Con más de doscientos años de historia, siguen los desacuerdos que impiden generar un proyecto común

Reconciliar las dos Argentinas, un camino posible

El profesor Carlos Hoevel de la UCA analiza la destrucción del estado de derecho y de los bienes públicos como causas que impiden un acuerdo social y político que lleve al país a una mayor grandeza.

”En Argentina está destruido el estado de derecho y la función pública como independiente de este sistema patrimonialista que tomó todo el Estado”, enfatizó a La Prensa Carlos Hoevel, profesor de historia del pensamiento económico y político en el Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica Argentina.

Desde hace mas de 200 años los vestigios de discursos opuestos, que originaron grietas siempre latentes, han marcado la historia del país. La división entre macristas, kirchneristas, radicales, la izquierda y hoy los libertarios no es un fenómeno exclusivo de estos años, ni siquiera de este siglo.

La subsistencia de este antagonismo ha marcado por generaciones toda la vida institucional de la Argentina sin que pareciese que llegue a un punto final, tan necesario, para construir un proyecto de país mejor.

Para descubrir si esto es posible La Prensa dialogó con el profesor Hoevel sobre cuáles son los factores que persisten impidiendo este acuerdo nacional.

- Después de más de 200 años de historia pareciera que las divisiones políticas en Argentina nunca terminan, ¿no?

-Esta es una división que se da desde el origen de la Argentina. En el comienzo hubo una diferencia entre el interior, originalmente hispánico y mestizo que viene de la colonización original de la Argentina del Norte. Las primeras fundaciones de ciudades en la Argentina vienen del Potosí y toda la tradición original hispánica es mucho más fuerte desde Córdoba hacia el norte por esa influencia.

Por otro lado, está la Argentina atlántica, cuya base es Buenos Aires, que en un principio no tenía mucha importancia, pero fue cobrando cada vez más relevancia y tiene otra matriz cultural, por llamarlo de una forma, más cosmopolita y, originalmente, más liberal. Esa fue una primera división cultural, entre la Argentina más tradicional y feudal, más vinculada con las creencias religiosa, y la más cosmopolita de la capital.

-Eso después sufrió muchas transformaciones, ¿no?

-Sí, pero gran parte de los conflictos del siglo 19 se explican en parte por esa división que ya existía en la época previa a la independencia y que se intentó cambiar la matriz, digamos la Argentina del norte de la llamada Argentina Imperial, la Atlántica, la liberal. Incluso en época previa a la independencia, los Borbones intentaron imponer ese modelo atlántico, más ilustrado, más basado en una organización racional de la sociedad frente a una más tradicional.

No se logró en época previa a la colonia, ni el período de la independencia, ni en la Argentina ni en toda América Latina. Durante la época posterior a la independencia, viene todo el enfrentamiento entre unitarios y federales, que de alguna forma refleja algo de esa tensión. Y después tenemos el triunfo de Caseros, que representa un poco el triunfo de la Argentina liberal, que no es sólo porteña porque muchos de los presidentes de la generación del 80 eran del interior del país. Roca era tucumano, lo mismo que Avellaneda, y Sarmiento era de San Juan.

No era Buenos Aires y el interior, sino más bien era una concepción cosmopolita, liberal del país, frente a una perspectiva más vinculada con un régimen muy arraigado en la tradición latinoamericana y que todavía persiste. Yo lo denomino como un régimen patrimonialista, es decir, donde el Estado y las instituciones forman parte de una red de orígenes familiares, comunitarios y feudales frente a la idea de una sociedad organizada a partir de un Estado independiente de las distintas corporaciones vinculadas más por ese tipo de relación.

Entonces, ese enfrentamiento entre esas dos visiones se da desde el siglo 19 y la propia generación del 80, a pesar de representar un poco el triunfo de la Argentina liberal, también tiene algunos vicios de esa cara feudal o patrimonialista. El propio Roca representó un poco esa tendencia y hay un enfrentamiento interno dentro de la generación del 80. Alberdi mismo se enfrenta Roca.

 

PUNTO DE INFLEXION

-¿Hubo en 1930 un punto de inflexión en el paradigma constitucional con el primer golpe de Estado?

-Sí, porque a pesar de los vicios internos que tenía el régimen conservador, con la famosa República Posible a la que se refiere Natalio Botana, la base del constitucionalismo liberal persiste. El golpe del 30 es una tragedia en ese sentido, porque rompe ese paradigma y se entra en una situación en donde después aparecen nuevas formas de pensar la Argentina, desde otro proyecto, y la percepción que más sobresale de las demás va a ser el peronismo.

Este movimiento se sale de esa matriz original liberal que es fruto de Caseros, que de alguna manera fue una imposición, pero en parte fue un acuerdo. El problema posterior es que los propios conservadores, para no perder el poder y por un acto irracional en que quisieron echar a Yrigoyen, terminan rompiendo su propia base y la del país.

-¿Qué sucede después?

-El peronismo va a plantear una alternativa a esa constitución liberal del 53 con otra cosa diferente que no logra subsistir. Recién en la restauración de la democracia del 83 parecía que se volvía a un acuerdo de ese régimen liberal, porque la Constitución Nacional de 1853 volvió a entrar en vigencia y después se la ratifica en gran medida en el 1994 con la reforma constitucional cuando le agregan más derechos sociales. Parecía, en definitiva, que se superaba la grieta.

El Pacto de Olivos entre Alfonsín y Menem pese a ser tan criticado tuvo el mérito, por lo menos, de conservar la base del sistema constitucional argentino. Ahora, el kirchnerismo parece que representa un poco una especie de vuelta a la ruptura con el régimen constitucional de 1853. Aunque nunca la termina de concretar, pareciera que fue una búsqueda de romper eso y de ir hacia otro modelo que ni siquiera se acercaba a la constitución peronista de 1949.

Este surgimiento del kirchnerismo se dio en medio de una crisis que viene antes de su llegada al poder, que es la crisis que se desarrolló en todo el período de la democracia del 83 en adelante, que no se supo resolver la cuestión socioeconómica dentro del paradigma de la democracia liberal, de la Constitución del 53 y del 94. Con lo cual el kirchnerismo aprovecha ese fracaso y plantea romper lo que se venía haciendo e ir hacia algo totalmente distinto.

Si uno analiza los presidentes peronistas de la democracia, a pesar de sus vicios, no habían planteado un cambio constitucional a excepción de la reelección, pero no era una un intento de cambio de las reglas de juego.

PATRIMONIALISMO

-Pareciera que con el cambio de los personajes políticos siempre persiste un antagonismo, una grieta que sigue generando una crisis.

-Para mí la causa que provoca el fenómeno kirchnerista es la decadencia del sistema político argentino, un problema más profundo que subyace y que nunca se resolvió, que es generado por el problema del patrimonialismo. No es muy conocido esa denominación que es previa al kirchnerismo y forma parte de la cultura del Estado argentino desde hace muchas décadas y que atravesó al peronismo, pero también incluye al radicalismo y al macrismo, entre otros.

Es decir, se refiere a toda la manera de comportarse de la de la sociedad argentina, sobre todo en relación al Estado. La definición del patrimonialismo es que el Estado es capturado por distintos grupos particulares que toma las distintas funciones y cargos del Estado como patrimonio propio.

Otra manera de describirlo también es que cuando una administración de gobierno o partido político accede al poder en nuestro país no solo toma los cargos de gobierno y las funciones que le corresponden por derecho, por haber ganado una elección y que son los cargos políticos del Estado, sino que avanza sobre toda la estructura permanente del Estado.

Es decir, captura la planta funcional del Estado, todos los cargos en la función pública y los convierte en parte de su botín político. Al hacerlo, asocia además a esas cajas, como las llamamos ahora, a distintos grupos del sector privado que se ven favorecidos por esa captura.

Si yo accedo al Gobierno y no sólo tengo los cargos políticos que me corresponde, sino que capturo para distintas empresas públicas, los distintos organismos del Estado y todos los convierto en cajas de mi militancia, de mi partido. Y además le empiezo a distribuir beneficios, prebendas a distintos grupos, llámese empresarios, amigos capitalistas, amigo sindicalistas y, ahora, líderes sociales. Entonces convierto el Estado en un gran caja y botín para mí, como político que capture ese Estado, y para mis aliados, en el sector privado.

-¿Qué consecuencias tiene eso?

-Lo que sucede es que se destruye el núcleo central del Estado, que es la función pública. El funcionario pasa a ser mi empleado o mi militante que obedece a las órdenes políticas mías como presidente de turno. Ya no solo me obedece mi ministro y funcionarios, como corresponde en cualquier gobierno, sino que en lugar de cumplir sus funciones, como lo indica la ley y como lo indica las distintas normas que rigen el Estado y sus deberes, se vuelcan al servicio de una militancia política y de una serie de intereses privados que toman esos sectores del Estado como botín propio para su beneficio privado.

-¿Qué impacto tiene esto en el Estado?

-Eso produce la destrucción de varias cosas. Por un lado, del funcionario público que desaparece. En la Argentina quedan pocos verdaderos funcionarios públicos.

-¿Eso abarca a los que han hecho una carrera con méritos para ascender?

-Exactamente eso y, por lo tanto, tiene varias características. En primer lugar, la idoneidad que se refiere a que no es un simple militante o empleado. Luego, la imparcialidad porque no obedece a las órdenes arbitrarias de alguien, sino que sigue lo que dice la Ley y la función que le corresponde. Ahora, si yo no tengo funcionarios públicos y el 95% del Estado está capturado por grupos privados que son distintas capas de militantes que van poniendo los distintos partidos que van gobernando, no solo los kirchneristas, también los macristas y los radicales. Ellos responden a sus jefes políticos y no dejan de ser funcionales del Estado. Por ejemplo, un político en ascenso es detenido por una oficial de policía porque cometió una infracción.

La figura mediática comienza a mostrar que es famosa y señala que conoce a las autoridades jerárquicas por lo que le indica que lo tiene que dejar ir y la policía lo hace por temor.

VASALLO

-¿Qué significa eso?

-Que esa agente no es más policía, no es funcionario pública. Esto lleva a preguntarse por qué en la Argentina no hay estado de derecho y la respuesta es porque no hay quién lo haga cumplir debido a que la policía que tiene que sancionar y hacer cumplir la ley no es más policía. El juez que responde a un político no es más juez y el director de una escuela que obedece a un jefe sindical, no es más director de escuela, con lo cual se destruye la función pública.

El funcionario público es convertido en un lacayo o un vasallo feudal y, dentro del sistema patrimonialista tiene que responder al jefe, no al Estado. Por lo tanto, lo primero que se destruyó es el estado de derecho, porque no hay nadie que haga cumplir esa ley debido a que no existe el funcionario o magistrado que la haga ejecutar.

En segundo lugar, se destruyó algo muy importante que produce el Estado, que son los bienes públicos. Por ejemplo, la Justicia, la salud y la educación, entre otros, que son bienes que no los puede producir el mercado, por lo menos en parte.

Pero al no tener función pública ni estado de derecho los funcionarios, no se genera. Volviendo al tema de la crisis, la Argentina tiene un estado de derecho precario, no tiene funcionarios ni bienes públicos. Por lo tanto, es imposible que tenga también una política económica de Estado. Por ejemplo, se requiere un Banco Central independiente, pero para que exista tengo que tener allí un funcionario presidente que no responda a nadie, que dure seis años, que sea independiente y que defienda la moneda para que sea inamovible, intangible e intocable.

-¿Pasa esto en la región?

-En Perú hay un despelote político impresionante. Hay continuo cambio de presidente, pero el Banco Central no se toca. Ahora, ¿alguien ve alguna crisis económica en Perú? No, porque hay estabilidad. En la mayoría de los países hay un cierto patrimonialismo, es decir, hay partes del Estado que están capturadas, pero el 60% se conserva independiente. Así tienen el Banco Central y la mayoría de los jueces y la policía trabajando. En la Argentina está todo tomado. Entonces no puede funcionar y esto genera crisis tras crisis, porque al no haber ninguna política pública independiente de los intereses del momento, todo el Estado está puesto al servicio de distintos grupos interesados en que esto no cambie y la única estabilidad que pueda haber es la de la esa captura que mencioné antes.

-¿Qué se debe hacer para volver a recuperar el estado de derecho?

-Creo que es una oportunidad no sólo de recuperar de a poco la racionalidad económica y la independencia de los poderes, entre otras cosas, sino también de ir a la raíz de por qué surgió el kirchnerismo y que para mí fue el patrimonialismo de siempre de la Argentina que lo causa.

PROBLEMA SOCIAL

-¿Cómo explica que pese a la desilusión electoral se termine votando a los mismos personajes políticos?

-Para responder eso hay que también hablar del problema social, en la medida en que después del 2001 la situación se agravó y pasamos a otro escalón de pobreza mucho más alto. Antes de 2001 la pobreza rondaba, aproximadamente, el 20%, pero a partir de 2001 pasamos a un piso de 40% y nunca bajó.

Por otra parte, la reforma de la Constitución del 94 le dio una sobrerrepresentación al conurbano bonaerense, donde están los sectores más pobres. Eso permitió montar todo un sistema de reparto de recursos para los sectores más carenciados con todos los punteros que siguen ahí y la gente los vota porque saben que es la comida o el plan de todos los días.

Con lo cual tiene bastante lógica para pensar en que hay todo un sector que va a seguir votando al candidato del mismo partido, por ejemplo, en La Matanza. Pero igual creo que el piso ha bajado mucho más y mucha gente que puede discernir o que tiene capacidad de sacar un poquito más la cabeza del agua esta vez va a optar por otras cosas. Ahora apareció la irrupción de Milei que agregó un tercer grupo para votar.

-¿Qué camino posible hay para salir de esta grieta?

-Percibo que habrá una cambio gradual debido a que los recursos son limitados. Quizás toda la riqueza original de la Argentina generó ese espejismo que hoy todavía tenemos como reflejo, pero para mejorar la situación real habrá que replantear qué queremos cómo país.