EL RINCON DEL HISTORIADOR

Peripecias en las Malvinas (1834)

Peter Campbell Scarlett fue un viajero inglés que estuvo en Buenos Aires en 1834, se desempeñaba en el cuerpo diplomático y después de haber estado en Constantinopla y Perís, llegó a Río de Janeiro. De su visita a nuestra tierra dejó un libro titulado Sud América y el Pacífico, con un viaje a través de las Pampas y los Andes, desde Buenos Aires hasta Valparaíso, Lima y Panamá.publicado en Londres en 1838 en dos tomos, del que había un sólo un ejemplar en el país en la biblioteca del destacado historiador mendocino Edmundo Correas y sirvió para la edición castellana de 1957 según lo recuerdo en el prólogo Enrique de Gandía.

El 2 de enero de 1835 Campbell embarcó en el Sparrowhawk desde Montevideo a Buenos Aires, el capitán del navío Pearson le comentó que ``durante el invierno pasado había estado estacionado en las Islas Malvinas, para proteger y explorar nuestra posesión recién adquirida en esta región''. En la nave se encontraba el primer teniente Mar. Harmer quien relató que a fin de explorar el contorno las islas en un escampavías, bien provistos de ropas de invierno y con provisiones para 15 días abandonaron la nave, ``todas las noches anclaban, hacían una fogata en la costa y dormían''. 

Cuando estaban en camino de regreso, desembarcaron para ascender a un cerro, todos abandonaron el bote menos uno de los tripulantes que quedó a cargo del mismo, de las provisiones y de los capotes de mar, frazadas ``en pocas palabras, todo excepto las chaquetas y pantalones que llevaban puestos''. 

De golpe observaron que la nave estaba a la deriva mientras el hombre estaba limpiándolo sin haberse percatado de la situación. Advertido por los gritos de los compañeros izó la vela y puso proa a una islita, pero una racha de viento dio vuelta el bote antes que pudiera arriarla, el bote se dio vuelta hacia arriba perdiéndose toda la carga ``mientras al pobre infeliz, que había trepado sobre la quilla, se le vio flotando desesperado, a merced de las olas y del viento, hasta que se perdió de vista y desapareció para siempre''.

Los que habían quedado en tierra ``sin el menor conocimiento del camino de regreso por tierra'', excepto un gaucho que los acompañaba y que el tiempo demostró que no era demasiado ducho en el lugar. ``A una temperatura por debajo de la congelación, sin capas, ni medios de hacer fuego, sin provisiones ni escopetas, la sola idea de tres días de sufrimiento era bastante horrible, pero lo peor estaba por venir''.

BRUJULA LOCA

La brújula que llevaban ``por la forma extraña de la isla no les reportaba ninguna ayuda'', ingresaban a una bahía y debían salir de ella y volver a andar el camino, ``solo para caer en otra lengua de tierra de la misma especie, donde se encontraban con el agua o se veían obligados de volver sobre sus pasos''.

 Después de pasar hambre durante varios días, medio congelados por las noches encontraron una ballena muerta que comenzaron a comer con velocidad, pero ``la consecuencia de este alivio fue una disentería general que duró una semana, y apenas si pudieron, durante este tiempo, arrastrarse más allá de dese lugar, subsistiendo principalmente de mariscos y algas marinas''. 

Harmer había llevado su perro y gracias a él pudieron conseguir un ternero del cuál vivieron por un tiempo y recobraron su vigor. 

Al día siguiente hallaron un pingüino muerto, al cual se estimó como un gran lujo, aunque crudo y, claro está, no del todo fresco. A la mañana se encontraban, a menudo, tan helados y apretados unos contra otros para darse calor, ``que no se podían separar sin dolor ni esfuerzo''.

En tal estado estaban todos, que solo el gaucho y el guardiamarina, podían apenas hacer algo, el resto se consideraba incapaz ``de soportar por más tiempo, acostándose para morir''. 

Salieron los dos que estaban en pie, otro día más en busca del campamento que habían dejado pero vencidos por el hambre ``consiguieron por último matar al fiel amigo, e hicieron una comida con él''. 

Al día siguiente el gaucho subió al cerro y pudo divisar al bergantín.

INFELICES

Prosigue el relato: ``Trató de dar aviso sobre la situación deplorable de sus compañeros de sufrimientos. Inmediatamente del bergantín se despachó un bote a la costa en busca del resto. El oficial al mando del mismo desembarcó con su tripulación y arrastro el bote a tierra. Todos partieron en busca de sus infortunados compañeros; pero su búsqueda fue inútil y regresaron desesperados, cuando descubrieron a estos pobres infelices profundamente dormidos al abrigo del bote, hasta cual, al haberlo descubierto felizmente, reunieron suficientes energías para arrastrarse''.

El primer teniente Harmer, con quien Peter Campbell Scarlett indudablemente intimó en el viaje, comentó esto en la comida y les aseguró a los comensales que apenas lo reconocían, por haber cambiado tanto su aspecto físico y que todavía sufría ``a consecuencia de este desastre, y duda que alguna vez recupere de nuevo su antigua salud y vigor''. 

Agregaba el autor que ``los sufrimientos soportados por estos hombres al cumplir con su deber al servicio de S.M., fueron tan intensos que seguramente merecen alguna muestra de consideración por parte del Almirantazgo''.

Digamos de paso que el autor afirma que ``el sentimiento de irritabilidad producido contra Gran Bretaña en Buenos Aires, por la ocupación reciente de las Islas Malvinas (3 de enero de 1833) era tal que los miembros del gobierno estaban divididos en sus opiniones en cuanto a recibir a Mr. Hamilton en su carácter de representante del rey''.