Massa y la diferencia entre todo y nada

Para Andrés `El Cuervo' Larroque, el secretario general de La Cámpora que a menudo actúa como vocero adelantado de la vicepresidenta, "no sería honesto maquillar una situación que es muy compleja. Más allá de la estabilización que estamos transitando y del esfuerzo del ministro de Economía, está claro que estamos presos de la trampa que es el acuerdo con el FMI. Eso hay que resolver". Con honestidad, Larroque culpa al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que, si bien se mira, es una viga maestra de la política del ministro, pero -parte esencial del mensaje- absuelve a Massa.­

"No haría todo igual que Massa", declaró esta semana el gobernador bonaerense, Axel Kicillof. Pese al encabezamiento negativo, que disimula su sentido último, la frase debe computarse como un apoyo, así sea reticente. Los reflejos ideológicos de otro momento le habrían dictado una sentencia diferente (por ejemplo: "No haría nada igual que Massa"). Pero la necesidad tiene cara de hereje y el círculo cristinista tiene que cambiar su fraseo -en este caso, una palabra- y admitir la pragmática combinación de heterodoxia, ortodoxia y movimientos audaces con los que el ministro de Economía busca equilibrar la nave de la economía. He allí la diferencia entre el todo y la nada.­

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EL ARTE DEL EQUILIBRIO­

El arte del equilibrio que practica Massa reside en conseguir ese tipo de respaldo (escéptico, renuente pero ineludible, salvo para las voces menos tolerantes del espectro político) y el consiguiente espacio para seguir operando. El miércoles, por caso, opinó Hernán Lacunza, el potencial ministro de Economía de un eventual gobierno presidido por Horacio Rodríguez Larreta. Interrogado sobre la decisión de Massa de recomprar bonos de la deuda, Lacunza se apartó de la crítica sistemática alentada por algunos de sus colegas opositores: "Genera un par de certezas y unas cuantas dudas", matizó. Caracterizó la medida como "una elongación para ganar tiempo", describiendo con bastante objetividad lo que está haciendo el ministro: alargar recurrentemente la mecha de una situación amenazante para tratar de ir corrigiendo los problemas en esos lapsos. En este caso, según Lacunza, el objetivo ha sido "poder intervenir en el mercado de cambios, comprar bonos con dólares y después venderlos en pesos. Es algo que ya se venía haciendo medio por la banquina, con el Anses, y ahora dijeron vayamos por el asfalto. El asfalto es siempre mejor". El respetado economista de Juntos por el Cambio no ocultó su escepticismo sobre la movida ("Gastó 16 por ciento de las reservas para comprar 1 por ciento de la deuda -objetó-, usando recursos muy escasos para una operación que no era imprescindible en este momento"). Pero se negó a complicarse con interpretaciones lanzadas desde su propio campo, que insinuaron sospechas de que hubo quienes se beneficiaron comprando los bonos antes de que subieran de valor porque contaron con datos anticipados de la medida.­

"Uno puede cuestionar y opinar sobre la pericia o impericia -se desmarcó-, pero las cuestiones éticas son mucho más delicadas, uno no puede afirmar una cosa así". Una de cal y una de arena.­

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EL PATCHWORK DE MASSA­

El abigarrado patchwork que sostiene a Massa y lo ha transformado en el personaje de más poder en el gobierno, se teje y se desteje continuamente. A menudo los hilvanes son deshechos por iniciativas de presuntos aliados. El ministro hace un esfuerzo de contención para eludir una definición sobre un tema que daña indudablemente su gestión, como es la ofensiva contra la Corte Suprema promovida por el presidente Fernández y motorizada por los seguidores de la vicepresidenta. Que el intento de juzgar en el Congreso a los jueces supremos esté claramente condenado al fracaso empeora políticamente el cuadro, porque transparenta la intención de extender el proceso previo y las acciones de la Comisión de Juicio Político del Legislativo, en la que prevalece el oficialismo, transformándolo no solo en una suerte de comisión investigadora e interrogadora, sino en el escenario de un espectáculo donde se develarán los misterios del lawfare y se desenmascarará a sus protagonistas.­

Massa ha recibido directa e indirectamente advertencias que indican el daño que ese embate contra la Corte provocará en la economía. Un vocero de la Casa Blanca indicó a la prensa el martes que su gobierno hace "un llamado a todos los actores en la Argentina a respetar las instituciones democráticas y la separación de poderes". La Casa Rosada y la Cancillería prefirieron hacerse los suecos y declarar que no había ninguna notificación oficial del gobierno de Washington. Massa no podría ampararse en esa excusa.­

La reacción frente al choque con la Corte abarca a un amplio frente, sobre el cual Massa también tiene noticia directa: abarca a importantes líderes empresariales, a instituciones civiles y hasta a amigos cercanos del ministro. Algunos de estos tienen un largo catálogo de críticas a la Justicia, pero consideran que el choque institucional es "una insensatez".­

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PEOR QUE UN CRIMEN, UN ERROR­

La Casa Rosada -donde el ahora activísimo Alberto Fernández trabaja con tenacidad para ser Presidente- dispuso convocar a sesiones extraordinarias del Congreso con un temario que, además de habilitar el enjuiciamiento a los actuales miembros de la Corte, incluye algunos asuntos que irritan e incomodan al bloque opositor: la ampliación del número de magistrados del alto tribunal y la recomposición del Consejo de la Magistratura con lineamientos previos a la reforma que ordenó la Corte. También incluyó en el temario la designación del Procurador. Esos puntos del temario parecen diseñados para dificultar acuerdos antes que para aceitarlos cuando Massa necesitaría que al menos una parte de la oposición contribuya a tratar y aprobar proyectos que él juzga importantes. Es decir, a cambiar la decisión de Juntos por el Cambio de no sentarse a tratar proyectos mientras no se suspenda el proyecto de juicio a la Corte.­

En cualquier caso, el Ejecutivo recubrió aquellos núcleo ácidos con una capa de asuntos que volverá más difícil la reticencia al tratamiento con que amenaza la oposición. Por ejemplo, algunos proyectos de contenido ambientalista, uno que dispone el criterio de alcohol cero al volante, otro de contención y acompañamiento de personas que reciben un diagnóstico de síndrome de Down, para su hijo o hija en gestación o recién nacido, la creación de ocho nuevas universidades nacionales (que ya registraba acuerdos previos entre las distintas fuerzas legislativas) y -punto de relevancia- el proyecto por el cual se modifica la Ley de Presupuesto para habilitar partidas que permitan el pago a la Ciudad de Buenos Aires del porcentaje de la coparticipación que ordenó restituir la Corte.­

El listado de temas que el Ejecutivo habilita para tratar en Extraordinarias incluye proyectos que interesan al ministro de Economía. El principal es el referido al blanqueo (Ley de Exteriorización del Ahorro Argentino), que el Palacio de Hacienda ve como una fuente suplementaria de financiamiento. La enumeración también registra un proyecto que apunta al sector de monotributistas del área tecnológica, otro que propicia la creación de un régimen de fomento "al Desarrollo Agroindustrial Federal, Inclusivo, Sustentable y Exportador" y un proyecto de moratoria previsional destinado a incorporar al sistema jubilatorio a cerca de un millón de personas que no cuentan con 30 años de aportes y a quienes se les permitiría pagarlos en cuotas.­

Los puntos que promueve Economía provocan y desafían a la oposición: si puede resultar razonable rechazar la colaboración legislativa amparándose en las políticas confrontativas de la Casa Rosada o el cristinismo más áspero, ese recurso se vuelve más costoso cuando se aplica indiscriminadamente. Especialmente si la oposición admite (como lo hizo explícitamente el diputado macrista Hernán Lombardi ya una semana atrás) que la conducta del gobierno, así se la considere muy errada o inclusive nefasta, no se aparta del orden legal. Si se quiere, parafraseando a Joseph Fouché, no es un crimen, sino algo peor: es un error.­

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EL SISTEMA CAMBIA­

La intransigencia que por momentos prevalece en la oposición no apunta solo hacia el otro campo. También procura incidir hacia el interior de la coalición, recortando el espacio de los criterios más moderados. Los que apuestan a la polarización están convencidos de que la grieta es políticamente rentable. El fortalecimiento de la moderación en cualquier punto del espectro los descoloca, y alienta el fortalecimiento de otras expresiones del mismo tipo.­

Aunque el negocio de los sectores hegemónicos en las dos coaliciones principales es la profundización de la grieta, hay señales muy fuertes (la celebración del Mundial de fútbol fue elocuente) de que el maistream de la sociedad reclama unidad y trabajo en equipo, no riña de gallos.­

El poder que empieza a condensarse en la figura del ministro de Economía es seguramente un signo de ese cambio. Pero no el único.­

En los últimos días ha empezado a perfilarse con mayor nitidez la búsqueda de una alternativa moderada a la confrontación entre halcones cristinistas y opositores. El gobernador cordobés Juan Schiaretti y el exgobernador de Salta Juan Manuel Urtubey refirmaron su voluntad de estructurar un espacio autónomo, en el que al parecer, convergerían otros líderes provinciales y dirigentes, tanto de origen peronista como de otras fuerzas. Una cuña moderada independiente puede activar el fortalecimiento de tendencias de ese mismo tono en las coaliciones mayores.­

Es cierto que, como elemento de compensación, las encuestas muestran el crecimiento de la corriente libertaria, que estimula desde afuera a los intransigentes de la corrientes polarizadas. Es interesante: lo que en el apogeo de la grieta se manifestaba como un paisaje político en el que había dos fuerzas claramente dominantes que dejaban un espacio estrecho para una tercera, empieza a dibujarse ahora como un campo dividido en cuatro. Con la aparición de Milei y la insinuación del federalismo independiente que convoca Schiaretti, la grieta y la polarización están cediendo.­

Un sistema político gastado se desagrega y otro, más plural y moderado, empieza a constituirse. En ese proceso, la elección es apenas un paso.­