Macri jubilado, oposición sin líder

Con su renuncia a la candidatura presidencial Mauricio Macri dejó sin liderazgo al antipopulismo. Se trata de un espacio electoral que oscila entre el 40 y 51% de los votos como quedó a la vista desde el restablecimiento democrático en 1983.

Hoy los detractores del populismo tienen como única alternativa dos dirigentes del PRO, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. La UCR no cuenta porque ninguno de sus candidatos tiene siquiera la mitad de la intención de voto de Macri. Si Macri abandonó la carrera guiándose por encuestas adversas, las candidaturas de Facundo Manes o Gerardo Morales no pasan de fantasías.

El prolongado liderazgo de Raúl Alfonsín terminó reduciendo a la UCR a una estructura de poder de segundo plano, incapaz de generar una figura que enfrente al peronismo. El último que hizo esa tarea con éxito, Fernando de la Rúa, fue saboteado desde dentro por el Alfonsín, que profesaba un peronismo “light” barnizado de socialdemocracia.

El PRO es una invención de Macri que funcionó como herramienta para derrotar al peronismo, pero no para gobernar.

No tenía ni tiene el volumen de poder imprescindible para hacer la transformación que modernice al país. Un país que sigue atado a un sistema corporativo impuesto en los años 40 del siglo pasado por los militares, el sindicalismo y la “burguesía nacional” con la bendición de la Iglesia.

Contra toda la mitología populista el PRO es el representante genuino de un numeroso sector de la sociedad, no de las corporaciones cooptadas en su casi totalidad por el peronismo. Ese sector social confió en Macri para salir de esa pesadilla interminable, objetivo que no fue alcanzado en el período 2015-2019. Ahora deberá buscar un líder de reemplazo porque el que votaba se acogió al retiro voluntario. Para peor en medio de una crisis sin horizonte. Si Macri no pudo enderezar el barco en 2015 con una situación económica menos desesperada, su aspirante a sustituto enfrentará una situación mucho más compleja.

Desde los años ‘40 la Argentina entró en un proceso de decadencia que no se revertirá gobernando en acuerdo con el peronismo, ni con los empresarios que viven haciendo negocios con el Estado (desde el famoso Lázaro hasta los menos conspicuos que se benefician con los “mercados regulados”), ni con los sindicalistas/empresarios, ni con los medios mantenidos a pauta oficial, ni con los piqueteros, fundadores de partidos con dinero público.

En síntesis, Macri tomó la decisión de jubilarse ante la posibilidad de ser derrotado en las urnas (en particular en la provincia de Buenos Aires) y ante otra posibilidad no menos desalentadora: ganar la batalla de las urnas, pero no estar en condiciones de hacer la transformación radical que el país exige para salir de más de 70 años de decadencia y fracaso.

El último libro que publicó lleva como título “Para qué”. ¿Para qué competir por un poder débil que impide hacer lo que hace falta, pero no cargar con la responsabilidad del inevitable fracaso? Esa es la pregunta que debe ser respondida para entender al menos en parte la decisión del ex presidente y la situación en que dejó al antipopulismo que deberá reconfigurarse porque hoy tiene una estructura electoral para competir, pero carece de líder para poner fin a la larga agonía de la república corporativa.