Melania Lenoir y Carla Calabrese comparten la dirección de 'Consentimiento', estreno de esta semana en el Maipo­

Un teatro que ayuda a repensarnos­

Escrita por la dramaturga inglesa Nina Raine, la obra llama al espectador a una toma de posición sobre un caso de violación y sus derivaciones morales, legales y afectivas. “Es una propuesta necesaria”, aseguran.­

Estrenada en el National Theatre de Londres en 2017, 'Consentimiento' ('Consent') es la cuarta obra en la carrera de la dramaturga inglesa Nina Raine, de quien aquí ya se vio 'Tribus' (segunda pieza de su cosecha), dirigida por Claudio Tolcachir en 2015. 'Consentimiento' llega esta semana a Buenos Aires precedida de elogiosos comentarios por la profundidad de los tópicos que aborda y, por eso mismo, envuelta en un debate de candente actualidad.­

A riesgo de ser injustos con la rica variedad de temas que pone sobre la mesa, podría decirse que 'Consentimiento' coloca la lupa sobre las relaciones humanas atravesadas por la sentencia 'no es no' y sus derivaciones hacia la ética profesional, el rol de la Justicia, los mandatos culturales y el valor real del amor en la pareja. Amén de unas buenas pinceladas de humor y del uso de un lenguaje ciertamente audaz, tal vez lo más interesante de la propuesta sea que invita al espectador a una toma de posición, no dentro mismo de la sala pero sí en la charla posterior a la función.­

Estrenada el martes con la presencia de la autora, la obra realizará funciones los sábados y domingos en el teatro Maipo, con un elenco integrado por Melania Lenoir, Diego Gentile, Alejandra Perlusky, Bruno Pedicone, Daniela Pantano, Iride Mockert y Sebastián Suñé, dirigidos por Lenoir y Carla Calabrese ('Come From Away', 'Shrek', 'El curioso incidente del perro a medianoche').­

“Llego al estreno con la satisfacción de saber que estamos trayendo a la escena comercial algo diferente y necesario”, comparte Mela Lenoir con La Prensa en un alto de los ajustes finales. “Si bien yo ya había dirigido cosas más pequeñas, esta es la primera vez que verdaderamente me siento directora, y es un privilegio tener a Carla como codirectora y como una suerte de mentora también”.

-¿Qué representa para usted este proyecto en lo personal?­

-Es un desafío enorme iniciarme en una sala tan grande y con una productora como The Stage Company, que hace obras de una calidad tan disfrutable. Es natural que tenga mis inseguridades y que quiera estar a la altura. Al mismo tiempo hubo algo de la forma en la que pensamos el proyecto, que fue hacer una obra a nivel comercial pero desde un lugar donde lo que prime sea el texto, que me resulta muy potente. Yo la describo como una fusión entre el teatro independiente y el comercial. La puesta apoya a nivel poético lo que el libro propone. Ahí está el desafío.­

 

­EQUIPOS­

Junto con la codirección, Lenoir asumió el reto de adaptar la obra y tuvo una activa participación dentro de la producción, “no por una pretensión personal -aclara- sino por la manera misma en que concebimos el proyecto”.­

-Y todo eso formando parte también del elenco.­

-Fue una condición que me impuso Carla, 'la hacemos siempre que vos la actúes'. En ese sentido, me gusta poder derribar el mito de que el que dirige no puede actuar. En verdad, el secreto es saber cómo armar equipos para que eso sea posible. Sin duda, tener una codirectora es lo que hace que yo pueda subirme hoy al escenario.­

-¿Cómo llegaron a esta obra?­

-Yo la había leído hace tiempo y se la mostré a Carla. The Stage Company es una compañía teatral que se destaca por presentar obras que siempre tienen un mensaje, que intentan que el espectador se vaya transformado del teatro; no todo es mero entretenimiento para ellos. Y me pareció que esta pieza particularmente tenía algo muy interesante que contar. Le dimos vuelta al proyecto un par de años esperando la ocasión, y a fines de 2022 Carla me dijo que creía que el momento era ahora.­

-¿Por qué razón?­

-Sin duda, es una obra reveladora, que puede abrir debates importantes, necesarios y muy actuales. Cuando Nina Raine la escribió fue una adelantada a su tiempo porque lo hizo incluso antes del MeToo y la obra habla, no sólo sobre el consentimiento sexual entre adultos sino también de la traición, la mentira, la infidelidad, de la forma en que el sistema judicial no está preparado para amparar a las minorías. Aborda también el derecho sobre nuestros cuerpos y la responsabilidad de nuestras acciones. Pone en escena muchos temas que hoy están pidiendo tener visibilidad. Bruno (Pedicone, su pareja y actor de la puesta) decía hace unos días que hay obras que abren preguntan y otras que cierran respuestas. Esta, sin duda, va a abrir muchos interrogantes, la gente se va a ir del teatro debatiendo. Mucho de la subjetividad del espectador va a entrar en juego porque son temas que tienen que ver con la propia moral.­

-Frente a estas cuestiones siempre está el riesgo de caer en lo ideológico. ¿Tuvieron miedo de que eso ocurra?­

-No, porque la obra está escrita desde un lugar muy equilibrado, no es partidaria ni ideológica. Plantea una situación, una aparente violación, y nos interpela sobre quién tiene razón. Cada espectador lo va a analizar desde su propia subjetividad, y eso es lo interesante. Es algo similar a lo que ocurre en `Un enemigo del pueblo', que te obliga a tomar partido.­

 

­SIMBOLOGIA­

La primera puesta argentina de 'Consentimiento' tiene la particularidad de que su escenografía está construida con un único material, el cartón. “Hay ahí un concepto vinculado con lo descartable, con vínculos que parecen firmes y en realidad son muy frágiles. El mobiliario de cartón me da a mí esa sensación, si lo mojo se deshace, si le acerco un fósforo se consume. Por otra parte, hay en la obra toda una simbología en torno a mirar a través de ventanas, a la luz que ingresa por ellas y a echar luz sobre determinadas situaciones. Esto hace que el escenario se convierta en una suerte de maqueta, lo cual le quita el peso de lo literal”, explica la directora y actriz.­

“En muchos sentidos Carla es una productora y directora muy valiente al animarse a hacer algo así. Este tipo de propuestas no son habituales en Buenos Aires. Entiendo a quienes hacen comedia, los argentinos estamos pasando momentos muy difíciles y la gente busca el entretenimiento para alivianar la angustia que vive en su casa. Pero Carla y yo consideramos que el arte debe tener un eje transformador, nos debe ayudar a repensarnos como sociedad. Tener está posibilidad en el teatro comercial es un lujo. Ojalá más gente se anime a traer obras así”.