmo) siga entre los hombre, y de hecho ha de seguir, no será fácil que la especie humana no se vea enredada por la red, esa “mujer araña” (como la nombra Alain Finkelkraut) que sutilmente nos atrapa.

El lado altamente atractivo que recalca Bill Gates, también encuadra en un nuevo repotenciamiento de las redes, del ciberespacio, de bibliotecas o lugares de consulta como Wikipedia – que a decir verdad tampoco son, al día de hoy, apoyos totalmente limpios, si bien de (discutible) utilidad. Queda como saldo altamente positivo de la IA todo aquello de perfeccionar diagnósticos –de lo que sea– de resolución de problemas y otras prospecciones.

LA ROBOTIZACION

Pero quizás convendría encuadrar toda esta temática del fantástico mundo de la robotización del conocimiento desde otro ángulo.

Ya en el 1700 Emanuel Kant distinguía, en esta progresión del intelecto humano y del conocimiento, algo central y de algún modo asombroso: Que el conocer no es linealmente racional. Que la inteligencia y sobre todo la inventiva no transita sólo por senderos de estricta razón lógica, que no siempre hay una progresión que, cimentada paso a paso por cadenas de causa y efecto, hayan sido el sendero por el cual la especie humana “pudo saltar de un escalón a otro”.

Kant llamó este paso de la inventiva, este paso alógico (pues tampoco era ilógico), con un rótulo conceptual hasta hoy universal (si bien, quizás, no muy bien comprendido), el del “juicio sintético a priori”.

En concreto rescató aquello de que “en ocasiones la mente se adelanta en sus conclusiones” y que éstos saltos hacia adelante “no eran explicables por senderos de razón”.

El ser humano, cuando es mentalmente ordenado, además de los senderos analíticos o del confluir de una síntesis esclarecedora, tiene este don mágico, el de la inventiva: de que se le prende la lamparita, ahí a priori, salteando la ratio analítica o de síntesis… Y en efecto este es el camino de todo invento o iluminación.

De modo similar o en paralelo, Spinoza en su Tratado de la reforma del entendimiento postula que en la observancia y el pensar debemos considerar tres escalones sucesivos: en el primero un tanteo no muy claro, aún mutilado, básicamente por medio de los sentidos; el segundo o “conocimiento de segundo género” es aquel que abrevando del primer y difuso escalón realiza composiciones lógicas y adecuadas, es básicamente el estadio en que usamos de la razón…Pero hete aquí que Spinoza nos dice que hay un tercer escalón o género del conocer, por encima de los dos primeros, y que este es el de la intuición, o mejor dicho de una “intuición superior”: (esto incluye la genialidad).

El tercer género del entendimiento no solo posibilita superar el atascamiento al que nos puede haber llevado una cadena de razonamiento, la imposibilidad lógica de llegar más allá, y así en un brinco, plantear algo distinto, otra solución creativa.

¿A qué viene todo esto de Kant y Spinoza? A que ya ellos, en tan temprana edad, se percataron de que las cadenas lógicas, el derrotero de la razón, no eran los únicos modos de que se valía el humano intelecto.

Ahora bien, la Inteligencia Artificial, si bien de un potencial tremendo (por tener toda la información necesaria, una información global y descomunal) no deja de ser un entendimiento que transita el primer y segundo género descripto por Spinoza por cadenas de pura lógica. El tercer género, el de la inventiva, quizás la pueda tantear, pero no tiene las herramientas, para decirlo con más propiedad el feeling, el olfato para, salteando las cadenas de razón, resolver el enigma.

Si esto podemos decir de la creatividad, y paralelamente la baja aptitud de la IA para esta fase, ¡qué decir de todo aquello que atañe a nuestra humanidad profunda!: los sentimientos, los afectos, las angustias, el maravillarnos, las cuestiones somáticas… en fin, todo aquello que tampoco tiene que ver con la seca racionalidad.

Y qué decir del alma. Facundo Cabral, en uno de sus cantos rememora a Pasteur y cierto planteo que un día sus discípulos le hicieron: “Maestro, hemos discado cientos de cadáveres y nunca encontramos algo que pueda insinuar el alma”. Y Pasteur les replica: “El día que muera vuestra madre partan la en mil pedazos, no creo que hallen allí el amor que ella les brindó”.

Qué decir: hay algo más, la Inteligencia Artificial es o será fantástica o terrible, pero nunca será humana…