Corrupción y autopercepción en política

Señor director:

La autopercepción es la valoración que una persona tiene de sí, en un contexto y/o circunstancias determinadas. Este concepto, nos ayuda, muchas veces, a entender y relacionar nuestras conductas en diferentes momentos basándonos en la percepción que tenemos de nosotros mismos.

Algunas veces esa autopercepción es coincidente con la percepción que los demás tienen de nosotros, otras no y es allí donde deberíamos tratar de no perder el equilibrio porque si lo intrínseco (que es la autopercepción) no coincidiera  con la mirada de los demás sentiríamos frustración ante la reacción de desaprobación que  esa “no coincidencia”  pudiera provocar.  

Los otros días llegó a mi WhatsApp una excelente foto con  la imagen de un travesti que contenía el siguiente diálogo al pie de la misma:

- Señor, su diagnóstico.

- Soy señorita, doctor.

- Ok señorita, su diagnóstico es cáncer de próstata.

Y aquí llegamos al punto de encuentro con lo que sugiere el título de esta carta. Muchos políticos se autoperciben inocentes ante los datos duros, que evidencian que hubo hechos de corrupción durante su gestión.  Suponen que las denuncias que los involucran no tendrían por qué alcanzarlos dado que en los papeles  no fueron ellos quienes  los  cometieron  sino la extensa cadena de funcionarios que con sus firmas dejaban pegados sus dedos,  mientras  “ellos  estaban  ocupados en  las cosas importantes del Estado”,  y  una cadena de complicidades, testaferros mediante, lograban que el producto de esos ilícitos terminara en cuentas ocultas de paraísos fiscales  (una especie de línea de montaje entre el delito y los paraísos).    

Es entonces que, ante la imposibilidad de demostrar su inocencia ante los tribunales que los juzgan o simplemente ante los demás, caen en el argumento burdo  de asumirse víctimas de  lawfare.

Porque el dinero de los bolsos no era de coimas, “era la comisión que se le cobraba por los servicios a la Patria” declaraba  el arrepentido contador Manzanares que le argumentaban, cada vez que él preguntaba ante  los autopercibidos  patriotas.

¡Se es, o no se es, esa es la cuestión!

Otto Schmucler  

oschmucler@gmail.com