Seguridad: el factor decisivo en las aplicaciones móviles

Los smartphones son inseparables de las aplicaciones que nos ofrecen. De hecho, eso es lo que lo vuelve inteligente a un teléfono común y corriente y es lo que ha convertido al sector del desarrollo de aplicaciones uno de los más pujantes de la economía digital. Pero aunque hoy nuestros teléfonos son capaces de contabilizar nuestros pasos, controlar las calorías que consumimos o prender y apagar electrodomésticos de casa en forma remota, el interés por las aplicaciones y sus múltiples usos se ha corrido progresivamente de lo que ofrecen en sí, a cuán seguras son.

Este giro es el que registra la última encuesta global de Appdome, una empresa estadounidense que se dedica al desarrollo de seguridad para aplicaciones. Se trata de un sondeo a 25.000 usuarios de 12 países (Argentina incluida) que muestra que las expectativas de estos usuarios sobre la seguridad de las aplicaciones móviles nunca han sido tan altas. En términos porcentuales, el 62% de los consumidores dice que la protección y las funciones de seguridad de las aplicaciones móviles son igualmente importantes que las funciones que ofrece, e incluso un 24% afirma que la seguridad de una app es, de hecho, todavía más importante que sus prestaciones.

La encuesta de Appdome presenta tres conclusiones principales que cualquier equipo de desarrolladores o empresa que está dispuesta a dar el paso en el camino de las aplicaciones haría bien en conocer.

La primera es que los consumidores que usan aplicaciones antes que la web para sus compras y consumos están creciendo a un ritmo acelerado. Esta preferencia representa un verdadero cambio de era, pero la mayoría de los presupuestos cibernéticos de las grandes marcas están hoy enfocados en la protección de los activos en la web, y no tanto en las aplicaciones. Esta desconexión no está teniendo en cuenta que el consumidor ha seguido su propio camino, dejando a la web atrás para abrazar las aplicaciones móviles más que nunca. Este cambio requiere que las marcas de consumo masivo y sus equipos de ciberseguridad que las protegen empiecen a transitar un cambio de mentalidad (y presupuesto) hacia un nuevo paradigma de “apps primero” que los adapte a la nueva realidad del consumidor.

La segunda es que los consumidores están cambiando la narrativa sobre el debate entre la seguridad de las aplicaciones móviles y las características que ofrecen. Esto hace que los equipos de desarrolladores y CISO enfrenten expectativas de seguridad multidimensionales. Ya no es suficiente, como lo era hace un tiempo, proteger las apps con un código, la huella dactilar o preguntándote el nombre de tu primer mascota. Ahora, cada consumidor es primero un consumidor móvil y sus expectativas sobre qué protecciones se necesitan para cada aplicación de Android e iOS son grandes, complejas y reales. Por ejemplo, el panorama de amenazas incluye piratería, malware y fraude, además de riesgos de seguridad como las filtraciones de datos. El estudio muestra que hoy los consumidores consideran una amenaza del mismo calibre que las mencionadas el hecho de que un desarrollador lance una aplicación desprotegida.

En tercer y último lugar, la voluntad de los consumidores de ser promotores de una marca está directamente relacionada con la protección de sus aplicaciones móviles. El porcentaje de consumidores que se declaran dispuestos a abandonar una marca cuya app esté floja de papeles en materia de protección es alto. De hecho, para los consumidores es lo mismo enterarse de que su app es deficiente que sufrirlo en carne propia: el 70% la dejaría de usar en cualquiera de los dos escenarios. A la manera de un espejo invertido, el 94% de los consumidores estarían dispuestos a recomendar y reseñar positivamente una aplicación si ésta cumple con estándares suficientes de seguridad. Esto es música para los oídos de cualquier departamento de ventas.

Como vimos, los datos muestran que las apps son ahora el canal dominante para casi todos los aspectos del trabajo y la vida personal y están eclipsando a los canales tradicionales, basados ​​en la web. Esto hace que los consumidores esperen y exijan que sus datos estén protegidos de forma sólida y coherente, y se espera que el techo de estas expectativas suba en paralelo a la expansión de las aplicaciones móviles. Quizás el dato más esperanzador en este nuevo escenario sea que los clientes están dispuestos a recompensar a aquellas aplicaciones que protegen sus datos, una tendencia que no debería pasar desapercibida para empresas y marcas que comienzan a transitar un cambio de mentalidad que priorice las aplicaciones.