El inagotable encanto del imperio

Con ‘Roma soy soy’, Santiago Posteguillo inicia la obra que contará en seis partes la vida tempestuosa de Julio César. Habló con este diario antes de su presentación en la Feria del Libro.

En los últimos 15 años, Santiago Posteguillo se convirtió en uno de los escritores de habla hispana más exitosos del mundo. Las claves están en su vasto conocimiento sobre la antigua Roma y en la pluma para describirnos aquella época. Así, su primera trilogía sobre Escipión logró récords de ventas a partir de la novela inicial, Africanus: el hijo del cónsul, y sus auspiciosas 720 páginas. Luego llegaría el turno de otras dos trilogías, Trajano y La historia de la literatura, y por último, la obra doble sobre Julia Domna, cuya primera parte, Yo, Julia, se alzó con el premio Planeta 2018.

Ahora es el turno de su proyecto más ambicioso, Roma soy yo (Ediciones B, 752 páginas), dedicada a la figura de Julio César, un recorrido que prevé un total de 6 libros, en los cuales el literato valenciano promete concluir la biografía definitiva del famoso dictador romano.

En el marco de la 47 Feria del Libro de Buenos Aires y antes de su multitudinaria presentación en la sala Cortázar, el autor habló en exclusiva con La Prensa. Su pasión por el Imperio romano, el por qué del legado mítico de Julio César y su decisión de dejar de dar clases en la Universidad para dedicarse por completo a la escritura.

-Mientras el desafío de todo escritor es superar sus ventas, el suyo parece subir el nivel del personaje histórico.

-Yo siempre he querido escribir sobre Julio César, te diría que desde que leía Astérix. Pero lo cierto es que respetaba mucho al personaje y al oficio como para levantarme un día con 20 años y ponerme a escribir sobre una de las personalidades más importantes de la humanidad, sin ser un genio de la literatura como fuera Carson McCullers, quien con 21 años logra una de las grandes obras literarias del siglo XX como El corazón es un cazador solitario. Lo definió Stephen King en su libro On Writing cuando dice que hay cuatro categorías de escritores: Malos, competentes, buenos y genios. Yo me considero competente y trabajo para ser bueno. Tal vez con esta colección lo logre.

-¿Qué le exigía el personaje de Julio César para ser abordado?

-Todo. Por eso decidí armarme literariamente, tanto en lo histórico como en lo creativo. Empecé novelando Roma pero debía comprender mucho más de ese mundo. Las novelas de Escipión me ayudaron a comprender de dónde viene César y Trajano y Domna me hicieron entender que cualquier otro gobernante de Roma se miraba en César para tener un modelo. Ahí entendí definitivamente la centralidad del personaje con respecto al mundo romano que es lo mismo que decir lo central que fue Julio César en Occidente. Y armado con todo ese mundo literario, me di cuenta que había llegado el momento.

SEIS LIBROS

-Su proyecto de Julio César está compuesto de seis libros.

-Fue una decisión casi lógica. Quién conoce de César pensaría lo mismo. Vamos por eliminación. ¿Qué hay para contar? Su final es un gran thriller, el mayor magnicidio de la historia, el más conocido. Puede ser también el de Kennedy pero a César lo asesinaron en persona, con un cuchillo y gente que lo conocía. Ahí ya hay un libro. ¿El otro? Cleopatra, una de las mujeres más destacadas de la historia. La guerra de las Galias, tres. El enfrentamiento con Pompeyo, cuatro. Su ascenso político, cinco. Y me quedaba el inicio. Cómo empezó a construir su persona, desde el juicio, porque él empezó como abogado enfrentándose a un senador corrupto. Esa novela inicial es Roma soy yo. Porque también hay que entender que más allá de su inmensa figura, su mundo encierra personalidades vitales para la historia como Catón, Cicerón, la misma Cleopatra, Craso, Augusto, Marco Antonio, Bruto, Tito Labieno, Espartaco. De cada uno podría hacer una novela.

-¿Por qué Julio César genera que un autor ocupe 12 años de su vida escribiendo sobre él?

-¿Qué otro personaje de la historia ha conseguido que su apellido se vuelva sinónimo de poder? La palabra alemana “Kaiser”, viene de César; “Zar” viene de César. Y lo logra porque se dan en él dos virtudes concretas, inteligencia política y genialidad militar. Y si vamos a los datos de color, le podemos agregar que tuvo relaciones amorosas tórridas con muchas mujeres de su época y entre todas, con la más famosa de la historia como Cleopatra. Suena machista, pero qué más se le podía pedir a un hombre. Si comparamos, podemos hablar de Napoleón. Pero Napoleón perdió en Waterloo. César nunca. A César lo asesinan, pero ni siquiera sus enemigos, sino su grupo más cercano porque en la batalla era magnánimo.

-La investigación debe ser exhaustiva.

-Tuve que leer a los clásicos como Plutarco, Catón, Apiano y mismo a César, pero también a los autores de investigación moderna como Edward Gibbon. Un paso clave fue rodearme de expertos en cada materia para que me aportaran los tecnicismos. Hablar con abogados, jueces, catedráticos, historiadores y traductores, me hizo entender todo en profundidad. Y por último ir a los propios lugares. Si bien no me ayuda a acumular datos, me permite cargarme emocionalmente. La escritura también es emoción. Entonces estar en Roma, en Largo di Torre Argentina donde asesinaron a César, o mismo en el lugar donde incineraron su cuerpo, tiene una emoción particular que considero puedo hacérsela llegar a los lectores.

NO A HOLLYWOOD

-¿A la hora de la recreación se deja de lado a Hollywood?

-Yo soy el peor acompañante que alguien puede tener para ir al cine a ver una película histórica porque me pongo muy nervioso. La pasé muy mal viendo el filme de Oliver Stone, Alejandro Magno. Cuando salió Anthony Hopkins como Ptolomeo, me agarré la cabeza sin poder creer lo que estaba viendo. No daban las fechas, no coincidía algo del Faro de Alejandría y me sacó definitivamente de la historia. Cuando escribo mis libros, ignoro todo lo que puede venir del cine porque me confunde y me saca de foco.

-¿El título recrea la frase de Luis XIV, “El Estado soy yo”?

-No, porque esa es una frase apropiativa del Estado, mientras que “Roma soy yo” es una frase desde la identidad. César se identifica pero no posesivamente, de hecho en la novela se opone al “Roma es mía” que dice Sila. César no quiere decir que Roma es suya, sino que él representa a todos los ciudadanos que piden justicia e igualdad.

Nacido en Valencia, España, en 1967, Santiago Posteguillo Gómez acredita los títulos de filólogo y lingüista; y desde hace unos años -y otorgado por su público más seguidor-, el de escritor best seller. Actualmente es profesor titular en la Universidad Jaume I de Castellón, donde da clases de Literatura Narrativa Inglesa del siglo XIX, aunque reconoce que su pasión por la escritura, desde este año, ocupará su agenda de lunes a lunes.

“Lo que me gusta de dar clases en la Universidad es que los alumnos me hablan de igual a igual, les da lo mismo lo que haya escrito o vendido. Y eso me encanta. Esa naturalidad del otro, que voy perdiendo cuando hablo con gente que sabe quién soy, es lo que más disfruto. Para los de primero y segundo soy un profesor más y las clases son más divertidas. Los que están por egresar ya tomaron conciencia y si bien lo aprecian, las clases son demasiado formales. Igualmente ya decidí dejar la Universidad a mitad de este año porque las exigencias de la editorial son cada vez mayores y es entendible. Voy a extrañar dar clases.

-¿Saber que ‘Roma soy yo’ fue la novela más vendida del 2022 lo presiona a vender cada vez más?

-No me obsesiona la cantidad de libros vendidos pero sí me preocupa y ocupa no defraudar a los que me leen. Que una sola persona compre mi libro es una gran responsabilidad. Entonces que lo hagan cientos de miles, es una gran responsabilidad por multiplicado. Claro que ese vértigo no lo puedo evitar, entonces lo transformo en alimentación para esforzarme más en cuanto a la manera de investigar y de escribir.

DISCIPLINA

-¿Cuándo dejó de esperar la inspiración para escribir?

-La inspiración dejó de correr cuando me puse a escribir mi primer libro. No funciona así. Acá hay que levantarse temprano, hacerse el desayuno, encender el ordenador y ponerse a trabajar. Si algo no me está saliendo como quería, entonces paro y me pongo a documentar, porque siempre hay escenas para documentar y esa documentación me activa la escena. Se escribe hasta la hora de almorzar, después una siesta porque descansado trabajo mejor y después otra sesión hasta cenar. Un trabajo de lunes a lunes. Claro que hay días que uno está trabado, entonces se leen las ultimas 30 páginas y se corrigen frases, situaciones. La inspiración es un plus a la disciplina. Nada más.

-¿Le llegan propuestas para escribir algo que se aparte de lo suyo?

-Siempre me llegan propuestas de escribir sobre temas o personalidades ajenas a mí, pero no puedo. Vivo en Valencia y ahí está el Santo Cáliz de la Catedral, pero no me nace y si no me nace, sé que no va a funcionar. Yo me tengo que enamorar del personaje. Si una relación de pareja ya acaba mal cuando se parte del enamoramiento, imagínate cómo puede terminar si se parte de algo obligado. Sería fatal, tanto el resultado como el desarrollo. Para mí la escritura funciona igual.

-Sospecho qué más de una vez soñó con viajar al pasado. ¿Adónde iría?

-Al año 30 a Palestina. Me sentaría a hablar con Jesucristo sobre muchas cuestiones, sin la iglesia de por medio, claro. Porque hay mucho de lo que sucedió que no me cierra. Me hubiese gustado verlo predicar.

-O sea que me está dando indicios de su próximo personaje.

-Jesucristo es un personaje muy complicado. Es verdad que está en el mundo romano y que tengo mucho terreno ya recorrido, pero semejante personalidad me genera muchas sensaciones. Yo soy católico y respeto todo el tema. Lo cual no significa que no desmontara unas cuestiones que yo creo, como que en una época como aquella nadie tenía un solo hijo. Entonces, lo más probable es que Jesucristo haya tenido hermanos o hermanas. La iglesia ha querido borrar todo eso seguro. Investigaría y trataría de recrearlo. Sería complejo pero un desafío absoluto.