El rincón del historiador

En el cincuentenario de Juan Angel Fariní

Se cumplieron el 1º del corriente cincuenta años de la muerte de Juan Angel Fariní. Había nacido en Buenos Aires el 14 de octubre de 1901, hijo del reconocido médico y coleccionista homónimo; su pasión fue la historia que adquirió de pequeño en la magnífica biblioteca paterna que hoy conserva la Universidad Nacional de La Plata.

Pudo más Clío que Esculapio, y el muchacho que por mandato familiar entre 1922 y 1924 empezó a cursar medicina, pronto abandonó la carrera para ingresar como escribiente en el ámbito de la administración pública en el Museo Mitre que dirigía entonces Rómulo Zabala en 1924. Ocupó el cargo hasta 1928, y entre otros pasó como auxiliar de Biblioteca (1931-1935), contador (1935-1944), jefe del Archivo (1944-1948) y sucedió a Zabala en la Dirección hasta 1956, colaborando como subdirector de Jorge A. Mitre hasta 1966 en que a la muerte de éste asumió la dirección. ­

Tuvimos el gusto de conocerlo en aquellos años, generoso con los jóvenes que nos acercábamos a la Biblioteca y el Archivo del Museo que el conocía como nadie.

Así lo definió La Nación en ese aspecto: “Mostraba una virtud que no suele ser frecuente en quienes se dedican a la investigación científica, la generosidad de Juan Angel Fariní estaba siempre dispuesta a ayudar, a facilitar datos, a dar al colega necesitado los mejores frutos de su labor personal”.

En aquellos años la Academia Nacional de la Historia todavía sesionaba en la casa de Mitre, allí se desarrollaban sus sesiones públicas y muchas otras instituciones como la Academia Nacional de Geografía, la Asociación de Descendientes de Guerreros del Paraguay, el Instituto de las Islas Malvinas, el Instituto de Estudios Históricos Gascón, el Instituto Rivadaviano, el Instituto Moreniano y otras tantas entidades realizaban permanentemente actos; el Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades organizaba magníficas exposiciones, por lo que los salones y el salón de actos del Museo Mitre fueron una permanente cátedra de difusión de nuestro pasado y de la cultura nacional en aquellos años, una época en que era más fácil toda actividad de esta naturaleza y donde no había trabas burocráticas.

Junto a Zabala, pronto se hizo diestro el manejo de los viejos papeles y de las fichas de la biblioteca, así dio a conocer las bibliografías de varios miembros de la Academia Nacional de la Historia en los boletines de la corporación: Pedro N. Arata (1940), Adolfo Saldías (1940), Adolfo P. Carranza (1941), José Ramos Mejía (1942), José Antonio Pillado (1943). José Ignacio Garmendia (1944), José Gabriel Carrasco (1943), Rómulo Zabala (1949), Carlos Alberto Pueyrredon (1962), Benjamín Villegas Basavilbaso (1969), Mariano de Vedia y Mitre (1970). ­

­MAGNIFICAS EXPOSICIONES­

­Fue miembro del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades desde 1943, de cuya comisión fue prosecretario entre 1960 y 1964 y que durante los años de su dirección  de la Casa de Mitre organizó magníficas exposiciones; de la Academia Sanmartiniana en 1962 en la que expuso sobre San Martín hasta la liberación de Chile a través de la Gaceta de Buenos Aires; de la Comisión Nacional de la Reconquista en 1967, a la que se incorporó al año siguiente con una conferencia titulada En torno a los prisioneros en las Invasiones Inglesas; además de ser secretario de la Comisión Nacional encargada de la publicación de las Obras Completas de Bartolomé Mitre y de la Institución Mitre, de la que fue secretario por largos años y que en 1970 dio a su luz su obra Cronología de Mitre. Integró, además, la Junta de Estudios Históricos de San José de Flores el Instituto Gascón, además de vocal de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos.­

Obtuvo el primer premio y medalla en el certamen de la Institución Mitre con el Estudio sobre Monedas y Billetes de Banco de la República Argentina. Casas acuñadoras, leyes y decretos, en colaboración con Rómulo Zabala (h) en 1944. Fue autor entre otros trabajos de Los orígenes y formación de la Biblioteca del General Mitre (1942); una historia de La Casa de Mitre desde sus orígenes coloniales hasta 1870 (1950); Una causa de alta traición durante las invasiones inglesas, Mitre y las noticias secretas de América (1958).

Su interés por la numismática lo llevó a escribir entre otros trabajos: ¿A que ensayadores corresponden las iniciales de las monedas halladas en la Ceca de Potosí desde 1776 a 1825? (1950), La moneda en Tierra del Fuego (1954), y La Cruz de Hierro de la Fiebre Amarilla: primera orden de caballería en la Argentina (1959).

­MAYOR MERITO­

­Una de sus obras de mayor mérito es Gaceta de Buenos Aires 1810-1821. Indice General, editado por el Museo Mitre en 1963 con el auspicio de la Comisión Nacional Ejecutiva de Homenaje al 150º aniversario de la Revolución de Mayo.

Esta versión novedosa y completa, tenía un antecedente al que había dado a conocer a instancias de Ricardo Levene en 1941, pero sólo del Tomo I, referido al año 1810. Como bien lo dijo en su presentación, en el libro “hallará el lector, compendiado al máximo, el riquísimo contenido de la Gaceta sobre el desarrollo del movimiento emancipador de Mayo, las disposiciones legales emanadas de los primeros gobiernos patrios; los extractos de periódicos extranjeros contemporáneos, con las noticias de América referentes a los progresos de la revolución en este continente; los artículos y editoriales de nuestros redactores, versando, ya sobre la guerra y la política, ya sobre economía, educación, etc.”­

Aficionado a la música, conocedor como pocos del tango, integró entre 1918 y 1930 una orquesta de aficionados integrada por Arturo R. Nelson Page que lo sobrevivió; Aníbal y Amílcar Letamendi, José Vitón Newton, Carlos Vela, Carlos Herrera, Plinio Boraschi y Enrique Fariní.

Casó con Rosa Morán, y fue padre de María del Carmen, Marta Beatriz y María Olga. Veraneaba en Pinamar donde falleció en la medianoche del 1º de enero de 1973. Sus restos fueron trasladados a Buenos Aires, y los diarios destacaron su pesonalidad. La Nación afirmó que “muchas y hondas virtudes adornaban su espíritu. Bueno, cordial y modesto en lo humano, conocedor profundo de varias etapas de nuestro pasado. sobresalía su amor respetuoso a cuanto se refiriera al país y a sus mejores tradiciones”. ­

El 3 de enero en horas de la tarde fue sepultado en el cementerio de la Recoleta, ante una numerosa concurrencia a pesar del verano porteño, en la oportunidad despidieron sus restos en nombre del Ministerio de Educación el subsecretario de Cultura profesor Horacio Carballal, quien elogió “al maestro y señor que supo ennoblecer una función de la que es difícil obtener elogios”.

A su vez por los Amigos del Museo Mitre, Carlos María Gelly y Obes destacó la “admiración por su devoto sentido del deber y por el espontáneo sentido con que lo cumplía”. Otros oradores fueron el presidente de la Comisión Nacional de Museos, Leonidas de Vedia; por el Instituto Bonaerense y la Comisión Nacional de la Reconquista, Humberto F. Burzio; por la Academia Argentina de la Historia, Alberto A. Roveda; por la Academia y el Instituto Nacional Sanmartiniano, José Carlos Astolfi; por el personal del Museo Mitre, Alejandro Albornoz; Luis Prieto por el Instituto Gascón; por la Casa de Salta, Carlos Gregorio Romero Sosa; por la Asociación Numismática Argentina, José María González Conde; por la Asociación de Descendientes de Guerreros del Paraguay, Aurelio Sagasta y por el Colegio de Museólogos, Juan Carlos De Lellis.

El Complejo Museo Histórico Nacional entornó sus puertas por tres días en señal de duelo y en casa visita se iba a exaltar la labor de Fariní; lo mismo hizo el Museo Sarmiento.

Pocos meses después, el 3 de mayo, su retrato, el mismo que ilustra esta nota, fue descubierto en la Sala de Lectura del Museo Mitre, donde el director de la casa Jorge Carlos Mitre, Jorge Garrido y Alejandro Albornoz recordaron su personalidad. ­

A pesar de las limitaciones propias de las obras de refacción del Museo Mitre, esa casa a la que dedicó sus afanes y algunas instituciones, bien podrían organizar en conjunto este año una pequeña muestra con sus obras y fotos del Archivo que no deben faltar, más algo que pueda aportar su familia; recordando a este argentino de una modestia y generosidad ejemplar, cuya memoria no debe ser ignorada por las actuales generaciones