El dólar pasó los $380 y no lo pueden bajar. Con suerte la inflación de enero viene con un 5 delante y tampoco fue derrotada, a pesar de la guerra que le declaró Alberto Fernández, que ahora parece atribuir el alza de precios sorprendentemente a un problema alucinatorio.
No podía haber un reconocimiento más palpable de que no tienen solución para una crisis que da señales de preocupante agravamiento. Ni ellos, ni el ministro de Economía. Ya tiraron la toalla y se dedican 'full time' a disputar porciones de poder dentro del peronismo.
Con un peso cada vez menor en la interna gubernamental Fernández intentó aprovechar la marquesina de la Celac para reposicionarse.
El lunes, primer día de las sesiones extraordinarias, en el Senado la actividad legislativa fue nula. A falta de información oficial lo que predominaban eran los rumores sobre la agenda de la vice. Primero que la visitaría Lula, después, que ella iría a visitarlo al hotel donde se hospedaba. Por último, ante la ausencia de todo contacto con el presidente brasileño, desde despachos K se dejó trascender que el Ejecutivo le había ocupado toda la agenda para que no pudiera ver a Cristina Kirchner.
Aunque pueda sonar exagerado, la política exterior del gobierno de los Fernández no es mejor que la económica. La diferencia es que al grueso del electorado no le importa la primera y al gobierno, parece que ya ninguna de las dos. Por eso está atento a esas penosas nimiedades. Todo es interna; no hay nada más.
Por eso el kirchnerismo ha batido verdaderos récords en materia de disparates diplomáticos como el denunciar ante la ONU a la Justicia argentina por 'perseguir' a Cristina Kirchner y resultar inmediatamente reconvenido por el organismo. O invitar a Buenos Aires a un autócrata como Nicolás Maduro que termina ausentándose por temor a ir preso. Y si con eso no alcanzara, Fernández se abraza dictadores bananescos y vitalicios como los cubanos mientras asegura que la democracia 'peligra' por la derecha 'neofascista'.
En suma,