Buena Data en La Prensa­

La naturalización del control

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­La vida actual parece estar marcada por la comodidad y los cambios acelerados. La tecnología no para de sorprendernos y ponernos a prueba.­

Convivimos con contraseñas, nombres de usuario, QR, identificación digital, identificación facial, códigos de barras, sensores, token, telefonía celular, ID, cámaras de videovigilancia, tarjetas de pago y de reconocimiento y llaves digitales. Todo lo vamos incorporando y naturalizando. Hace años el genial Marshall McLuhan demostró cómo los diferentes medios que utilizamos moldean nuestra visión del mundo.­

Todos estos elementos en principio apuntan a hacernos la vida más práctica, más cómoda, rápida y segura. Estas nuevas herramientas suelen imponerse sin brindarnos opciones. No importa lo que opine la gente mayor o el que por distintas causas no puede acceder al conocimiento o a cierta tecnología.­

Tarde o temprano será obligado por el sistema. Todo nos va llevando a obedecer para no quedarnos afuera y poder seguir accediendo a lo que teníamos o a nuevos servicios.­

 

La falta de opciones podemos verla en situaciones tan simples como quedarse sin carga en el celular en la calle y necesitar hacer un llamado. Hoy han desaparecido los teléfonos públicos y casi no hay locutorios. También si no se posee carga o perdimos la tarjeta SUBE, por más que tengamos dinero para abonar un pasaje de colectivo, tren o subte, no podremos hacerlo. Dependeremos de que otro utilice su tarjeta para pagarnos el viaje o gastar mucho más dinero tomando un taxi o un auto de alquiler.­

­SIN EFECTIVO­

Durante la presidencia de Carlos Menem empezó la bancarización compulsiva de los asalariados.­

En pocos años, con la globalización, se fue imponiendo la utilización de dinero electrónico en desmedro del uso de dinero en efectivo: tarjetas de débito y de crédito, transferencias virtuales y plataformas de pago en línea.­

Hoy los bancos y los gobiernos tienen demasiada información de lo que hacemos con nuestra "plata" bien habida. Estamos cada vez más expuestos.­

El dinero en efectivo nos brinda anonimato y libertad. Nadie tiene por qué saber siempre en qué gastamos nuestros billetes. Se trata de una cuestión de libertad de conciencia y de acción.­

Todo indica que el globalismo quiere hacer desaparecer los billetes que tenemos en nuestros bolsillos o reducir su uso en casos especiales.­

Argentina es un claro ejemplo hacia dónde nos quieren llevar. El BCRA prefiere seguir emitiendo millones de billetes de $1000.-, que equivalen aproximadamente a tan solo 3 dólares de EE.UU, que a emitir billetes de $5.000.- y $10.000.- para facilitar las transacciones.­

Brett Scott, autor del libro "Hackeando el futuro del dinero", es uno de los expertos que está sacando a la luz la paulatina desaparición del dinero en efectivo, señalando a las empresas y organismos que quieren que esto suceda y alertando a la población de las consecuencias reales de vivir en una sociedad sin "cash".­

Scott explica los cinco riesgos que enfrentaremos si desaparece el dinero contante y sonante:­

Pérdida de la privacidad. Todos los movimientos quedarán registrados. Todo, absolutamente todo quedará anotado en una "nube" a la que no sabemos quién tendrá acceso y para qué. La inteligencia artificial ya controla todo lo que buscamos en Google y por dónde nos movemos.­

Podríamos quedarnos sin dinero. Los bancos podrían negarnos por diversos motivos acceder a nuestro dinero. Al estar alojado en una infraestructura eléctrica o de telecomunicaciones, puede fallar en su hardware o software. O también no poder retirarlo por cuestiones políticas como pasó en Argentina, Chipre y Grecia.­

Podríamos perder los ahorros. Nos expondríamos al peligro de que las instituciones puedan expropiarlo o congelarlo. Los ahorros e ingresos ya no solo dependerían del banco y de los intermediarios, sino también del Estado y el sistema financiero.­

Seríamos esclavos de los bancos. Estos podrían poner las tasas de interés que quisieran. Seríamos puras marionetas al servicio de unos pocos.­

El riesgo de ser más pobres. Por lo general, aquellos que pagan de forma digital son más propensos a sobregirar sus cuentas corrientes, acumular tarjetas de crédito, pedir dinero o malgastar sus ahorros. Definitivamente, sacar el dinero del bolsillo duele más que pagar apretando una tecla.­

­DEFENDER LA LIBERTAD­

Una sociedad sin efectivo deja al individuo en total dependencia financiera de un sistema centralizado. A los Estados les resulta muy atractiva esta posibilidad porque así podrían controlar todos los flujos de capital.­

La sociedad debe resistir y elegir a los políticos que defiendan mayormente la autonomía de los individuos, de las familias y de las empresas, dentro de un marco legal que no contenga imposiciones desmedidas y de esta manera poder reducir el control y los abusos del Estado sobre nuestras vidas.­