Mirador político

El mensaje de las urnas

Las elecciones realizadas hasta el domingo pasado aportaron tres datos básicos: a) prevalecen los oficialismos y los gobernadores peronistas acertaron al desvincular sus comicios distritales del nacional; b) en las provincias periféricas la opción por Javier Milei es nula o, si no lo es completamente, daña a la oposición y c) el Frente de Todos está en evidente retroceso.
Frente a este panorama una coalición opositora con un liderazgo coherente debería ver allanado su camino a la Casa Rosada, pero eso no ocurre, porque las peleas de facciones generan desconfianza. No se trata de que Juntos por el Cambio carezca de candidato. Es que tiene dos que representan ofertas electorales contrapuestas y una dirigencia que ataca a los propios y calla frente a los adversarios. Dan, en suma, un espectáculo de desorientación y belicosidad que en lugar de atraer a los descontentos con el gobierno los empuja hacia Milei u otras opciones.
El domingo los oficialismos se impusieron por amplio margen. En Misiones la rosca multipartidaria que gobierna desde hace décadas le sacó 40 puntos al segundo mientras que el kirchnerismo al que apoya en el plano nacional no llegaba a la cifra repartidora de bancas. En Jujuy ganó el candidato radical por la mitad de los votos y en La Rioja, el oficialismo peronista por un porcentaje similar. En esta última provincia el candidato de Milei le restó una importante cantidad de votos a Juntos por el Cambio.
Previamente también el oficialismo había ganado en Río Negro, mientras que en la única excepción, Neuquén, el gobernante MPN se vio derrotado ¿por quién? Por un desprendimiento del MPN. En Trelew, en tanto, Juntos por el Cambio derrotó al peronismo que manejaba el municipio desde hacía 20 años. Lo hizo por una buena relación entre la UCR y el PRO. El kirchnerismo salió tercero y el gobernador K resolvió despegarse de las nacionales convocando a comicios provinciales para julio.
El panorama no podría ser más transparente. La catástrofe económica destruyó la chances electorales del kirchnerismo y los jefes provinciales del PJ en una maniobra de autopreservación hasta ahora exitosa se hicieron a un lado de la conducción nacional de Cristina Kirchner. La oposición no podría hallarse ante un escenario más propicio, pero perdió el rumbo con una interna a todo o nada entre Horacio Rodríguez Larreta y Mauricio Macri. Empujado por la UCR y Carrió, Rodríguez Larreta quiere entregar el distrito opositor más importante al hoy radical y ex kirchnerista Martín Lousteau. Piensa además en una estrategia de gestión acuerdista y se sienta a negociar una imprescindible reforma de la legislación laboral nada menos que con la CGT. Juega a introducir en Juntos por el Cambio a dirigentes como Espert para quitarle votos a Patricia Bullrich, pero al costo de un efecto general disociador. En suma, pretende forjar su liderazgo con una batalla intempestiva y contraproducente para sus propias chances de instalarse en el poder. Se equivoca tanto de adversarios como de aliados.