Pese a la grave situación, treinta y seis intelectuales brindan esperanza señalando que hay luz al final del túnel

Claves para el resurgimiento argentino

El intelectual Pedro Luis Barcia fue el coordinador de un libro de ensayos destinado a los gobernantes para que puedan hallar en sus páginas sugerencias e ideas para romper el ciclo de errores que atraviesa el país.

­La pandemia marcó indudablemente la vida del ensayista Pedro Luis Barcia, que fue director de la Academia Argentina de Letras de 2001 a 2013, y de la Academia Nacional de Educación de 2012 a 2016. El lingüista e investigador argentino aprovechó los meses de reclusión en su hogar por el advenimiento del covid para terminar 26 libros que habían quedado inconclusos en su escritorio. ``No soy ningún mago para hacer libros: estaban abandonados y les faltaba un retoque'', enfatizó durante una entrevista con La Prensa en el marco del lanzamiento de ``El resurgir de la Argentina'', publicado por la editorial Docencia, que lo tiene como coordinador y alma mater del proyecto.

Quienes conocen a Barcia, con su energía e inquietud intelectual constante, no se sorprenderán por el dato que en tres meses logró convocar, editar y publicar esta obra compendio de las ideas de treinta y seis intelectuales. Cada uno aportó ensayos de distintas áreas temáticas con el fin de dar esperanza ante la grave situación que está viviendo el país. Así, nombres como Marcos Aguinis, Abel Albino, Paola Delbosco, Rosendo Fraga, Alieto Aldo Guadagni, Miguel Angel Iribarne, Juan José Llach, Abel Posse, entre otros distinguidas personalidades, participaron del proyecto.

Barcia destaca que ``el libro es en realidad un manual, en el único sentido de que se ofrece a la mano de los gobernantes que puedan hallar en estas páginas sugerencias, estímulos, ideas canalizables en acciones de gobierno. El nuestro es un gesto de asistencia patriótica''.

-Usted plantea la importancia de las tres P: poco, posible y permanente, ¿a qué se refiere con esto?

-Todo lo que en la vida se tiene que organizar, hay que hacerlo con prudencia y de a poco. Esto indica que no se puede atropellar ni modificar todo desde raíz. Segundo, que no se largue una utopía ligera, sino una realizable. Es decir, que sea posible que se encarne en la realidad. Y, en tercer lugar, cosa que los argentinos no tenemos, es la permanencia en esa línea de trabajo en un proyecto. Nosotros nos caracterizamos desde hace siglos por estar reinaugurando totalmente todo. Empezamos todo desde cero. Entonces, lo que importa es lo permanente, es la continuidad de la acción en cualquier campo que se trabaje. Por eso el lema era poco, posible y permanente.

-Sobre la permanencia a la que se refiere, ¿puede ser una de las razones por las cuales siempre de forma cíclica caemos en los mismos problemas?

-Yo he llamado a eso sisifismo, según el mito del Sísifo: el tipo empuja la piedra hasta arriba y se le cae. Entonces, estamos en un círculo vicioso donde los mismos problemas por distintos gobiernos, en distintas épocas y no terminamos de salir nunca de ese círculo que nos aprisiona. Por eso, una de las tendencias fundamentales que hay que romper es retomar desde cero todo de nuevo, y es que nos lleva a un círculo que no tiene salida. Por eso los ensayistas argentinos ya lo han señalado desde muy temprano a esta tendencia argentina a reiterar las mismas cosas en distintas épocas, los mismos errores. Un ejemplo es el caso de los precios fijos. Eso es algo que se ha reiterado con fracaso diez veces y se sigue insistiendo con lo mismo.

-¿Es por falta de memoria o de nuevas ideas? ¿A qué lo atribuye?

-Es falta de lectura de la historia. Si se la lee y se ve cómo se han aprovechado y desaprovechado las ocasiones y qué cosas se han fructificado y qué cosas no han servido, de ahí tenés que tomar la lección. Se repite mucho que la historia es la maestra de la vida, pero nadie le da artículo a la maestra. Es decir, la gente no es histórica, sino que es muy presentista, está en el momento, en lo actual. Al no tener conciencia histórica, tampoco tiene experiencia en la vida, porque el argentino la concibe como repetir las mismas cosas varias veces. Y eso no es experiencia. La experiencia para conocer a la mujer no consiste en andar con 15 mujeres, consiste en andar profundamente con una y sondear cómo es la mujer en sí. Si no, te lleva a una especie de donjuanismo permanente que no genera nada.

-Pareciera que ni de la propia experiencia e historia personal se aprende y se termina cayendo en los mismos errores, ¿no?

-Uno de los artículos del libro es de Luis Alberto Romero, y él lo que está diciendo es que nos falta releer nuestra historia inmediata, repensarla y verla en qué nos puede ayudar para el presente. Porque la frase que se repite siempre es la de Cicerón, que decía que ``la historia es la maestra de la vida'', pero a esa docente nadie la atiende. Entonces, si uno escuchara atentamente lo que se vivió en determinado momento económico del país y el fracaso por donde vino, puede todavía ir sacando experiencia. La pericia es exprimir el pasado buscando enseñanza para aplicar en el presente.

EDUCACION

- Siempre se habla de la educación como basamento de cualquier sociedad, ¿qué nos está pasando hoy en esta área crucial? ¿es parte responsable de la decadencia que hoy vivimos?

-La clave de la decadencia está en la educación. Porque si se educan personas convivibles y dialogantes democráticamente; con sentido ético de la vida, de responsabilidad, de aplicación en el esfuerzo, entre otras aptitudes, todo esto genera carácter en la gente. Si no producís esto, no tenés ciudadanos y sin ciudadanos aptos, no tenés país. De modo que la clave siempre está en la educación, que es la que tenemos que atender.

Por otra parte, en esta área hay una cosa fundamental que es quién enseña. Es decir, lo que es clave en estos momentos es la formación de los maestros. Ahora, ¿qué dificultad tenemos?: que suele estar en manos de gente que es imperita. Un dato que es grave es que la Argentina tiene casi 1.500 institutos de formación docente. Es una imposibilidad física que tenga este número, que creció a la luz de la enseñanza privada y de la oficial, porque no tenemos ese número de especialistas para formar. Entonces, quienes instruyen a los docentes son personas que no están capacitadas. El docente sale torcido. A partir de ahí perdiste todo el sistema.

-¿Por dónde hay que empezar?

-En esta área hay que comenzar por modificar, renovar y actualizar las formas de educación docente. Nosotros tuvimos una escuela normal que era tal porque daba normas, pero hemos caído hoy en la formación docente que es absolutamente anómica, no te da ninguna pauta ni contenidos ordenados. De modo que, en síntesis, el problema de la educación es la clave de la sociedad y el problema de la educación en sí es la formación de los docentes. Si no atendemos a esto con exigencia, con disciplina, esto no va a funcionar.

-Los alumnos que terminan el secundario con un título en la mano no siempre pueden acceder a un trabajo o a la universidad porque les falta contenidos educativos o no entienden los textos, ¿sirve hoy ese diploma o es una estafa?

-El título sigue siendo una estafa, pero tiene una facilidad para entrar a una universidad porque ésta ya no pide examen de ingreso por ley y se aprobó en las cámaras legislativas. Hoy está prohibido tomar cualquier examen de ingreso para ver el estado de conocimiento del alumno y su capacitación. La estafa sigue porque no los han capacitado suficientemente en el proceso primario y secundario, entran a la universidad sin base suficiente, encaran una carrera y acá se bifurca el camino.

-Muchos abandonan.

-La mitad de los estudiantes que ingresó se pierde en la nebulosa, no llega a recibirse. Y los que se reciben, el número de los capacitados profesionalmente es muy reducido porque cada vez se ha ido facilitando más el avance, no el progreso. Así que el avance en los años de la universidad con facilidades de todo tipo y lo que sacan son profesionales discapacitados que van a ser un peligro social. Un médico o un arquitecto discapacitados genera un terremoto después en la sociedad.

CAPITAL HUMANO

-Si ese es el capital humano que después tiene que empujar el sector productivo para crecer, ¿hasta dónde puede llegar con esa falta de calidad?

-La clave está en que se deja de lado el valor del esfuerzo, de la disciplina, el del orden, todo lo que hace que una persona progrese y crezca en la vida. Progresar significa avanzar, pero además subir de nivel. Y esto es lo que precisamente nos está faltando debido a que la meritocracia -es decir, la condena del mérito que han adoptado las autoridades- es desgraciada para la proyección de la persona. La achata. Han convencido a la gente que se puede llegar de cualquier manera y la realidad después los tira al suelo, los barre, porque es cruda. Entonces el pibe que viene mal formado, sin capacitación, sin disciplina, sin orden, sin costumbre de horario, ¿qué va a hacer? ¿Qué trabajo va a aceptar si al poco tiempo lo van a descalificar?

-Se podría decir que es un sistema perverso, porque también al no haber evaluaciones, ¿cómo se puede gestionar una mejor política pública si no se sabe en qué situación están para sacar un diagnóstico?

-Es tal cual. ¿Para qué una persona va al médico?, va para que le haga un diagnóstico. No va para que le dé un remedio que no sabe para qué sirve. Lo que nos está faltando es este sentido evaluativo que señala dónde se encuentra parado y cuál es su situación. Sin ello, ni en la salud ni en la vida se puede avanzar y en educación, menos.

-Entonces, ¿qué es lo que han hecho los gobiernos sucesivos? 

-Han ido dejando de lado la evaluación, la ha ido facilitando. Hemos salido del sistema universal de evaluación por trampa, que ha sido muy triste, y cuando entramos de nuevo, entre 67 evaluados del mundo entero, estamos en el número 65. En las décadas del 1940 y 1950 estábamos por encima de Finlandia, de Dinamarca y todos los países que ahora son modelo. Empezamos a caer por la ladera y ellos a subir. De modo que tenemos que rescatar este sentido de cada paso que se da, evaluar cómo va.

La evaluación no es una limitación, sino que señala que falta esto, se completa y se avanza. Es una ayuda, pero en realidad lo que se ha hecho es ir debilitando cada vez más a la persona, diciéndole que progresa, pero la empujan hacia adelante sin ninguna arma.

GRIETA

-¿Cómo se hace para salir de esta grieta que está casi naturalizada? ¿Hay algo que usted vea como una luz al final del túnel?

-Toda mi vida, como la de cualquier argentino, ha sido siempre de batallar, porque hemos luchado en la universidad, siempre en un bando y el otro. No llegábamos a sentirnos enemigos, sino adversarios. Yo he trabajado desde muchacho, he sido hombre de pelear en la universidad y en la calle. Aclaro, pelear en el sentido de discutir. El antagonismo -la oposición, inclusive- es una forma política. Cuando se va a una elección, siempre se generan estas opciones radicales para que optes por una cosa o por otra. Pero esto, que simplifica mucho la realidad, es un instrumento político y está bien que se use y se ha usado. Sin embargo, a lo que hemos llegado ahora con lo que se llama brecha es a una descomposición total de la coexistencia social. Ya no tenemos diálogo entre nosotros, porque en mi época discutíamos hasta el cansancio en las asambleas universitarias, pero teníamos esta posibilidad de escuchar al otro. Ahora, el otro es negado directamente, el otro no existe, le quitan toda posibilidad.

-Se hace imposible el diálogo.

-Efectivamente. ¿Cómo es posible que se vaya a dialogar con gente que tiene esta postura? Esta es la primera dificultad grande. La otra alternativa es la opción mágica de creer que diciendo ``vamos a superar la brecha, todos somos iguales'' se va a cambiar la realidad y esto no es así. Lo único que yo creo que se puede hacer, en este sentido, es comenzar con acciones de gobierno acertadas, planificadas, proyectadas a futuro y que todos los argentinos vayan advirtiendo que estamos mejorando en algo. Así, de un lado y del otro de la grieta, todos nos vamos a sentir mejor y este beneplácito gradual que se puede ir instalando, esta atmósfera de convivencia, es lo único que puede zanjar las diferencias.

-¿Y mientras tanto?

-Entre tanto, las fórmulas mágicas de la grieta se acabaron, no existen. Y el creer que se puede dialogar con el que acentúa las fisuras como sistema de gobierno, tampoco. Porque cuando uno se pregunta por qué razón es que estamos en este nivel de educación, es porque es útil a un manejo político. Cuando se tiene a la gente discapacitada para pensar por sí misma, si no tiene mente crítica, es apta para ser arreada. Esto es lo primero. No piensa por sí mismo. Entonces, es fundamental el no nutrirla, sino hacerle creer que come, pero no darle nutrientes, sino una `premasticación' para que ni siquiera tengan el trabajo de salivar. Y así van educando a la gente en una especie de statu quo. No hace esfuerzo y puede vivir hacia esa asignación. Esta es la negación del trabajo.

PARADOJA

-Es una situación como la que dan una heladera a gente que no tiene electricidad, ¿no?

-Eso es otra de las paradojas que en campaña se ven, se advierten. Cuando Perón decía que el ``trabajo dignifica al hombre'', eso es cierto y el trabajo tendría que ser la base de preocupación de los gobiernos. Pero también aquello que decía Epaminondas, que había leído Perón porque lo cita en un par de discursos. Este general y político griego decía que ``el hombre exalta el trabajo'', porque una criatura que está hecha para pensar, se ponga a trabajar, esto es dignificante para la labor que hace. El hombre, lo que toca con trabajo, lo ennoblece.

-En su libro, se menciona que la crisis puede transformarse en un renacimiento, ¿cómo podemos lograr eso?

-Lo primero que hay que hacer es aquello que dice Marcos Aguinis. No hay que buscar salvadores, hay que buscar una solución. Entonces, los argentinos tenemos una tendencia a buscar el Salvador, el hombre iluminado, el Mesías, que te saque del problema... No, no es así. El esfuerzo es de todos, es comunitario. Entonces, como dice Aguinis, lo que hay que buscar es solución a los problemas para poder salir adelante y no esperar que alguien nos saque sin esfuerzo nuestro.

-¿Cómo se consigue eso?

-Yo insisto, sin proyectos de una nación grande, de una planificación en grande con futuro, esto no camina. Acá no podemos seguir con parches ni con recetas de transición. Aquí lo que hay que hacer es diseñar una Argentina grande, potente e integrada al mundo, y todo esto se hace con una planificación. Esta que sirve de guía para el trabajo y el camino, y convocar a que todos nos sumemos. La transición hacia el resurgimiento va a ser difícil, pero hay posibilidades, porque si 36 intelectuales contestan a la convocatoria es porque están en la misma tónica de que es posible proponer cosas y soluciones con la esperanza de que los políticos, que deben crear políticas de decisiones de Estado y políticas de Estado, lo lean. Así que tenemos un grupo importante de intelectuales que no están a la bartola o que no responden a aquello que decía el padre estúpido, a quien el niño le decía ``¿para qué sirve la veleta, papá?'' y el padre le respondía: ``Para indicarle al viento a dónde tiene que soplar''. Bueno, esta es la inversión de la realidad. Estos intelectuales, que yo estimo y agradezco tanto que hayan respondido con esta facilidad, están dispuestos a avanzar en pequeños cambios, siempre con las tres P, sin precipitación, pero con permanencia

-¿Cree que hay posibilidad de que se logre?

-Yo creo que hay posibilidad. La esperanza no es una virtud únicamente. En estos momentos para todo argentino la esperanza es un deber.