Marcos Hourmann fue condenado por practicarle la eutanasia a una paciente; hoy cuenta su historia en el teatro

Un final, un juicio y su protagonista

El médico argentino radicado en España fue el primero en ser sentenciado por ayudar a morir a una mujer de 82 años, pero sigue ejerciendo y descubrió su pasión por la actuación. Presenta hasta el domingo la obra "Celebraré mi muerte".

Puede que sea una de las opciones más interesantes entre los espectáculos de la actual cartelera porteña. Se trata de "Celebraré mi muerte", una obra protagonizada por el médico argentino radicado en España, Marcos Hourmann, quien relata en primera persona su experiencia cuando en 2005 fue encarcelado en la Madre Patria por practicarle la eutanasia a una paciente de 82 años, por pedido expreso de sus familiares.

La pieza -que estará en cartel hasta el domingo en el teatro El Picadero- tiene una vuelta de tuerca interesante: el propio Hourmann invita a gente del público para que oficie de jurado popular y, promediando la obra, brinde su veredicto. El mismo al que el médico nunca se sometió pues en su momento se declaró culpable y sólo cumplió un año de condena, logrando conservar su matrícula.

PIONERO

Los años pasaron y el aparente villano -quien llegó a ser apodado por los medios como el "Doctor Muerte"- se convirtió en pionero: la muerte asistida se legalizó el año pasado en España, aunque en palabras del propio Marcos, eso era algo que "se olía".

Lo que no se vio venir el profesional de la salud -que ejerce al día de hoy- es que la traumática experiencia iba a convertirse en este hecho teatral, que surgió luego de la entrevista que brindó para el popular programa español "Salvados". Allí, el productor televisivo Víctor Morilla fue quien vio en la historia material para el escenario y en Marcos, un carisma necesario para contarla con sus propias palabras. "No hay ninguna interpretación especial. Soy yo contando la historia y me hace muy feliz hacerlo", revela Hourmann sobre la puesta dirigida por Alberto San Juan, otro de los pilares de este proyecto.

-¿Cómo fue el pasaje del consultorio al escenario?

-Fue un proceso muy atractivo para mí. Obviamente no soy actor, entonces todo lo que sea de este ámbito me es muy atractivo. Hay gente diferente, maneras de trabajar que uno no conoce; uno no sabe cómo aprender un texto, el manejo de la luz, del sonido. Todo para mí fue atractivo y aprender día a día me resultó muy estimulante. Ir a Madrid o adonde sea para hacer los ensayos y encontrarnos era todo un lujo y una alegría. Y fue fácil, la verdad que resultó sencillo porque Alberto (San Juan) entendió que al no ser actor no me podía exigir muchas cosas, así que la idea siempre fue dejar al Marcos natural. Me dejó soltar un poco las alas y ser lo que soy ahora.

-¿Cómo reacciona la gente cuando tiene que subir al escenario para actuar como jurado?

-En general, a la gente le cuesta subir, creo que les da un poco de pánico escénico. En España cuesta bastante; en la Argentina, en cambio, el paso de la butaca al escenario no es tan complejo. La gente lo vive tranquila aunque se pone un poco nerviosa cuando yo les pregunto algo. Pero lo hago a propósito, para incomodarlos. De todos modos, no es un espectáculo interactivo, ellos están ahí en silencio hasta que Alberto en una voz en off les dice que escriban en un papel su veredicto. Creo que es una parte bonita de la obra, en la que la gente puede ver lo que está pasando con el actor en el escenario, cosa que es muy fuerte porque desde ahí se perciben gestos, respiraciones y sudores, que obviamente, una mayor distancia impide ver.

SE OLIA

-¿Se imaginaba que en algún momento la eutanasia iba a ser legal y usted, considerado un pionero?

-No, no me imaginaba esa vuelta de tuerca y tampoco la del teatro. Eso no lo tenía previsto ni remotamente. Sobre la ley, había un movimiento muy potente que se hacía cada vez más fuerte con el correr de los años. Ya se olía que la ley iba a salir. Con respecto a lo del teatro, eso sí que fue una sorpresa. -¿Cree que en su momento pecó de ingenuo?

-No, yo no diría que fui ingenuo. Cuando vuelvo para atrás me veo tan conscientemente haciendo eso...Fui tan coherente ante el pedido familiar explícito y contundente que en el dibujo de la vida no me sale hacerlo de otra manera.

-¿Qué cree que buscaban aquellos que iniciaron el juicio en su momento?

-Destruirme, eso buscaban. (A Hourmann no lo denunció la familia de la paciente muerta sino el propio hospital). Algunos dicen que puede ser que el hospital actuó para defender la institución, pero no lo veo así. El hospital hace la denuncia y después la retira y la deja en manos de la fiscalía; eso, aunque sea una técnica legal habitual, denunciar y retirar después la denuncia para que decida el fiscal, habla también de una actitud suya. Si el hospital fuera coherente, si fuera contundente en sus posiciones, en la supuesta defensa de la instituciones, hubiera seguido la denuncia. Pero políticamente al hospital no le convenía porque no quedaba bien que estuviera cinco años acusando a su propio médico. Esto fue un problema personal que se suscita en el período de esos dos meses antes de que me denuncien, lo cual es una cosa muy banal pero muy frecuente: me piden hacer algo a lo cual yo me niego y luego, al cabo de esa negación aparece todo esto. En síntesis, esto fue algo personal y, de hecho, me lo manifestaron en el mismo hospital. Era clarísimo que iban por mí y yo se las puse fácil y pasó lo que pasó. En todos los ambientes laborales pasa lo mismo, hay gente que te cae bien y otra que te cae fatal, y conmigo pasó eso. Fue asesino lo que hicieron.

POLITICA E IGLESIA

-La eutanasia en un debate que nos debemos como sociedad en la Argentina, pero es una práctica que la religión castiga, ¿qué opinión le merece?

-La religión juega un papel importante en todo, tiene influencia en todos lados y en la mayoría de los países del mundo. Cuando el poder de la Iglesia se deposita en el poder político es ahí donde los políticos tienen que decirles "hasta ahí llegaron". Tiene que haber un poder político que diga "esto es lo que la ciudadanía desea", los únicos que pueden frenar eso son los políticos. Yo le hecho más la culpa a ellos que a la Iglesia, sin ninguna duda.

-¿Seguirá explorando su faceta de actor más allá de esta obra?

-Sí, por supuesto, arriba del escenario me siento como pez en el agua. En esta obra en particular no hay ninguna interpretación especial, soy yo contando la historia y me hace muy feliz poder hacerlo.