Mundial y psicología de masas

El fútbol es desde hace décadas el deporte que moviliza a la mayor cantidad de personas en el mundo. Aquellos que debido a sus funciones actúan sobre poblaciones ya no solo individuos, como gobiernos, corporaciones e inclusive grupos de interés, han comprendido su poder desde hace mucho tiempo, y usado ese enorme caudal. La psicología de masas actúa con una dinámica diferente a la suma de los individuos y se ha desarrollado para satisfacer esa demanda.
"El mejor truco que el diablo inventó fue convencer al mundo de que no existía".
(La plus belle des ruses du diable est de vous persuader qu'il n'existe pas.)
Charles Baudelaire. Baudelaire

 

David Goldblatt es un historiador del fútbol no solo de su país, Inglaterra, sino mundial y es considerado la eminencia en esa particular rama de la historia. En un reciente artículo suyo en el London Review of Books, "Cómo estar en la TV", reseña un par de libros escritos sobre el mundial de Qatar y fiel a su pasión por el futbol, la historia y la sociología, no puede dejar de hacer observaciones sobre el perfil sociológico de los países y los momentos históricos, es decir dónde y cuándo se celebraron las diferentes Copas del Mundo. Al comenzar su relato, refiere una descripción que nos lleva a pensar que está hablando de Doha, Qatar, sin embargo está hablando de Montevideo, Uruguay, en 1930, para inmediatamente pasar a hablar de la Italia de 1934 con Mussolini (una interesante nota de Luciano Wernicke habla de su pasión por el fútbol) y como sospechará, de la Argentina 1978. La conclusión es clara, los mundiales de fútbol han sido la oportunidad, aprovechada, de buscar utilizar esa enorme movilización emocional en millones de personas: instalar una imagen, ocultar datos incómodos e inclusive horrendos, llevar la atención hacia donde se desea, en definitiva utilizarlo como propaganda en los términos del famoso sobrino de Freud, Bernays, de quien ya hemos hablado en "Miedos, rituales y Propaganda". 
Quizás esta relación sea evidente desde los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 con Hitler y su ministro de propaganda Goebbels (casualmente seguidor de los postulados de Bernays) y Jesse Owens que cambió los planes de ambos de demostrar la supremacía de ciertas razas, y así sus éxitos fueron ocultados por la maquinaria de propaganda Nazi para la población alemana. Es decir, la pasión por la escena deportiva, manejada seguramente desde antes de los emperadores romanos y los espectáculos en el Coliseo, sea en los tiempos modernos Juegos Olímpicos o Mundiales de Fútbol especialmente, ha sido una oportunidad para movilizar emociones, por ende instalar mensajes e imágenes en las mentes. 
Nos hemos referido en una nota en La Prensa "Psicosis de Masas" al tema de la psicología de masas, hoy ampliada en relación al pasado, por la multiplicación de los medios digitales. Qatar invirtió, según dice Goldblatt, un monto de dinero mayor a la suma de los anteriores mundiales, ya que se dedicó a modificar la infraestructura íntegra del país, entre ella y en particular la de los medios. ¿Porque haría semejante dispendio, cuál sería su justificación?
El fútbol emociona y es tan cierto como que la misma etimología de la palabra (proviene de e-movere) implica mover de un lugar (a otro evidentemente), pero ¿cuál es el lugar de partida y más especialmente, al que se quiere llevar esas mentes?
Mientras se juega el Mundial, hoy sabemos que la Argentina (¿es un equipo que nos representa o somos nosotros?) juega con Australia (al momento de leer la nota ya lo hizo), al mismo tiempo en China sucede algo que nos permite ver que la realidad como construcción desde la propaganda, no es una teoría de extrañas novelas o películas distópicas, sino una realidad. Veamos: empiezan manifestaciones en varias ciudades chinas de protesta frente al recrudecimiento del programa draconiano por el covid, y analistas internacionales se preguntan si las mismas no han sido en respuesta a ver por todos esos medios digitales incontrolables a pesar de la censura sobre internet del estado Chino, a los espectadores y deportistas, en Qatar, sin máscara. Hipótesis o realidad, los medios en China agregaron a sus imágenes de los partidos miles de barbijos para mostrar a sus ciudadanos que en el mundo se seguía utilizando el barbijo a rajatabla, que los ciudadanos de su país no eran los únicos y que las medidas de control social en China, bajo la excusa de la enfermedad que mataría a millones de personas, eran un ejemplo seguido por el mundo. De hecho, varios personajes que han estado en ese mismo camino no dejaron de repetir que el modelo chino y el crédito social eran el ejemplo a seguir. Quizás sea fácil adivinar los nombres.
Cómodo y Nerón lo sabían, Hitler y Musolini también: los grandes espectáculos emocionan, por ende movilizan, el tema es saber dónde llevar esas emociones y los pensamientos que los acompañan para crear la realidad esperada por quienes lo manipulan.
Los juegos de los emperadores eran un regalo para el pueblo, hoy sabemos que esa gratuidad aparente era porque ellos eran el producto. El regalo estaba envenenado. 
Es el fútbol, el Mundial, la propaganda, la psicología de masas, la historia, pero volvemos a las emociones y a la mente. Ellos saben que, si bien la manipulación es colectiva, el partido real se juega en la mente de cada una de las personas y que en realidad el trofeo impensado por los espectadores es exactamente eso, su mente.