A ser felices, pase lo que pase

Esta vez no fue necesario sufrir. Apenas un rato, apenas porque somos medio masoquistas. Debe ser por el ADN argentino. Eso de pasarla mal para, después, poder disfrutar. O porque lo que cuesta vale más y se goza más. O, simplemente,  tal vez sea porque vivimos en un país que suele pasarla pésimo. Una nación en la que gran parte de su gente vive muy incómoda hace años, décadas. En la que la inflación, la pobreza, la pandemia, la guerra ajena, salpica a casi todos. Por eso una alegría parece imposible, a veces. ¿Cómo vamos a disfrutar en un lugar del que los pibes se quieren ir? ¿Cómo lograrlo? Si se suben a los aviones, muchas veces empujados por sus propios padres. Los que pueden, claro. Incluso, también, se van los grandes. Y es difícil decirles que no se vayan, que acá pueden ser felices. No tenemos demasiados argumentos para contenerlos los que vamos quedando.

Las empresas que se construyen de a poco, con esfuerzo, cotizan el doble. Esta vez, frente a Croacia, ni siquiera hubo que sufrir, como le gusta decir al joven padre de la criatura, Lionel Scaloni. Este equipo sabe sufrir. Pero en la semi del Mundial, ni siquiera necesitó pasar por esa instancia. De no creer. Goleó, disfrutó. Fuimos (casi) todos felices. Y nos olvidamos de los aviones, de la factura del gas.

Gracias Seleccionado por eso. Porque esta vez los memes de los desfibriladores al lado del sillón no causaron efecto. No fueron necesarios, casi nadie rezó. No hubo que invocar ni a santos ni a espadas. Un rato, a lo mejor, hasta el penal que acertó el bajito más grande y después pasó lo que pasó: apareció una segunda guitarra. Hombre (pibe todavía) destinado a heredar el trono. Julián Alvarez, aunque juega de otra cosa, se va convirtiendo en el sucesor… El ex River fue una especie de Mario Kempes en el ´78 para pasar por arriba a la defensa croata, rompiendo aquella máxima que dice que la materia es impenetrable.

Cuando  faltaba más de media semifinal por jugar, Argentina pasó caminado, al tranquito. Así se metió en la final que disputará el domingo frente al ganador de Francia y Marruecos.

Mirar para atrás sirve y no sirve. Aprender de los errores es clave. Clavarse puñales por ellos, inservible.

En 2018, hace apenas cuatro años, Croacia le ganaba a Argentina 3-0 en la fase de grupos. El team nacional era un caos dentro y fuera de la cancha. Ahora es lo contrario. Voluntades unidas. Hace 4 años Jorge Sampaoli era el DT y Lionel Scaloni su ayudante.  Sampa fracasó, no supo cómo ni qué hacer con el grupo. Nunca pudo manejar sus humores ni los de los jóvenes que debía conducir.

Scaloni, luego, recibió el convite inesperado de la AFA para sucederlo y llegó hasta acá. Hizo todo bien: el recambio, capeó el temporal, soportó las críticas apresuradas y prejuiciosas sin chistar. Estudió el panorama, volvió a contar con el renunciado Messi y allá fueron todos. Contuvo a Di María y Otamendi. Hizo borrón y cuenta nueva. Le fueron renovando la confianza con plazos. Cumplió todos. Y entonces…

Su equipo caminó con tranquilidad las Eliminatorias, armó un record inolvidable de partidos invicto. Le ganó la Copa América a Brasil en su nariz. Y perdió en el debut en esta Copa de Qatar que el domingo lo tendrá en la final, por sexta vez en su historia. Se levantó del golpazo inesperado, se quitó el polvo de la ropa con el dorso de la mano, tomó aire y siguió creyendo.

El domingo será un día especial. Otra vez inolvidable. Para aplaudir y disfrutar a estos jugadores, pase lo que pase. Pase lo que pase. Hay que repetir la frase como un mantra: pase lo que pase. Y eso porque somos argentinos y si no se da la gloria absoluta, aparecerán desde bajo la tierra los detractores que siempre se esconden agazapados. Por eso hay que festejar desde ahora y hasta que el avión llegue el lunes 19, a Ezeiza. E ir a esperar al plantel y al cuerpo técnico felices, porque ya está. Sea Francia o Marruecos y pasa lo que pase… cuando caiga la tarde, después de ese mediodía furioso que se nos viene. Ojalá que sea con la tercera Copa. Pero, posta, a esta altura, debe ser casi lo mismo. Seguramente este punto despierte polémica y muchos digan que ser segundo no sirve para nada y que nadie se acuerda del subcampeón. Frases hechas del fútbol lacra.

Gracias Selección Argentina por este Mundial inolvidable, al menos para millones de hinchas que frente a Croacia se abrazaron y lloraron y festejaron y tuvieron un martes 13 y un diciembre más feliz de lo que pensaban, en un país que no suele invitarnos a disfrutar.