IA: prohibir o regular, ¿esa es la cuestión?

Es parte del juego que todo avance tecnológico enfrente resistencias iniciales. Es que detrás de cada innovación hay una cadena de valor que corre el riesgo de desaparecer si no se adapta y reinventa. Sin embargo, hay que reconocer que nadie fue capaz de prever que la “luna de miel” de la inteligencia artificial y su producto estrella, Chat GPT, iba a durar tan poco.

Al entusiasmo inicial le siguió un periodo de incertidumbre e incluso de franca hostilidad: ¿no se nos habrá ido la mano? Personalidades destacadas del ámbito de la tecnología, encabezadas por Elon Musk, fueron las primeras en alzar la mano y pidieron frenar los desarrollos por al menos seis meses, en una reacción que parecía más tener que ver con una intuición preventiva que con una argumentación meditada. Lo cierto es que nadie puede saber a ciencia cierta adónde nos terminará conduciendo esta tecnología.

En el último mes se han planteado intentos menos declarativos y más concretos de empezar a regular esta caja de pandora. El más importante fue el llamamiento conjunto que los doce eurodiputados que integran la Comisión de Tecnología del Parlamento Europeo, hicieron al presidente estadounidense, Joe Biden, y a la titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para que convoquen una cumbre global que discuta los peligros de la inteligencia artificial. Desde su óptica, la IA está avanzando mucho más rápido de lo esperado: el Frankenstein ha ido demasiado lejos.

La idea de una cumbre global tiene sentido cuando se observa que hay una tendencia general de los estados a regular la inteligencia artificial. Según el 2023 IA Index de la Universidad de Stanford, un análisis de la actividad parlamentaria en 127 países muestra que la cantidad de proyectos de ley aprobados que contenían el término "inteligencia artificial" pasó de sólo uno en 2016 a 37 en 2022. En 81 países la importancia dada a la inteligencia artificial aumentó 6,5 veces desde 2016. El impacto es innegable.

La agenda legislativa parece moverse al mismo ritmo que lo hacen los incidentes relacionados con el mal uso ético de la IA. Según la AIAAIC, un observatorio independiente que monitorea estos incidentes a escala global, las controversias relacionadas con la IA han aumentado 26 veces desde 2012 (el caso más resonante en 2022 fue un video falso del presidente ucraniano Volodimir Zelensky rindiéndose). Este aumento evidencia que el uso de la inteligencia artificial está creciendo a la par que la conciencia de su uso indebido.

Ese es el vaso medio vacío. Porque la realidad muestra -y el reporte de Stanford enumera muchos casos- que los modelos de inteligencia artificial están comenzando a acelerar el progreso científico a un paso sin precedentes. En 2022 se utilizaron para ayudar a la fusión de hidrógeno, mejorar la eficiencia de los modelos matemáticos y generar nuevos anticuerpos, entre otras aplicaciones. En ese sentido, la propuesta de la Unión Europea para una cumbre global que inicie el debate de una regulación mundial es bienvenida y necesaria.