LA BELLEZA DE LOS LIBROS

El comunismo, esa peste

En 2015 la comunidad libresca discutió si era razonable que una persona dedicada al periodismo recibiera el Nobel de Literatura. La obra que venimos a recomendar prueba que sí, que fue un acto de estricta justicia artística galardonar a Svetlana Aleksiévich (1948) . ¿Acertaron de casualidad por razones extraliterarias o aún quedan partículas de sabiduría en la cuestionada Academia Sueca? Vaya uno a saber.

El fin del Homo Soviéticus (Editorial Acantilado, 643 páginas) fue entregado a la imprenta en 2013. Es un colosal fresco de esa entidad platónica que conocemos con el nombre de Rusia. Abarca ochenta años de historia. Desde Lenin hasta la llegada del zar Vladímir (Putin) a la presidencia. Svetlanaatrapó el habla y el alma de un pueblo y lo volcó al papel con una impecable calidad literaria. Es una de las mejores novelas documentales de nuestro tiempo , urdida con historias personales que se leen como si presentan cuentos excelentes.

La gran dama de Bielorrusia observa el mundo como escritora, no como historiadora o periodista. Comparte con Borges una hermosa convicción: 

"Un pedacito de literatura asoma de repente, a veces en el lugar más insospechado".

En el prólogo, la autora expone sus cartas. Dice que su intención fue "escuchar honestamente a todos los actores del drama del socialismo" . Víctimas y verdugos. Cuatro generaciones son llamadas a escena: la de Stalin, la de Jruschev, la de Breznhev y la de Gorbachov. Oímos decenas de voces atormentadas; desde un funcionario del Kremlin a la de una simple costurera, desde un guardián del gulag hasta la hija de un asesinado en esos aberrantes campos de trabajo. Página ciento cuatro: "No hay quien pueda medir o pesar el tamaño de lo que han tenido que sufrir los rusos" .Pero no sólo ellos: oímos a inmigrantes tadyikos, a refugiados armenios, a mártires de la guerra civil en Georgia, a descendientes de las hambrunas en Ucrania diseñados por el terror estalinista. 

Libros como éste son imprescindibles, en el sentido que lo son los de Aleksander Solzhenitsyn, Primo Levi y Boris Pahor. Se ha dicho que en 1917 un idealista podía militar en el comunismo; en 1938, un desinformado; hoy en día, un cretino, un canalla o un cómplice. La dictadura del proletariado es una de las peores tragedias que se abatió sobre la humanidad. Página 23: "Comunista es aquél que ha leído a Marx; anticomunista el que lo ha comprendido".

El libro muestra también las semillas que permitieron el crecimiento de una planta monstruosa de estos días: el pseudototalitarismo de Vladímir Putin. Es posible, incluso, trazar parámetros entre la "campaña de Finlandia" de 1937 y la "operación especial en Ucrania" de 2022/23. "Si hubiésemos sabido que un coronel de la KGB iba a terminar como presidente de la Federación Rusa", se lamenta un joven. ¿La esclavitud complace a los rusos? ¿Son un pueblo proclive a la guerra? ¿Su mentalidad pide gritos un zar? No hay respuestas definitivas en este texto fascinante. "Dar libertad a los rusos es como proporcionar anteojos a una comadreja", sentencia un apparatchik

Deja Svetlana un mensaje para los plumíferos argentinos, tan proclives al mensaje 'progre'. Definitvamente, las barricadas no son un buen lugar para el escritor:

"Son una trampa. En las barricadas la vista se nubla, las pupilas se contraen, los colores se difuminan. Desde las barricadas se ve un mundo en blanco y negro donde los hombres se convierten en los puntos negros que hay en el centro de las dianas...".