Buena Data en La Prensa

Libertad recortada


Hoy cuando pensamos en artes, tenemos en mente, por ejemplo, un cuadro, una escultura, una partitura musical o una obra de teatro. Un antiguo griego entendía por ello al conjunto de áreas de estudio en las que se incluían humanidades, ciencias sociales y naturales. Las siete artes liberales: Gramática, Retórica, Lógica, Geometría, Aritmética, Música y Astronomía, daban al estudioso una comprensión universal y holística. Conocimientos reservados para los hombres libres, no para los esclavos.

En la cristiandad, a partir de su origen clásico se organizaron en dos ramas: el trívium y el quadrivium. Las primeras vinculadas al lenguaje y las segundas a la matemática. Eran un tipo de educación propia de las clases altas, de jóvenes de familias ricas, consideradas importantes y respetables que no tenían necesidad de dedicar su tiempo a realizar labores duras para ganarse la vida.

Como un resabio de esas épocas aún hoy se sigue adjuntando el calificativo de liberal para las profesiones que permiten a su efector desarrollar su intelecto, trabajando bajo sus propias condiciones, sin ser subordinado y utilizando su buen criterio en el desempeño profesional.

DE LA “BUENA PRÁCTICA” AL PROTOCOLO

Nadie puede negar que es oportuno y recomendable tomar en cuenta la experiencia de quienes se han desempeñado satisfactoriamente en un área del conocimiento. El obispo John de Salisbury adjudicó a Bernardo de Chartres la metáfora de los enanos a hombros de gigantes. Así es, si los pensadores que llegaron antes hicieron un progreso intelectual, bienvenido sea partir desde allí, para seguir progresando.

En las últimas décadas, la idea de “Buena Práctica” se fue incorporando progresivamente, en especial en el área de educación y se extendió a otras áreas. Una “Buena Práctica”, supuestamente, es más que una práctica buena; es la expresión de un conocimiento profesional válido, transferible y de posible utilidad para determinada comunidad. ¿pero si el objetivo de tales buenas prácticas estuviera contaminado con perspectivas ideológicas? No valerse de las denominadas “buenas prácticas” por considerarlo justificadamente inadecuado ¿sería actuar como un mal profesional? Podemos defender con justa razón que toda buena práctica será útil en tanto no pretenda invadir el criterio profesional y exceda lo que es: solo una sugerencia.

En la misma línea, en los últimos tiempos nos hemos acostumbrado a vivir entre protocolos. Indicadores que, basados en las pretensas buenas prácticas, nos dicen cómo proceder ante cada acontecimiento. Tener guías sobre cómo actuar ante circunstancias difíciles brinda seguridad, pero cada vez se deja menos espacio a los propios criterios. Llegados a este punto, podemos permitirnos desconfiar si las buenas prácticas y los protocolos para “casi todo”, bajo el ropaje de soluciones consensuadas, encubren intenciones totalitarias para que el profesional obedezca sin pensar y se convierta en una especie de efector de memorandos.

PROTOCOLO MORDAZA

La siguiente referencia puede servir de ejemplo de los muchos protocolos que están atosigando la libertad de los profesionales de la salud, la educación y el derecho, entre otros.

Con fecha 27 de abril de 2023, el Ministerio de Educación del Gobierno de la Provincia de Jujuy emitió la Resolución 5150 E, que aprueba el Protocolo para el registro de cambio de identidad de género autopercibida para integrantes de la Comunidad Educativa de todos los establecimientos de gestión estatal y privada de dicha jurisdicción.

Como marco general, el protocolo exige “Generar y trabajar explícitamente en el aula…aspectos que hacen a las orientaciones sexuales (quién me gusta) y a las identidades de género (quien siento ser) visibilizando distintas conformaciones por fuera del paradigma heteronormativo” y dice explícitamente que busca promover la diversidad.

En el anexo 1 se detallan aquellas consignas que deberán ser acatadas por los miembros de la comunidad educativa. Dice el texto: “Cuando las infancias y adolescencias manifiesten su identidad de género distinta al sexo consignado en su DNI, deberán respetarse, nombrarse y registrarse con su identidad de género autopercibida y el nombre de pila elegido”, tanto en los escritos formales como en los intercambios verbales y el trato cotidiano informal.

Es necesario saber que el enfoque afirmativo de la identidad de género autopercibida es solo uno de los modos posibles para el abordaje de la confusión de género en los niños, que la gran mayoría de los menores que presentan esta situación, abandonan la idea de pertenecer a otro género una vez pasada la pubertad siempre y cuando no se haya comenzado ningún tipo de transición, es decir, que no se le haya avalado su confusión.

La ciencia psicológica aún no ha decidido que el enfoque afirmativo sea mejor ni más efectivo ¿por qué presionar al profesional de la salud o de la educación que trabaja en las escuelas a brindar un tratamiento que considera inadecuado o pernicioso? ¿qué otra razón puede haber que no sea implantar un pensamiento único? ¿dónde queda el criterio profesional que busca analizar cada caso particular y decidir qué es conveniente?

El totalitarismo de género no deja de avanzar recortando libertades.

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