EL RINCON DEL HISTORIADOR

Carta de Victoria a Pridiliano

Victoria Ocampo cultivaba el género epistolar. Me he permitido homenajear a Prilidiano con una carta que supuestamente ella le habría escrito, sin duda mucho mejor, en el bicentenario de su nacimiento. 

24 de enero de 2023

Estimado pariente:

Hoy cumple 200 años y quiero decirle que siempre me sedujo su vida o mejor dicho me intrigó. Escuchaba su nombre medio raro que me parecía un trabalenguas, y con los años supe aquello que Ud. decía con no poco humor: ``Yo me llamo Pedro Pablo Prilidiano Pueyrredon pobre pintor que pinta cuadros por pocos pesos''. En una de las salas de Villa Ocampo por esas cosas de familia, habían llegado unos muebles que eran de su propiedad, y cuando con mis traviesas hermanas intentábamos saltar sobre ellos o sentarnos, nos decían que era imposible que debíamos tratarlos con cuidado porque habían sido suyos. 

En el comedor de la casa, a ese que no tenían acceso en mi tiempo los niños, y en el que fueron famosos los tés de los domingos, nos acompañaba Ud. a través del retrato de mis abuelos maternos don Manuel José Ocampo, el administrador y amigo de Sarmiento; que plantó un aguaribay en su chacra, no recuerdo si en su tiempo como propietario o cuando los Aguirre, árbol que aún se conserva, y su mujer Clara Lozano.

Años más tarde cuando empezaba el atardecer de mi vida, decidí donarlos al Museo instalado en la chacra que había sido de su abuelo Tellechea y después compró su padre, en la que Ud. hizo un magnífico mirador desde el cual de siempre he mirado nuestro río, aquellas tardes en que me llevaban a la visita a lo de don Manuel Aguirre, y me llevaba a ese lugar para mi encantador su hija, mi tocaya Victoria, solterona, coleccionista. Mandona (lo que se hereda no se hurta) y generosa como el que más. Creo que fue la que conservó más acabadamente esa tradición familiar, o al menos era lo que se comentaba en casa.

Es increíble mi afinidad con Ud. a pesar de la diferencia generacional. ¡Era primo hermano de mi bisabuela!, sin embargo igual que José Hernández, pero una generación más cerca ``éramos pejes de la misma palangana familiar'', como se lo dije a Jauretche con quien no me faltaron polémicas. Nos llevábamos una diferencia de 66 años, pero Ud. murió joven, no había alcanzado el medio siglo, de haber llegado a los 76, una edad nada despreciable en la familia ya que fueron y fuimos bastante longevos en general, habría podido conocerlo, cosa que me habría agradado ya que fue en muchas cosas, como nosotros decíamos adelantados para la época, y hoy lo llaman transgresor.

COSAS EN COMUN

Cuántas cosas en común, y con el tiempo nuestros secretos en materia de amores, se fueron develando, mis cartas con Pierre Drieu Rochelle acaban de ser publicadas por la Fundación Sur, y las suyas completas con Alejandra Heredia, que estaban en el expediente sucesorio, con el sugerente título de Prilidiano íntimo

Entre otras cosas divertidas que leí, hay una esquela suya a Sauze el dueño de una famosa cochera porteña, encargándole le facilitara la calesa a su primo don Manuel Aguirre y también otra a otro primo Nicanor Albarrellos, el rengo como le decían en la familia; gran médico y parece por lo que pude escuchar alguna vez (detrás de la puerta) compañero suyo en veladas donde rendían culto a Venus.

Además fue la naturaleza algo que nos llegó en la sangre, su amor por las plantas, las flores y los árboles. Esa Plaza de Mayo que Ud. transformó y esa Pirámide que todavía contemplamos y allá por 1856 o 57, si no me falla la memoria restauró. Y trabajaba ``sin sueldo ni compromiso alguno''. Quería ser útil a su país y su único compromiso era para con él. Justamente un siglo después a mí me pasó lo mismo e integré el Fondo Nacional de las Artes, creado en 1958 por el gobierno de la Revolución Libertadora, para fomentar las actividades artísticas, literarias y culturales. Allí me acompañaron otras mujeres como Delia Garcés de Zavalía e Iris Marga; estuvimos hasta el 73 y nos fuimos, aunque quiso el azar que mi casa de la calle Rufino de Elizalde, la rescatara otra mujer Amalia Lacroze de Fortabat, cuando presidía la entidad y hoy sea una de las sedes del Fondo, así que de algún modo he vuelto a mi casa, aunque a veces no quiero opinar..

Y a Ud. además volvió a la quinta de mi mano, cuando escribí Habla el algarrobo. Recuerdo que lo leí una hermosa noche de verano, con la presencia un grupo de descendientes que encabezaba nuestro pariente Carlos Alberto Pueyrredon y amigos, más los infaltables vecinos.­

Todo nació en una tarde de otoño cuando los plátanos dejan esa alfombra amarilla en la gramilla, y llevé a Cecilio Madanes a la quinta que fue de su familia. No la conocía y no esperaba ver lo que vio: esa casa blanca, tan encantadora en su falta de énfasis, rodeada de árboles centenarios, frente al rio se sueñera y de barro, frente al río inmóvil, sobre las barrancas de San Isidro. En seguida se le ocurrió que era el marco ideal para un espectáculo de Son et Lumière, como los que se llevaban a cabo con tanto éxito en los veranos europeos. Y se le ocurrió que yo podría escribir el guión. Así nació el libro en 1958 y en mayo de 1960, con el sesquicentenario de la Patria, lo editaba Sur.

FORAJIDOS

En 1969 la Fundación Pueyrredon tuvo la feliz idea de hacerlo posible, la empresa Phillips, generosa en extrema permitió pagarlo con las entradas del espectáculo, pero el 25 de mayo de 1973 cambiaron los vientos políticos y algunos forajidos para ser amable, destruyeron la instalación que nunca más se ha repuesto. Mi libro fue mejorado con la música del maestro Ariel Ramírez y Ud. fue interpretad en la niñez por Daniel Witt, de joven por Néstor Omar Sueiro, y de adulto por Walter Vidarte. Luis Medina Castro, Perla Santalla. Ivan Grondona, Eduardo Rudy, Cecilia Rossetto, Fernando Labat, Norma Aleandro, José María Vilches, Alfredo Alcón, Sergio Renán, Tito Alonso, María Rosa Gallo, Irma Córdoba, pusieron la voz del algarrobo, de sus padres y San Martín, de doña Agustina López de Osornio de Rozas, de Liniers y de José Hernández. 

En fin mi querido pariente, feliz cumpleaños, segundo siglo mejor dicho. Ud. ha de sobrevivir en los retratos de esos personajes emblemáticos como Manuelita Rosas, o la mujer en la bañera o las desnudas mujeres de la siesta, o en los iluminados por el paisaje de la costa de don Santiago Calzadilla y su mujer Elvira Lavalleja. En un alto en el campo y en tantos otros que adornan esa chacra que la considero como mía o el Museo de Bellas Artes, o algunas colecciones particulares.

Pero finalmente le quiero decir algo, y que le llegue como el aroma de la lavanda que es el color de mi papel de carta; por si no lo sabe, aunque acá se sabe todo; yo he sido feminista y he luchado para que a la mujer se la valorice como corresponde. Y Ud. siempre me encantó porque en esas cartas, algunas eróticas que se han conocido en este Prilidiano íntimo, supo hace casi 170 años escribir esto: ``La mujer como el hombre debe ser instruida, más que el hombre si es posible, para darle consejos ilustrados y cuidar y dirigir la educación de sus hijos''.

Gracias Prilidiano, gracias por todo, que pobres seríamos sin los muertos

Victoria