“Massa está evitando ser Remes o Erman González”

Se aceleraron las expectativas de devaluación. Los inversores huyen del peso. El Gobierno está atrapado entre la inflación y la recesión, asegura Fabio Rodríguez.

El calendario electoral se le estira al gobierno como un chicle. El año le queda largo. Los últimos datos del proceso inflacionario (6,6% en febrero y 7,7% en marzo), y la escalada del dólar paralelo terminaron por acelerar tendencias de cobertura y dolarización.

Flota en el ambiente una clara expectativa de devaluación, tanto que en la semana los bonos se desplomaron, señal de que los inversores huyen del peso. Más aún, el miércoles el sector agroexportador no liquidó divisas pese a que rige el esquema de Dólar Soja que les paga un tipo de cambio diferencial, a 300 pesos.

Con alta inflación y sin reservas en el Banco Central, con restricción de importaciones que le pondrá límite al ingreso de insumos y acentuará la recesión golpeando sobre empleo y salarios, el mes de agosto, mojón de las PASO, queda a una distancia incalculable.

“El gobierno está atrapado: o inflaciona muchísimo y espiraliza o recesiona muchísimo. Me parece que va a ser más esto último”, analiza el economista Fabio Rodríguez, socio director de M&R Asociados.

En términos generales, ¿cómo evalúa la situación actual?

Es una situación muy complicada a medida que se va entrando al embudo de la transición política electoral. Son tiempos más definitorios. Ha habido un vuelco bastante brusco del clima y de las expectativas respecto de cómo se cerró el año, con un ministro de Economía fortalecido y que parecía que podía llevar la inflación a ciertos valores. Es decir, con valores bajando de 6% hasta animarse a plantear un escenario de que comience con un 5 o con un 4. Obviamente todo eso cambió drásticamente y diría que de un Massa que de alguna manera empezó siendo algo así como un estabilizador precario, porque más que eso no era ya que nunca puso sobre la mesa un plan económico, que recompuso la deuda en pesos y aquietó algo el mercado, que contuvo la inflación entre septiembre y diciembre, ahora estamos en un Massa que está evitando ser Remes o Erman González.

¿Está quedando un poco largo el año?

Claramente. Si rotamos a esta figura, a esta posición mucho más defensiva, con la inflación acelerando, están en el peor de los mundos para un año electoral del oficialismo. Van a competir con inflación muy alta y sin reservas. Esa es una combinación de las menos deseadas. Eso queda largo porque estamos viviendo tensiones en el mercado producto de que se van anticipando algunas tendencias que son muy peligrosas. Básicamente la escasez o nula posición de reservas y la presión devaluatoria que siempre está y ahora ha crecido.

En la semana hubo una fuerte venta de bonos en pesos. ¿Los inversores huyen del peso?

Y, son vías de tensión. El miércoles el agro no liquidó divisas. Nada. Eso es inédito. Dentro de la vigencia del dólar agro fue cero, cuando ya el arranque del mecanismo había sido bastante pobre respecto a los dos anteriores. Esto habla de que al mecanismo hay que acompañarlo con cierta lógica. Pueden decir, te recompongo a 300 pesos pero se necesita una señal más o menos clara de los valores de los dólares alternativos. Y esos se dispararon 30 o 40 pesos desde tres o cuatro días atrás, con la brecha orillaron el 100%. Eso paraliza la propia virtud que tiene el mecanismo, que puede ser brindar algunos dólares de golpe, que en realidad son anticipos. Hay un montón de incertidumbre.

¿Cómo es el mano a mano con el Fondo Monetario Internacional?

El Fondo Monetario también aporta su incertidumbre porque realmente ahí no sabemos dónde estamos parados. Puede haber flexibilización, puede haber ayuda, puede haber algún cambio en las pautas. A su vez no sabemos pero se filtran ruidos de que podrían pedir alguna devaluación o algún sinceramiento u ordenamiento de la situación cambiaria. Sabemos siempre que al Fondo le disgusta mucho la multiplicidad del tipo de cambio, que son casi sectoriales. En definitiva, estamos en un contexto muy delicado y particularmente en una semana delicada. Parecieran que se anticipan estas tendencias que son siempre complicadas en la Argentina en un año electoral, que hacen a la cobertura con el dólar, a la presión cambiaria. Ahora le agregamos una inflación al alza, un panorama recesivo y caída de los ingresos. Es una muy mala combinación política y económica del gobierno para enfrentar estos meses venideros en la Argentina, que son siempre tan particulares en este país. Yo agregaría que desde la oposición vienen señales que no son favorables. Por supuesto, no de toda la oposición. Parecería que está tomando más carnadura, inclusive en los votos, las opciones que son más extremas o más radicales.

Otra vez se debate sobre dolarización en la Argentina.

Exacto. Y eso también hace al juego de la incertidumbre y las expectativas porque si eso se empieza a anticipar, y si a su vez los referentes que proponen eso empiezan a tener asidero, respaldo o cierto aval en el electorado, en el voto, evidentemente eso complica la situación.

¿La dolarización es viable?

No soy adepto a ese tipo de mecanismos que son atajos. Más allá de los tecnicismos que se discuten tanto, de si alcanzan los dólares o no y a qué precio habría que convertir los circulantes y la base monetaria. Más allá de los tecnicismos me parece que Argentina no puede resignar el hecho de proponerse tener un horizonte para hacer lo que son las políticas macroeconómicas sanas. Lo que hacen nuestros vecinos. Si Argentina tiene que aspirar a tener política fiscal sana, de equilibrio; una política monetaria más coherente, una política de financiamiento, es decir todo lo que no hacemos, una vez que aspiráramos a tener eso, la dolarización sería abstracta. En definitiva es recuperar la moneda, pero recuperarla por la vía del trabajo que hay que hacer, que es tener mejores políticas macroeconómicas. Es decir, un marco macroeconómico adecuado.

Los precandidatos de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, tenían posturas diferentes en cuanto a la salida del cepo. La primera parece haberse moderado y ya no propone liberar el dólar de un día para el otro. ¿Temen el fogonazo inflacionario?

Por supuesto, eso ya lo vimos. Ahora la situación es muy distinta a la del 2015. Ahora no tendríamos apoyo internacional, no tendríamos crédito, no tenemos la capacidad de endeudarnos. Además de lo pernicioso que fue en ese momento el endeudamiento acelerado producto de la apertura de la cuenta capital. Al margen de eso han sonado también con mucha fuerza las propuestas más radicales de dinamitar o semidinamitar. Porque ven que el discurso de Milei prende, y sin entrar en la confusión de que prende porque lo apoya la derecha sino que prende porque tiene un apoyo desconcertante y captan votos de franjas de todos lados. Ahí está la tentación de cómo se suben otros dirigentes a esas propuestas piromaníacas o de soluciones fáciles. Esto de que cambio todo de un día para el otro. Larreta suena un poco más realista y plantea la cuestión del consenso y el diálogo para impulsar los acuerdos que hay que impulsar, que son muchos y son profundos. El punto está en la manera de hacerlo.

Otro factor clave es el tiempo. ¿La sociedad tendrá la paciencia para sostener un programa?

Esa es otra de las dificultades. Por eso para los candidatos que son esquivos a reconocer esta cuestión de que va a llevar tiempo y de que todos vamos a tener que ceder un poco, la tentación es ir por los atajos y decir que la dolarización resuelve todo. O decir sincero todo, a lo Bullrich, de un día para el otro. Es fácil decirlo pero me parece que ignoran lo que son las restricciones sociales y políticas, que por más que la gente los vote, esas restricciones sociales y políticas van a seguir estando. Venimos de ocho años de deterioro acumulativo, donde la sociedad lo va sintiendo traducido al bolsillo. Es la caída del ingreso y la suba de la inflación. Van a tener que empezar con estos ajustes donde todo está descalabrado, pero también está descalabrado el salario. Es muy delicado lo que viene. Estoy convencido de que requiere apoyo y consenso, no soluciones mágicas de iluminados que dicen tener la receta para cambiar esto rápidamente e ir a la felicidad de un momento a otro. Eso es falso.

 

TASAS

Con este nivel de inflación subir sólo las tasas de interés parece que ya no alcanza. ¿Hace falta algo más programático?

Para todo esto que hablamos no, pero no quiere decir que no haya que subir las tasas. Hay que hacerlo. Con la realidad inflacionaria drástica que tuvimos desde febrero,

viniendo de una cifra de 7,7%, estamos ahora en una tasa equivalente de 6,5%, más o menos. Quedamos bastante retrasados en esto de que el ahorrista no pierda. Y eso también se está viendo en este combo de presiones. No digo que si suben la tasa se acaba la tensión con los dólares paralelos ni nada de eso, pero no quiere decir que no haya que hacerlo porque al ahorrista que está adentro del sistema, que está en pesos, con cepo, no hay que castigarlo y hacerlo perder contra la inflación. Debería reconocerse esta nueva realidad, este nuevo escalón inflacionario que está por encima de 7%, y ser congruentes con esa realidad que parece va a repetirse en abril. Veremos qué ocurre hacia adelante.

Se conoció el respaldo de Estados Unidos hacia el gobierno argentino. En pocas palabras, no le soltarían la mano a Alberto Fernández. ¿Es algo significativo?

En la situación que estamos, imagino lo contrario: soltarle la mano sería una precipitación de la crisis. No es menor desde ese punto de vista. Ahora, lo que todavía no se sabe es qué significa eso. Podría significar seguir apoyando como hasta ahora, que prácticamente hacen la vista gorda en toda la revisión de las metas. Es un programa absolutamente flexible y dominable hasta un cambio de gobierno. Una cosa es eso y que vayan desembolsando fondos, haciendo la vista gorda, y con eso se van cumpliendo los compromisos con el propio Fondo. Otra cosa muy distinta sería que nos dieran dinero fresco y que no se reembolsen los vencimientos, que vuelvan a postergarlos. Habría otro margen así. Pero el mercado no está viendo eso por el nerviosismo que exhibe. Creo que ven que continuará el acompañamiento, el cronograma de los desembolsos y de cumplimiento de Argentina, con el reconocimiento de que este no es un año para exigir las metas que estaban pactadas. Quizás cierto corrimiento de las metas de reservas y fiscales, que son las más críticas. Llegaría hasta ahí, no está muy claro. Se necesita porque si algo no tiene la Argentina son dólares. Eso está haciendo castigar mucho al cepo importador, contrayendo las importaciones que tendrán que ir a zona de los u$s 3.500 millones y eso es lo mínimo operativo para que más o menos funcionen algunos sectores, pero que no evita una recesión más profunda. El gobierno está atrapado: o inflaciona muchísimo y espiraliza o recesiona muchísimo. Me parece que va a ser más esto último.

¿Lo ve más por el lado de la recesión profunda?

Sí, que no explote, que llegue a las PASO y después veremos los resultados. Eso va a contagiar el mercado laboral. Hasta ahora venía siendo una buena noticia porque caían los ingresos pero se mantenía con bastante buena dinámica el mercado laboral. Precario, informal o como sea, pero el mercado laboral aumentaba. Eso claramente en una economía recesiva hacia la que vamos, va a terminar impactando en el empleo.