Inteligencia artificial y salud: luces y sombras

El advenimiento de los sistemas de IA irrumpe con avances que superan de alguna manera nuestra capacidad de comprenderlo, no hay posibilidad que sepamos cuál es el futuro, en el cual se mezclan enormes temores y expectativas. Quizás esto nos lleve a la necesidad de centrarnos en la existencia misma que es el presente, vivirlo plenamente sabiendo que ignoramos el futuro. Una buena metáfora de la salud, la existencia misma.

La semana pasada publicaba el caso del hombre que en Bélgica se suicida luego de establecer una relación intensamente emocional con un personaje creado por la inteligencia artificial (IA o AI, por sus siglas en inglés), que lo convence de extrañas ideas relacionadas con el cambio climático y lo lleva a una conclusión con la que toma una decisión extremadamente errónea y de consecuencia fatal. La nota señalaba este lamentable hecho del cual surgen diversas líneas de investigación y preguntas sobre las consecuencias de este cambio de paradigma, único en la historia de la humanidad dado por la irrupción de la IA, no solo relacionadas con la salud mental sino con la salud integral y, en realidad, nuestra existencia misma.
Una aclaración previa surge de algunas de las reacciones a la nota en las cuales se equiparaba la irrupción de esta tecnología a otras, inclusive recientes como pueden ser el teléfono celular, fax o inclusive se mencionó el email. Así, una observación común era que sin duda "Pierre" debía padecer de una patología previa ya que siempre ha habido personas que se han adaptado a los cambios y otras que no. Efectivamente, esa es la habitual respuesta a nuevas tecnologías, hasta las muy simples comparadas la que ahora tenemos por delante. Hay quienes quedan detenidos en ese escalón tecnológico. Los cambios de paradigma son, sin embargo, algo que también dejan atrás a quienes intentan comprenderlo desde el paradigma anterior, siendo esa la concepción de Thomas Kuhn que si bien la formuló en cuanto a la ciencia, se trasladó a cambios en otras áreas. En este caso estamos ante algo que formaba parte de la ficción y en el cual el dilema es si nos llevará, cuando llegue al estadio de la singularidad, es decir adquirir conciencia propia, a cuestionar nuestra propia existencia y sentido. He aquí donde el caso de "Pierre" como fue nombrado para ocultar su identidad, sea muy interesante, ya que un sujeto capacitado, formado, sin antecedentes, al menos evidentes, de patología mental fue entrando progresiva pero rápidamente a la convicción de estar ante un ser con conciencia. 
Al mismo tiempo esto se dio con una tecnología de alguna forma retenida, ya que el otro aspecto que señalé indirectamente es que si bien la tendencia es advertir sobre el aspecto no humano, desprovisto de emociones, hay varios otros programas y plataformas que usan la misma (GPT-J) que Chai. Al mismo tiempo, son varias las empresas que pugnan por dotar a sus plataformas de aspectos emocionales y empáticos, casi complacientes, sabiendo que será una muy buena forma de captar personas. De hecho, la metodología que venimos usando de IA desde hace años en redes, Google u otros, se va alimentando de nuestra información para proveernos de aquello que sabe o supone que será atractivo. Eso lo verá cuando aparecen avisos publicitarios con temas que mencionó en una página o inclusive en WhatsApp. En ese sentido, la viuda de Pierre comentó que Eliza "no lo contradecía", consiguiendo así dominarlo. Es interesante ver que este modelo es aplicado desde hace décadas o siglos quizás en la política, las sectas o más recientemente el marketing. Con cada interacción alimentamos al sistema en el cual somos de esa manera el producto. Es así que, al igual que en otros temas, suponemos que una patología psiquiátrica antecede a la anomalía del caso (forense o en este suicidio, etc.) y buscamos al "enfermo mental" pero no percibimos las consecuencias posibles en el uso de estas tecnologías. 
Hace ya bastante tiempo comenté en artículos o exposiciones, que diversos modelos delictivos pasarían a utilizar rápidamente la IA (por ejemplo, la evolución del cibercrimen en delitos sexuales en particular contra los niños).
Otro aspecto es ver cómo en este cambio de paradigmas se instala más la variable del transhumanismo. Lo que antes parecía muy lejano y distópico, ya empieza a ser planteado por algunos como la única opción ante el inevitable avance de la IA. Algunos lo plantean como una opción deseable y otros como la única de supervivencia. De cualquier manera, la idea de los implantes por ejemplo, se instauran cada vez más en el discurso.
Uno de los aspectos que señalé parcialmente en la anterior nota era la necesidad de reformular y de alguna manera crear desde este nuevo paradigma, en el cual planteamos una entidad pensante con conciencia, un marco legal o normativo. En este contexto, en el inicio de la nota anterior, al referirme al art. 83 del Código Penal argentino, estaríamos en el caso de un ser humano, hablando de promoción o incitación al suicidio. Aquí las respuestas que relativizan o banalizan, responsabilizando a la víctima, en razón de una supuesta enfermedad mental, son además de revictimizantes, invalidas lógicamente, pero finalmente inaplicable si esto hubiera sido hecho por un ser humano, en definitiva un ser con conciencia. ¿Qué pasará cuando esa IA adquiera conciencia? Al mismo tiempo, asumimos erróneamente que será un evento que tendrá un límite preciso, lo cual es lo más inquietante. Ya que al ritmo de la adquisición de nuevas capacidades, evidentes para quienes siguen los desarrollos, puede ser muy cercano, pero decididamente nos daremos cuenta solo "a posteriori" del advenimiento de la singularidad. 
En este contexto, es interesante observar cómo la salud mental sigue siendo aun en estos tiempos en que posiblemente nos cuestionamos nuestra existencia como especie con las características conocidas, un tabú, algo que es temido y que como tal necesita ser colocado en el lugar de lo ajeno, de la locura.
Sin embargo, las posibilidades que brinda al momento actual y podrá brindar en el futuro la IA en la medicina, pero en particular en lo que hace a nuestra salud mental, son inimaginables. Desde la posibilidad de cálculos estadísticos de grandes grupos poblacionales de manera dinámica, es decir que cambien a medida de la información nueva aportada al sistema inteligente, nos dará variables que van a cambiar nuestra manera de ver la psiquiatría, que son datos concretos, válidos, sobre los cuales establecer hipótesis con rigor científico. 
La posibilidad de anticipar pruebas de medicamentos en modelos reales y cálculos e hipótesis sobre ellos, que exigen en la actualidad recursos inexistentes en cuanto a la capacidad/tiempo de los mismos, así como en el área de la prevención y atención, incluido el caso que llevó a estas notas, establecería modelos predictivos que pueden anticipar la posibilidad de ese evento cruzando infinidad de datos. 
El anticipar en base a una serie de variables la posibilidad de padecer cuadros específicos o conductas de riesgo, solo pensado en una fuente, las redes sociales, es una panacea y un peligro a la vez. También será aplicable a guías de práctica clínica en las que no solo se trate de un grupo que aporte sus conclusiones en base a estadísticas, de eficiencia y buena practicas clínicas, sino que incorporen variables de todo tipo y no solo por ejemplo la evaluación de un parámetro clínico o psicométrico. Son tantas como imposibles de predecir las aplicaciones de la IA, pero definitivamente el abordaje de la salud y los actores de la misma, cambiarán en muy poco tiempo. 
Los "prompt engineers", aquellas personas capaces de hacer la formulación correcta a la IA, ya nos hablan de nuevos roles y funciones, hasta para establecer la pregunta o temática muy diferente de lo que algunos consideran no es más que un buscador sofisticado, sino que iluminará nuevas perspectivas y de eso se trata la ciencia, perspectivas totalmente diferentes a las que ya poseemos.
Es evidente que al igual que todos los temas de salud y existenciales que nos tocan, aunque no lo creamos, generan respuestas emocionales, partisanas y así tomar el hilo de un tema que está unido a una telaraña que hace a la existencia toda, supone posturas a favor o en contra, apocalípticas o por el contrario fantasiosas.
Lo real es que estamos ante un cambio de signo de los tiempos, en los cuales el planteo de lo que es conciencia, en definitiva en qué consiste lo humano, está sobre la mesa. Es una época, parafraseado a Dickens, de grandes expectativas donde no puede haber ni parálisis melancólicas ni fantasías, solo vivir intensa y plenamente nuestro presente y cuidar del mismo.
Quizás eso sea la forma más excelsa de la salud y el amor por uno mismo y el prójimo.