Hispanidad, un pasado para el futuro

Hispanidad. Escritos en defensa propia

Por Ignacio F. Bracht

Maizal Ediciones. 154 páginas

Si es verdad que la historia es magistra vitae, va de suyo que cualquier mutilación que ésta sufra dejará a la vida sin maestra. Porque lo que trae el pasado siempre estará, y el presente resultará inexplicable para quien no pueda mirar de donde vino. Es lo que el historiador Ignacio Bracht, empeñado en decir las cosas como son, señala en esta serie de artículos al hablar de la hispanidad.

La hispanidad es un fenómeno único y se diferencia de cualquier otra acción colonizadora del último milenio. Comenzó en el siglo XV como la fusión de dos culturas, la América indígena y la América española; esta última, a su vez heredera de la grecolatina, cuna de la civilización occidental-cristiana, a la que se sumaron migraciones y aportes posteriores.

En su momento la hispanidad sufrió los embates de la leyenda negra y hoy es castigada por una neoleyenda negra que tuvo como símbolo mayor degradar a Colón y junto a él declarar criminal al misionero de California fray Junípero Serra, así como negar la presencia del imperio español en el actual territorio estadounidense y silenciar las misiones.

Más allá de alguna justificada indignación, Bracht buscó rescatar y enaltecer eso único y peculiar que llevó a cabo la Corona de España, junto a laicos y órdenes religiosas, cuando crearon universidades, hospitales, imprentas y colegios de estudios de artes, tanto para peninsulares como para nativos y criollos, desde Alaska al cabo de Hornos. Asimismo, destaca que la lengua española, hoy la lengua occidental más hablada, fue un fundamento de comprensión e identificación.

Al acusar hoy a Colón de genocida no sólo se falta a la verdad sino también al sentido común, ya que lo único que hizo el Almirante fue tropezar con América en su intento de llegar a la India. Es cierto que la conquista posterior conoció momentos oscuros, pero esas páginas negativas no pueden ser atribuidas a Colón, porque que no fue ese su tiempo.

Cuando se desmontó a Colón y se lo reemplazó por Juana Azurduy, hubo el absurdo de contraponer personajes de la historia. Y otro absurdo más: el no ver que, en realidad, también ella es representante de la hispanidad. Sin duda, Juana Azurduy merece ser recordada, pero no como contrapartida de Colón y de España.

De la misma manera, el 12 de octubre, Día de la Raza desde el decreto del presidente Hipólito Yrigoyen en 1917, se reemplazó por un anodino y difuso Día del Respeto a la Diversidad Cultural.

Las banderas y los escudos corrieron destinos parecidos en este destruir significados. Como ejemplo devastado, allí está el escudo de la Ciudad de Buenos Aires dado por Juan de Garay en la segunda fundación, que fue derrotado en el uso por un logo bicolor de rayas mudas.

Al enunciar otros ejemplos de esta guerra a la hispanidad, el autor muestra que no es una moda de los tiempos sino una ideología. Contrasta con países tan diversos como Suiza, Austria, Israel, Turquía, Italia o Chile, que no le temen a la heráldica y su significado, ni a la cruz, ni al león rampante, ni a las águilas o a la flor de lis, porque cada uno de estos símbolos representa su pasado. El libro ilustra este tema con distintas banderas y escudos en color.

Es una valiosa característica de Ignacio Bracht buscar en la historia las voces silenciadas que no llegaron a los oídos comunes.

Ya que la hispanidad es un concepto que une, el historiador llama la atención sobre este riesgo real de escribir una falacia que alimente odios, justifique atropellos y destruya la identidad, a la par que llama a reflexionar acerca de cuánto hay de hispanidad entre nosotros y por qué es necesario defenderla. El libro contiene artículos publicados por distintos medios, el primero de ellos en La Prensa en el año 1988; otros, en La Gaceta Mercantil y en La Nación.

 

Carmen Verlichak