El rincón del historiador

San Martín visto por John Miers

José Luis Busaniche en su libro San Martín visto por sus contemporáneos -editado hacia 1950-, dio a conocer una reducida información sobre el Libertador tomada del inglés John Miers. Esas líneas correspondían a la obra Travels in Chile anda La Plata que el británico dio a conocer en Londres en 1826, recién en 1968 fue publicado in extenso traducido y con una introducción de María Cristina Morales de Aparicio.

Nuestro personaje llegó a Buenos Aires el 22 de marzo de 1819, en compañía de su mujer que estaba embarazada; tenía por entonces treinta años e iba rumbo a Chile, a poner en marcha una empresa de refinación y laminado del cobre. Sus comentarios sobre nosotros no son general nada elogiosos, pocas personas se salvan de su crítica a veces despiadada, y como bien lo señala la autora del prólogo "los datos, que él creyó fidedignos, recogidos antes de embarcarse, lo habían llevado a forjarse , sin duda alguna, ilusiones bastante alejadas de la realidad''. Después de encontrar alojamiento, visitó al gobernador Toribio de Luzuriaga y a don Juan Cruz Vargas, director de correos de la ciudad para quien traía correspondencia.­

El 25 de abril después del mediodía Miers y su mujer se hallaban en Mendoza, ya instalados dos días después fue a visitar al Libertador "para quien había traído cartas''. Mientras lo aguardaba sus dos ayudantes le dieron noticias del ataque al Callao por Lord Cochrane, dice que "el general me recibió muy atentamente. Era un hombre alto, bien conformado; muy ancho de espaldas y de postura erguida, de cutis cetrino y mirada extraordinariamente penetrante y aguda, Su cabello era oscuro y tenía grandes patillas. Hablaba con rapidez y facilidad; sus maneras eran amables y corteses; me ofreció toda la ayuda que pudiera necesitar y me prometió una carta de recomendación para el general O'Higgins, supremo director de Chile, y me invitó a concurrir a su casa por la noche''.­

Mientras tanto la mujer del gobernador Josefa Cavenago Patrón, le avisó a la mujer de Miers que estaban invitados a la tertulia "a la cual asistiría San Martín''; además como embarazada le pidió "vendiera la ropita del bebé'' insinuación muy directa según el inglés a que se la regalara; pero a cambio le ofreció los moldes de dichas prendas que podían serle de utilidad. Al rato le avisaron que "la tertulia se había postergado''.

Esa noche su marido visitó a San Martín que lo "recibió atentamente, hablamos sobre granadas y otras armas militares arrojadizas, respecto de as cuáles me hizo muchas preguntas''. Después de permanecer una hora, le pidió lo visitara al día siguiente para entregarle "la carta para el general O'Higgins''; mientras que se encaminaba a la tertulia.­

Al día siguiente el visitante concurrió por la mañana al despacho de San Martín que "estaba ocupado con su secretario, a quien, en primer término'', había hecho escribir la carta para el Director Supremo de Chile, mientras tanto Miers observó el lugar "la habitación estaba gratamente amueblada a la manera europea; todos los muebles eran ingleses; tenía elegantes cómodas, mesas, etc., de palo de rosa incrustado de bronce, hermosas sillas haciendo juego y una alfombra de Bruselas; pero lo que más llamó mi atención fue una espléndida miniatura, al parecer de él mismo, colgada entre dos retratos, de Napoleón Bonaparte y de Lord Wellington, todos tres enmarcados en la misma forma''.

Justamente esa llamada de atención que tuvo el visitante es la que nos ha despertado a algunos y pensamos con Carlos G. Vertanessian, destacar lo de este retrato, en la esperanza de saber algo más.

Finaliza de este modo: "Me introdujo en una pequeña habitación adyacente, en uno de cuyos ángulos estaba emplazado el lecho. Abriendo un armario desplegó veinte escopetas muy finas, rifles y armas de caza. Permanecí algún tiempo conversando con él acerca de la topografía de la provincia de Cuyo. Se despidió de mí con mucha cordialidad ofreciéndome nuevamente sus servicios, diciendo que tendría muy pronto el placer de verme en Chile''.

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DETALLES­

Sin embargo la lectura del libro de Miers, nos da otros interesantes detalles de San Martín, que por obvias razones que se verán no lo anotó Busaniche.­

Durante su estadía en Mendoza, el caballero británico trató mucho a Cruz Vargas, se trata del abogado mendocino Juan de la Cruz Vargas, que según había expresado era "el más mínimo de los letrados de esta brillante ciudad'' y parece poco afecto al trabajo en el bufete. En una oportunidad manifestó: "Se le excuse absolutamente en el futuro de prestar dictamen, regular honorarios ni otra ocupación de profesor, pues por la absoluta dimisión de papeles y libros, por lo nocivo que le es el estudio, se halla más bien para errar que para poder ser útil, por cuya causa está negado del todo defender y tiene su estudio cerrado hace más de cinco años"''. Vargas le reconoció que era San Martín "el más amigo de la educación'' en esa provincia.­

Según manifiesta era don Cruz "amigo y compañero constante del general San Martín. Mientras se encontraba en Mendoza siempre pasaba las noches con él ante un bol de ponche, al cual ambos eran extremadamente afectos''. Llama la atención este aserto ya que no lo cita ningún otro contemporáneo igual que el siguiente: "Desgraciadamente también eran esclavos del juego, vicio al cual son muy propensos los criollos. Jamás pude conocer la causa de su desgracia: todo lo que pude saber es que se originó una seria disputa con el general San Martín''; y fue el fin de esa amistad entre ambos.­

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TURBULENTO­

Según Miers los mendocinos despliegan gran interés en la actividad política, más que los chilenos. "El general San Martin me aseguró que consideraba este espíritu tan turbulento que fue necesario establecer en Mendoza un verdadero sistema de espionaje, a tal punto, que cada día se le informa acerca de los pensamientos y actos de los mendocinos. Los hechos más insignificantes en casa familia llegaban hasta sus oídos; nadie podía librarse de la observación de sus espías que permanecían siempre alerta''.

Y agrega: "El general fue, desde temprana edad, muy inclinado al disimulo y la intriga; él mismo me ha asegurado que sus más íntimos amigos son quienes menos conocen sus sentimientos; que nadie, excepto él mismo, está en comunicación con sus espías; que nadie, sino él mismo, sabe que son tal cosa; que para conversar con ellos frecuentemente sale por la tarde vestido de gaucho y los reúne en algún punto poco frecuentado de los suburbios. Durante su residencia en Mendoza parece haber sido un déspota -todos le temían- y, después de la batalla de Maipo, hubiera podido dominar a su placer la provincia de Cuyo si sus ambiciones no hubieran tenido una finalidad más elevada''.­

En otra parte -queda para otra nota- se refiere al parlamento con los indios antes de la campaña a Chile. Seguramente estas últimas duras apreciaciones sobre San Martín y otros personajes no se dieron a conocer, como otras, y su publicación fue demorada largos años. Lo cierto es que el juicio de la historia es altamente positivo para quien si una ambición tuvo fue con "una finalidad más elevada'': consolidar la independencia de América.­