Exceso de legítima defensa y justicia por mano propia

Leemos o escuchamos muy seguido, en los medios periodísticos, dos expresiones: “exceso de legítima defensa” y “justicia por mano propia”. Parece adecuado hacer algunas reflexiones sobre estos términos.
¿Cómo discernir, realmente, qué es exceso de legítima defensa? Porque una cosa es lo que dice la fría palabra de las leyes y otra cosa, muy diferente, lo que hace a aquello que llevó a que los hechos sucedieran. La ley está escrita cual si quienes habrán de enfrentarse –como víctimas inocentes que son– al accionar de los delincuentes, fueran profesionales en el uso de las armas y contaran con la templanza que ha de suponerse en James Bond o Rambo. Quien, de manera imprevista es agredido por un delincuente se hace obvio que no está mentalmente preparado para ello y, de acuerdo a lo que sus emociones y pensamientos le permitan, habrá de reaccionar. En cambio, el criminal es alguien que conoce perfectamente lo que está haciendo, se prepara para ello y, por lo tanto, debe asumir consecuencias.
Se toma como ejemplo de exceso de legítima defensa cuando la víctima de un acto delictivo salió corriendo tras el agresor y le disparó hiriéndolo –o matándolo– siendo que éste ya no representaba un peligro real para la víctima. Pensar así es ser un completo ignorante sobre los condicionamientos psicológicos que imperan en el comportamiento humano.
La víctima se defiende como puede y de acuerdo a lo que su estado mental le permite. Es una víctima en todo sentido. No se le puede pedir a la víctima inocente de una agresión inesperada que responda anclándose en el pensamiento racional reflexivo para medir –en ese momento –cuánto es legítima defensa y cuánto exceso. Y hay más, es cuándo se usa la expresión “justicia por mano propia”. Una manera absolutamente improcedente de referirse a estos casos. “Justicia” presupone un análisis previo de los hechos acaecidos de los que se determina lo correcto o lo incorrecto de cierta situación que fue investigada. ¡Ninguna víctima de un acto criminal cuándo está defendiéndose de la manera que esté a su alcance, piensa que lleva adelante un acto de justicia”!. Lo que está buscando es defender su vida, la de sus seres queridos o su patrimonio según haya sido el objeto de la agresión.
En todo caso podrá utilizarse “justicia por mano propia” en aquellas situaciones donde quien lo hace ha tenido tiempo suficiente para reflexionar con la mente calma.
Es necesario comprender que no es posible seguir pidiéndole a la víctima que, en medio de la agresión inesperada, debe comportarse con la frialdad, racionalidad y serenidad que puede esperarse de James bond. ¡Eso sólo existe en las películas!

CUESION CLAVE
Pero hay otra cuestión clave para poner sobre el tapete. Que es la pregunta de ¿por qué ocurren estos hechos en que una persona debe defenderse del delincuente de la manera que le surja ante el hecho que lo sorprende? Pues bien, la respuesta es muy sencilla: porque el Gobierno que es quien tiene la obligación de cuidar a las personas, incumple su deber. Y es un sin sentido que si las autoridades no cumplen con su tarea, quien debiera estar protegido y no lo está, siendo víctima, termine enjuiciado –e, inclusive, detenido y puesto en prisión– por haber estado en una situación que corresponde a otros hacerse cargo.
No valen aquí respuestas tales como las que solemos oír, de que faltan policías, de que no hay cámaras suficientes en las calles y todos los etcéteras que se deseen. El Gobierno, a través de sus autoridades, no cumple con su deber de dar la protección adecuada, no puede el ciudadano ser responsable, entonces, de tener que hacer algo para lo que no está formado, ni le corresponde.
Buen tema para discutir con los candidatos que se presentarán en las próximas elecciones.