Hagan sus apuestas, caballeros

Las crisis económicas, la pobreza, las ausencias de horizontes, siempre, siempre, potencian el juego. El juego por dinero. El sueño de querer salvarse de alguna manera, a toda costa, como sea. La fantasía de pegar un pleno y acomodar la mesa. Que no falte el pan. Nuestro país, año tras año, se va convirtiendo en terreno cada vez más fértil para el sembrado de las casas de apuestas. Y el deporte en general, pero el fútbol en particular, proponen el escenario más buscado por las empresas que se dedican a la recolección de los caballeros (y damas, claro) que no paran de hacer sus apuestas. Como en el casino, pero en cada partido (de fútbol y de otros deportes).

Claro que el fenómeno es mundial. Acá, suele suceder, todo llega después. Ahora es más visible, todo el mundo sabe de qué se trata cuando se habla Codere, Bplay o Betwarrior. Ocurre que River, Vélez, Estudiantes y muchos más, lucen en el frente de sus prestigiosas camisetas, el nombre de estos auspiciantes y los futboleros e incluso los que no lo son tanto, ya saben de qué se trata. Y tanto saben, que muchos aceptan gustosos el convite. Y juegan. Y apuestan todo el tiempo, por todo tipo de situaciones. Parece gracioso si no fuera un juego que puede derivar en ludopatía (una enfermedad que se caracteriza por un fracaso crónico y progresivo en resistir los impulsos de jugar apostando dinero, según el diccionario).

Gracioso porque las instancias por las que es posible apostar parecen mentira: ya no se pone todo a ganador o perdedor. En materia de fútbol es posible apostar por quién hará el primer gol, el segundo penal, el tercer saque lateral, el cuarto córner del partido… Es así. Y así es también que ese abanico inmenso de posibilidades y combinaciones, despierta sospechas sobre los actores de las contiendas.

Pasó. No es que solo se cree que puede suceder. Ocurrió el año pasado en El Porvenir, equipo que ahora participa del torneo de la Primera D y que se vio salpicado cuando varios jugadores reconocieron haber sido sobornados por extraños para que cometieran penales, córners, tiros de esquina, todo de modo exprofeso, deliberado.

En El Porvenir se destapó un escándalo que involucró a varios miembros del equipo.

Volvió a pasar en otros partidos, con otros equipos, según trascendió. Y es posible que esté sucediendo todo el tiempo o que no, que la totalidad de los jugadores del fútbol argentino sean honestos y no se dejen sobornar para hacer un penal que podrían haber evitado o despejar una pelota al lateral y no al córner, como quizá alguien le pudo haber sugerido hacer, antes de los 15 minutos del partido (también se apuesta por el momento en que sucederá la acción). Todo puede ser.

La última noticia sobre el tema llegó desde Brasil y es un escándalo. El gobierno del país vecino anunció que la Policía Federal investigará la manipulación de partidos de fútbol para ganar dinero en las apuestas, ya que fueron procesados por la Justicia 16 personas, entre ellos siete futbolistas.

Flávio Dino, ministro de Justicia brasileño, contó que el Poder Judicial del estado de Goiás recibió una denuncia de la fiscalía que involucraba a apostadores y jugadores que se asociaban para apostar dinero en los sitios de apuestas en línea y manipular acciones y resultados de los partidos. "Ante las pruebas de manipulación de resultados en competencias deportivas, con repercusión nacional e internacional, determiné que se inicie la acción de la Policía Federal para las investigaciones criminales que están en marcha", aseguró el funcionario.

Tras semejante situación, se procesó a 16 personas, entre ellas siete futbolistas, por formar parte de mafias del juego que ganan dinero a través de sitios de apuestas, que al mismo tiempo se convirtieron en los principales patrocinadores de la actividad. Ahí el gran problema, que puede convertirse en interminable. En infinito, tal vez.

El jugador más conocido de los implicados es Eduardo Bauerman, de Santos, que fue separado del plantel por la CD del club. Un comunicado de la fiscalía informó que además de Bauerman fueron procesados y llevados a juicio Víctor Ramos, de Chapecoense, Gabriel Tota, de Ypiranga de Rio Grande do Sul, Igor Carús, de Sport de Recife, Paulo Miranda, de Náutico, Matheus Gomes, del Sergipe, y Fernando Neto, del Sao Bernardo. Tremendo.

Vitor Mendes fue separado del plantel de Fluminense.

Incluso, desde Brasil reconocieron que la investigación incluye a otros dos equipos, aunque en estos casos no hubo procesamientos, por ahora.

Sin embargo…. Fluminense decidió apartar de su plantel al marcador central Vitor Mendes por sospecha de manipulación. Y lo mismo hizo Cruzeiro con Richard, jugador que fue descubierto chateando con un apostador que le pedía que cometiera faltas o recibiera una amarilla para ganar la apuesta en los sitios online.

La Operación Penalidad Máxima fue lanzada por la fiscalía del estado de Goiás el año pasado a partir de una investigación sobre apuestas en un partido del club Vila Nova, de ese estado del centro de Brasil. En la oportunidad, el volante Romario, de Vila Nova, aceptó 30 mil dólares para cometer un penal frente al Sport por el campeonato brasileño de Serie B.

Según se supo, aún se están investigando doce partidos, entre ellos dos del Brasileirao 2022, jugados por el campeón del certamen, Palmeiras. Se trata de los compromisos ante Juventude y Cuiabá. Habrá que ver.

Mientras tanto, en algunas ligas de Europa como España, Francia e Inglaterra, los gobiernos endurecen las restricciones para este tipo de negocios, y van desapareciendo de las camisetas de los jugadores las marcas publicitarias de la industria de las apuestas. Seguramente eso no sucederá por estos pagos, al menos en el corto plazo. Una cosa es el Primer Mundo, otra lo que va sucediendo en los países subdesarrollados como Argentina o Brasil. Y por eso acá se seguirá viendo en las tribunas, como está pasando por estos días, que alguien festeje un córner o un saque de costado. Pero lo peor del caso es que será difícil saber si ese tiro de esquina o lateral fue producto de las vicisitudes del juego o se habrá generado por algún pedido expreso de un extraño.