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Soledades anestesiadas

“Han muerto todos los dioses… ahora queremos que viva el Superhombre, estamos desesperados, surge el ‘hombre enloquecido’” (Nietzche y comentarios de Heidegger)

Mientras en el mundo tratan de liberar todas las drogas que alimentan el comercio legal y fundamentalmente el ilegal, que la hace más potente y más barata, las enfermedades crecen, el delito aumenta y la inseguridad convive con el horror y la muerte.
A su vez aumentan cada vez más las bocas de expendio y se cancelan los discursos preventivos, como programas estables educativos desde los primeros años de vida y con la participación de adultos mayores y responsables de la crianza. También se cercena la habilitación de centros de tratamiento para pacientes cada vez más graves y con edades de iniciación que comienzan a los 12 años y que recién reciben su primer tratamiento después de varios años, ya con daños en su personalidad y en el cerebro con déficits cognitivos y retrasos escolares o directamente abandonos de la actividad escolar.
Nuevos fenómenos aparecen como el consumo intrafamiliar (entre hermanos) o entre padres, hijos y abuelos generándose una transmisión generacional de las adicciones.
Negocio redondo: prevención cancelada, escasa asistencia precoz y debacle de centros de rehabilitación. Aparece así lo que el maestro italiano L. Cancrini denominó el fenómeno de la inundación (fenómeno de consumo que crece sin diques). No hagamos prevención articulada, no fomentemos la asistencia precoz y llenemos de bocas de expendio. Pandemia consolidada.
Escuchar al otro ya parece no ser necesario en una sociedad que muestra la deshumanización creciente y la plusvalía como meta y en donde capitales legales e ilegales se enriquecen fomentando el genocidio y las enfermedades mentales más graves.
¿La salud pública? ¿Qué es eso? Escuchar los daños no es rentable. El hombre encuentra cementerios en las propias ciudades (calles atestadas de enfermos mentales, alcohólicos, desvalidos, desfamiliarizados con colchones a plena luz, pidiendo limosna, vecinos defendiéndose de bandas, etc.). Mientras la mirada del otro queda “ciega” ante tanta inhumanidad y barbarie. Nos acostumbramos al genocidio y a la intemperie.
 

NIÑOS SOLOS
Estamos generando “niños salvajes” como el misterio que devela “Kaspar Hauser”. Es el enigma que narran escritores y analistas del “Kaspar Hauser” de hoy que era la historia de aquel adolescente alemán del siglo XIX que misteriosamente muere cuyo origen es desconocido pero que creció en cautiverio y en completo aislamiento. Eso creo que nos pasa hoy y que en la teoría analítica son aquellos que crecen sin afectos y ternuras e incluso sin contacto.
En Nuremberg es encontrado un joven con una carta en la mano. Muchos lo quisieron adoptar, pero ya era tarde, ya que solo podía comer “pan y agua” y que solo podía decir dos frases “Kaspar Hauser”. Con el correr del tiempo se supo que no tuvo vínculos sociales, desconocía el lenguaje ni quienes eran sus padres. Su vida fue un misterio porque su propia existencia terminó de forma extraña siendo asesinado.
Se lo conoce en la teoría psicológica como el “síndrome de Kaspar Hauser” en que los niños crecen durante mucho tiempo sin afecto paterno/materno o incluso sin el contacto con otras personas.
Hoy hay miles de “Kaspar Hauser” que vagan por un mundo inhóspito y que ese “pan y agua” que piden para vivir son sustancias para huir a mundos imaginarios que los van deteriorando. La infancia está llena de abandonos y traumas no hablados porque el lenguaje parece estar cancelado, así como la ternura y las caricias.
Nuestra profesión es escuchar, hablar y vincularnos con alguien que no cree en nada más que en las sustancias, aún sabiendo que se va deteriorando. Voluntad ya dormida que como “zombie” vaga buscando la “pócima” mortífera pero placentera (cada vez menos placentera) por un instante.
 

PERSONAJES EN BUSCA DE UN AUTOR
Leandra, para mí, siempre fue un enigma. Lenguaje callejero, distante pero afectiva. Me acerco a ella para conocer esa historia en donde vivió así siete años en la calle. Le pido que lo escriba y lo veamos juntos. A los 13 años muere su padre de cáncer (figura muy significativa), cambian de barrio, de escuela, amigos y repite la escolaridad. Situaciones traumáticas una tras otra.
Cuando la conozco me regala un libro que había escrito el padre que era una muestra de una medicina humanísta y de gran nivel académico. Se había muerto quizás un personaje central. Ahí nos debemos dar cuenta de que los traumas en la adolescencia tienen una importancia grande (crecer hoy y adquirir una identidad es muy difícil en esta actualidad).
Queda sola, sin padre, sin casa y con un novio consumidor y con el “porro” y la cerveza como compañías. Me quedé sin las llaves de mi casa. El andaba en moto, chocamos y estuve un año sin poder caminar. Mientras tanto mi mamá no sabía nada de mí. Después llega el “nevado” a mi vida (porro con cocaína) y luego solo cocaína. Luego empieza el maltrato entre ambos y pido una “perimetral” porque la violencia era grande. Al final termina delirando y enfrentándose con la policía. Luego me enamoré de un hombre 24 años mayor que yo. Los regalos diarios eran que me traía el postre (cocaína) todas las noches. Termina muerto de una septicemia por una infección generalizada.
“Me sentí más devastada y empieza el consumo mayor y en delirio me peleo con la policía pensando que estaban en la trata de mujeres y termino en un psiquiátrico y luego entro en tratamiento con ustedes para resolver mi problema de consumo y de vida”, cuenta.
Cuando me relata leyendo todo esto llora y me dice: “Gracias”. Pudo hablar, zurcir traumas y vincularse con su sí mismo más profundo.
Cuando era un estudiante adolescente conocí a un gran profesor el Dr. Raúl Matera (neurocirujano de excepción) que siempre me decía tomándolo de L. Pirandello que “todo paciente es un personaje en busca de un autor”. Gran verdad y nosotros tenemos que tratar de develar esa novela humana que está detrás de la droga y el suicidio autoinducido.
Mauro tiene una recaída y nos llama por teléfono desde una ciudad balnearia diciendo que se toma un micro para curarse de muchas cosas. Me encontré con otra persona. Mucho más madura. Me sorprendieron sus dichos y le pedí que los escribiera.
Lo hago en reiteradas oportunidades porque al escribir hay una triple toma de conciencia: cuando él por primera vez lo narra, cuando lo escribe se vuelve a escuchar y a pensarse en contacto con su sí mismo más profundo y cuando lo lee conmigo en donde la devolución que le puedo dar lo enriquece aún más. “Me cuesta enfrentar la vida sin drogas, en mi casa con mis padres no hay comunicación, no puedo socializar con los demás, no puedo sostener mi trabajo, me siento feo, no me quiero, me cuesta creer que puedo, no me valoro como persona, siento que fracasé en formar una familia, extraño a mi hija y me siento culpable por defraudarme a mí mismo y a mi familia”. Hoy empieza a ser otro, el verdadero; su identidad va surgiendo, está creciendo.
 

LA PLUSVALÍA DEL MALESTAR
Mientras tanto en Vancouver (Canadá) se toma como un triunfo la venta libre de cocaína, crack, heroína, metanfetaminas y MDMA, justamente en un vecindario que tiene una baja prevalencia de consumo. Va a incluir un opioide poderoso como el fentanilo. El dueño ya tiene una condena penal por tráfico de cannabis. Se ampara en la constitución y contratara los mejores abogados. En el Caribe se está preparando una producción monumental de cocaína para exportar a todo el mundo y se necesitan hidrovías seguras para el mismo.