EL LATIDO DE LA CULTURA

Los diarios del lunes

Desplegados sobre la mesa tengo no uno sino cuatro diarios del lunes 19 de diciembre de 2022, el día posterior a que el seleccionado argentino de fútbol se consagrara Campeón Mundial. Coleccionar diarios de acontecimientos deportivos es una vieja costumbre que me quedó de la niñez, una época anterior a las computadoras. En el instante en que el árbitro daba el pitazo final, yo solamente pensaba en que al día siguiente usaría mis ahorros para comprarme varios periódicos. Ahora que lo pienso, esa devoción por la información fue uno de los primeros indicios de mi amor por el periodismo. Quería saber cómo cada uno de los medios más importantes comunicaría las distintas texturas y matices de los hechos. 

“Gloria eterna”, tituló La Nación. “Gracias Messi”, se lee en la tapa de Clarín, que eligió una foto del número diez argentino, levantando el trofeo en andas de sus compañeros. Diario popular: “Muchachos, de acá a la eternidad”, en tanto que la portada de Olé muestra una foto del capitán debajo de la leyenda “Lios es argentino”. Y aquí me detengo un momento, porque a la derecha, en un pequeño destaque se lee una declaración de Lionel: “Sabía que Dios me iba a regalar esto.

En 2019, en una entrevista concedida a una radio catalana, Messi dejó saber que le incomodaba, que no le gustaba que otros lo llamaran Dios. “Los fanáticos no lo hacen con maldad pero es muy exagerado que me llamen así. No me gusta que mis hijos escuchen eso porque están en edades en las que repiten lo que escuchan”. Un año antes, durante un reportaje a Canal 13, el relator Sebastián Vignolo le había preguntado cómo hacía para llevar la pelota tan cortita. “Me sale así desde chiquito. Yo no hice nada, fue Dios quien me hizo jugar así. Me dio ese don, no tengo dudas. Él me eligió a mí y luego yo hice todo lo posible para intentar superarme y triunfar. Pero obviamente, sin la ayuda de él no hubiese llegado a ningún lado”. 

Pero vuelvo al 2022, al diario del lunes. Al abrir la edición de Olé, al costado de una imagen donde se lo ve besando la copa con devoción, en letras celestes resalta una declaración: “Sabía que Dios me iba a regalar esto”. Sus dichos hacen eco con las palabras que le había dicho al mismo diario en un reportaje durante el pasado noviembre, cuando aún faltaba un mes para el inicio del Mundial: “Dios sabe cuándo es el momento”, respondía en ese entonces al fervor incontrolable que se vivía en los días previos al comienzo del campeonato. 

Una gloria deportiva demasiado parecida a la Gloria divina, una eternidad mundana con ecos de las profecías bíblicas, batallas épicas con reminiscencias mitológicas… es notable el componente de religiosidad que el pueblo argentino vuelca en este deporte. Como si cuando comenzara a rodar la pelota, el argentino viera a Dios en todas partes. Un sentimiento popular, una incontenible necesidad de canonización se adueña del espíritu de los hinchas, que en este Lionel rosarino ven a su “Messías”. Lo mismo había sucedido días después de la muerte de Diego Maradona. “D10S”, se leía en los grafitis. “De 1960 a la eternidad”, rezaron los tatuajes de los fanáticos, convencidos de que su supuesto Dios no había muerto. 

Por suerte, un quinto diario se encarga de poner las cosas en su sitio respecto de la fórmula del éxito. “Perseverancia, fortaleza, disciplina, humildad, resiliencia, trabajo en equipo, amistad, el compañerismo, el respeto, la unidad, equilibrio y alegría: GRACIAS”, se lee en la tapa de La Prensa. Todo eso, y una ayudita del de arriba.