Un interrogante en el Día del Trabajador

Por Jaime Selser *

Si una persona intercambia su mano de obra o su tiempo por un período determinado por una paga fija, es un trabajador. El surgimiento de los trabajadores fue una pieza clave del engranaje de capitalismo moderno. Ahora bien, el propio sistema tiene interrogantes aún sin respuesta. Veamos: como puede ser que una persona, por ejemplo, en un régimen medio de empleo trabajando 8 diarias al mes produzca valor como para adquirir alimentos para 20 familias como la suya, sin embargo, su salario apenas alcanza para cubrir las necesidades alimentarias de su propia familia.

Pero intentemos hacer historia para comprender el fenómeno del trabajo. La Revolución Francesa (1789-1815) fue un hecho de profunda importancia para la historia europea y mundial. Esa revolución llegó para adaptar los modos de pensar de la edad media, a la naciente era moderna.

El cambio “monumental” no solo fue el político y cultural, sino el económico.

Allí el mundo asistió a la consolidación del capitalismo.

Además de traernos el genial regalo de los principios de la “Igualdad, Fraternidad y Solidaridad”.

LAS CONSECUENCIAS

Las máquinas y la revolución industrial fueron la locomotora de empuje en los modos de producción, la extinción de los feudos, las innovadoras formas de producción en la que las todo cambió, trajo un salto cultural definitivo.

Lógico, la consecuencia directa de la muerte de la arcaica economía de subsistencia de la era feudal, ubicó al ser humano en la irremediable situación de verse obligado a “vender” su mano de obra para subsistir, es decir allí nació lo que se denominó “plusvalía” que es la relación de valor agregado a los productos por su manufactura y mano de obra.

Visto desde otra perspectiva, el aprovechamiento del capitalista para multiplicar ganancias a costa de un salario fijo a un obrero que produce por valores muchas veces exponencial respecto de que recibe como salario. Y como no la idea circular de que el “hombre es el lobo del hombre”. (En latín, homo homini lupus).

Claro, sin feudos, millones se vieron privados de su medio de subsistencia: las actividades agrícolas.

Así, se inició un silencioso e irrefrenable éxodo del campo a las plazas y aldeas que comenzaron a tomar vigor y a convertirse en ciudades.

Las ciudades han sido sinónimo de expansión del capitalismo y cuna de una economía nueva, la de los servicios, los intangibles.

La intermediación y el comercio “explotaron” acelerando exponencialmente el proceso capitalista naciente.

Así las cosas, la máquina de vapor y la era de la mecanización dieron a luz a una nueva clase social que hasta entonces no existía: Los trabajadores.

EL CAPITALISMO

El capitalismo, que no es otra cosa que un sistema que pretende la multiplicación y maximización de ganancias mediante un proceso productivo, comercial de servicios o financieros y que tiene el individualismo como pilar y su dinámica descansa sobre la representación simbólica del “valor” mediante la moneda.

El surgimiento del capitalismo agudizó la desigualdad social. Su ferocidad y competencia despiadada creó un caldo de cultivo por el cual el trabajo era “in fact” de semiesclavitud, legalizada y socialmente aceptada. En su etapa embrionaria y su despliegue primario el capitalismo enterró la idea de movilidad social poniéndole un cepo a los trabajadores condenándolos a una pobreza irreversible.

Pero fue el propio capitalismo naciente el que puso cada cosa en su sitio. Por un lado, le puso un límite a la voracidad de los capitalistas y patrones. Y, por otra parte, dio derechos a los trabajadores, impulsando leyes para evitar la concentración monopólica y la cartelización de la economía.

Pero hubo un hecho que marcó a fuego a los trabajadores. El 1° de mayo se celebra en el mundo entero el “Día Internacional del Trabajador”, en conmemoración de la sangrienta represión que sufrieron los obreros de la fábrica McCormick (Estados Unidos) en 1886. Allí la muerte golpeó a los más débiles, unos 200 mil decidieron una huelga que terminó en un baño de sangre que conmovió al mundo y marcó la memoria colectiva de generaciones de trabajadores.

EN LA ARGENTINA

Pero veamos que pasó en Argentina. La primera normativa laboral que se registra en Argentina es la Ley 4661 sancionada en 1905 –cuya autoría corresponde a Joaquín V. González– a partir de la cual se estableció el descanso dominical. Hipólito Irigoyen limitó por ley la jornada laboral a 8 horas. Pero fue el peronismo el que le dio las más importantes conquistas a los trabajadores argentinos reconociendo al trabajo como un derecho, a una justa distribución, a la capacitación, a condiciones dignas de trabajo y de vida, a la salud, al bienestar, a la seguridad social, a la protección de la familia, al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales. Hoy es el día de los trabajadores y el día de todos, porque el trabajo está en todas las cosas y en todas las sociedades y la dignidad se amplifica con el trabajo y las sociedades y las naciones florecen por su fuerza laboral. Tal vez homenaje en este día a los trabajadores quede escaso como termino para darles el justo reconocimiento de su rol social.

 

* Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA). Consultor y periodista.