Cruje el consumo, ganan los supermercados

La suba descontrolada de precios hostiga a los compradores, que eligen a las grandes cadenas por las ofertas y los descuentos. “Una canasta de productos está 28% más barata en el super”, asegura Osvaldo Del Río, director de la consultora Scentia.

Una de las consecuencias de los procesos inflacionarios desatados como el de la Argentina es que se destruye la señal de precios. No hay referencias, no existe un faro que guíe al consumidor en sus compras cotidianas.

Es esta distorsión la que hace que, por ejemplo, un kilo de bananas pueda costar 200 pesos más o 200 pesos menos en apenas 100 metros de distancia. Ergo, nadie sabe cuánto realmente cuesta el producto.

En un escenario caótico, adonde manda el sálvese quien pueda, los supermercados han logrado captar buena parte del consumo declinante a partir de una espalda financiera que les permite seducir desde las ofertas y los descuentos varios. A río revuelto, ganancia de pescador.

El consumidor, chamuscado por el fogonazo inflacionario, ya tiene el cuero curtido. Ha ganado la astucia del animal salvaje. Es decir, ensaya el mantra que tanto repetía Lita de Lázzari: camina y busca precios. El común denominador es que casi todos terminan comprando en las grandes cadenas de supermercados, aprovechando un entramado de descuentos que le permiten ahorrarse hasta un 10% en una compra grande.

La dinámica inflamada de los precios está lejos de detenerse. Los datos de febrero y marzo resultaron alarmantes y ya queda claro que abril no le va en zaga. De acuerdo a un informe de la consultora Eco Go, en el promedio de las últimas cuatro semanas más del 70% de los productos sufrieron remarcaciones.

CUESTA ABAJO

El 2022 cerró con números positivos en materia de consumo. En el 2023, en cambio, las cifras volverán a estar en rojo. “El año pasado cerró 1,9% positivo después de seis años de caídas. Fue -4,5% en 2016; -3,1% en 2017; -1,1% en 2018; -7,3% en 2019; -0,1% en 2020; -2,1% en 2021 y positivo 1,9% el año pasado. El primer bimestre de este año está -1,4% y lo que se prevé es que seguramente el año va a terminar negativo porque no hay ninguna condición macro que haya cambiado y que haga que la microeconomía funcione también de manera diferente. Por lo tanto se prevé una caída”, señala Osvaldo Del Río, director de la consultora Scentia, dedicada al análisis del consumo.

¿En qué rubros se detecta una mayor merma de las ventas?

En realidad es parejo. Los rubros que menos se sienten afectados por lo general son los más básicos, como Alimentación, y Desayuno y Merienda, que tiene que ver con categorías donde muchas veces también reemplazan a una comida. De todos modos, estas canastas, dependiendo del canal, están a la baja. Tal es el caso de los negocios de barrio, donde el consumo está en descenso. En cambio, el consumo es positivo en las cadenas de supermercados.

¿Por qué ocurre este fenómeno?

En verdad esta situación de los precios se manifiesta desde hace poco más de dos años, desde el 2020. Allí fue cuando empezó a agrandarse el gap (brecha) de precios. Si bien el súper fue siempre un poco más barato, en el 2020 terminó con un gap de más de 10 puntos; en el 2021 tuvo una brecha de casi 20 y en el 2022 superó los 28 puntos. Es decir, una canasta comparable de productos va a estar un 28% más barata en el supermercado que en el negocio de barrio.

¿Influyen los medios disponibles de pago y las facilidades?

Pueden jugar. El 60% de lo que se paga en la línea de cajas es con medios de pago digital y el 40% es con efectivo. Pesan más o menos parecido.

Los almaceneros destacan el desembarco de la tarjeta de crédito y su uso masivo en los pequeños negocios como hace mucho no ocurría.

Se está dando mucho más en los negocios del tipo autoservicio, tanto chinos como criollos. Es la misma gente la que lleva a que se pueda pagar de esa manera porque sino pierden las ventas. Entonces implementaron diversas plataformas de pago para no perder ese cliente.

¿Se vio más resentido el consumo de bienes durables, aquello que tal vez pueda ser postergado?

Hoy todo es parejo y la diferencia está en cómo vende un canal y de qué manera vende otro. El hecho de que el año pasado haya dado un poco positivo es que hubo una retracción fuerte del consumo en otros rubros como automóviles, shoppings, textil, inmobiliario, construcción. Todo eso dejó un poco más de espacio a gastar en lo esencial, que es el consumo masivo. Pero hoy la situación difícilmente cambie la tendencia negativa que va a arrastrar este año. Especialmente porque las bases de comparación son muy buenas durante el primer semestre y malas en el segundo, especialmente para los negocios de barrio. El primer semestre va a ser negativo, sin lugar a dudas.

CONTROLES

¿Cómo evalúa el esquema de control de precios, con sus diversos nombres y alcances?

El mejor resultado que tienen ese tipo de programas es que la gente encuentra al menos algún tipo de precio de referencia con respecto a lo que pagó la última vez. Influye en la diferencia de precios entre canales pero no es la única razón. Cuando estábamos con Precios Cuidados, porque Precios Justos es otra cosa, pesaba no más del 10% de las ventas del consumo masivo empaquetado. Y de una canasta de más de 2.000 productos para ver el ritmo inflacionario entre los distintos canales, para nosotros era sólo un 5% los productos que participaban de esa canasta. Por lo tanto, el 95% se explicaba por otros productos que no eran parte de ese sistema de precios especiales. En Precios Justos lo que hay es, por un lado, un producto señalizado, congelado, que da una referencia. Pero estamos hablando en promedio de una canasta de 900 productos. Y si bien el esquema es mucho más amplio, lo que la gente toma como referencia es es lo que está señalizado.

En un proceso inflacionario tan feroz le da al cliente una señal, como un faro.

Es un faro, algo que le indica un poco dónde están parados con respecto a la última compra.

¿La gente ha derivado más el consumo hacia el lado de las ferias barriales?

Eso está como fue siempre. Lo que vemos es un crecimiento del tráfico hacia el supermercado. La razón básica es que hay una diferencia muy grande de precios.

¿El motivo por el cual pueden tener precios más bajos es por la compra en escala?

Es por el poder de negociación, la compra en escala, por defender un poco más la lista, acuerdos comerciales con la industria, por las acciones de descuento como el 70% o el 50% en la segunda unidad. La relación con los bancos y las tarjetas. El que manda es el precio que uno termina pagando cuando hay algún descuento. Hay que considerar que de una compra grande de reposición que puede hacer una persona, en la que entran productos con descuentos y productos con precios normales, termina logrando en esa compra un descuento del 10%. Cuando se aprovechan los descuentos, el ticket vale un 10% menos.

¿En el canal de los supermercados se discrimina entre grandes cadenas y las compañías más pequeñas?

No. Las grandes cadenas están creciendo, pero también están creciendo las cadenas regionales, que son más pequeñas. Son muy fuertes en sus áreas de operación. Hablo de empresas locales, más chiquitas, que no son conocidas por todas las personas, excepto por las que viven cerca, y que vienen creciendo un 7% arriba en la comparación con el año pasado. Y en 2022 también terminaron en positivo.