Engaños con rostro femenino

Maestras del engaño

Por Tori Telfer

Impedimenta. 379 páginas

Los grandes estafadores de la historia, los autores de fraudes, engaños e imposturas resonantes les suelen caer bien a quienes cuentan sus historias, en especial si no fueron ellos las víctimas de sus trapisondas. Por eso hay una larga tradición literaria y cinematográfica dedicada a exaltar estos “pícaros” que emplean su inventiva para apropiarse del dinero y la reputación de otros.

Mucho de esto se ve en el libro Maestras del engaño, de la periodista estadounidense Tori Telfer. El repaso que ofrece por algunas de las principales “estafadoras, timadoras y embaucadoras de la historia” está narrado con un tono comprensivo y hasta simpático aunque no apologético ni mucho menos ideologizado.

El libro es una muestra bastante típica del periodismo de divulgación estadounidense. No hay ambiciones literarias ni grandes pirotecnias de estilo, o al menos no se perciben en la traducción. Mandan la claridad y la información antes que el lucimiento de la autora, que no distrae la atención del curso del relato. Esta es la segunda obra de Telfer después de Damas asesinas, publicada en español en 2019, y con la que esta nueva recopilación establece un vínculo evidente.

La mayoría de los casos tratados corresponden a las últimas cinco décadas, aunque el que abre el volumen es el célebre y muy transitado “escándalo del collar” en la Francia de Luis XVI y María Antonieta. Se visita además el papel de ciertas fabuladoras en los orígenes del movimiento espiritista en el siglo XIX y sus ecos en la cultura negra estadounidense en los comienzos el siglo XX. También se recuerdan algunas de las imaginativas mujeres que pretendieron usurpar la identidad de la princesa Anastasia, hija de los últimos zares de Rusia y fusilada como el resto de su familia por los bolcheviques en 1918.

Los ejemplos más recientes exhiben gran creatividad para la mentira y un desmedido afán de lucro a tono con la época. Estas modernas timadoras defraudaron a compañías de seguros, entidades como la liga de fútbol americano (NFL), estrellas de Hollywood, gobiernos de distintos niveles, asociaciones de bomberos y hasta a las víctimas de los atentados del 11-S, catástrofe que según la autora fue una auténtica cantera para las defraudadoras profesionales. “Era algo tan enorme que dejaba mucho espacio para los impostores —señala—. Con miles de muertos, ¿quién iba a tener tiempo o la capacidad para comprobar y verificar cada historia?”

Si estas fabuladoras tuvieron tanto éxito en el transcurso de los siglos fue por su insólita osadía y por lo convincente de sus actuaciones, pero también por la credulidad que sigue despertando una mujer vulnerable, dolida, que exhibe en carne viva sus presuntos pesares y necesidades y pide ayuda.

“Esto es lo que nos hace vulnerables —escribe Telfer en su conclusión—. Si quisiéramos acabar con las estafadoras, bastaría con que no confiáramos nunca más en nada ni en nadie. Bastaría con que cerráramos puertas y ventanas y miráramos con recelo por las mirillas o las ranuras de los postigos. Pero ¿valdría la pena? La existencia de las embaucadoras tal vez sea el pequeño y amargo precio que pagamos por la capacidad de confiar en la gente…”.