Siete días de política

CFK confronta con la Justicia en vísperas de un fallo clave

El martes el tribunal que juzga a Cristina Kirchner en la causa por corrupción con la obra pública emitirá sentencia. La vice instaló un escenario de conflicto en el Congreso y en la calle.

El martes un tribunal que juzga a la vicepresidenta emitirá sentencia sobre el caso de la obra pública entregada a Lázaro Báez durante los gobiernos “K”. Un fallo de culpabilidad, más allá del monto de la pena, significaría un duro golpe político para ella. No sólo porque una investigación de la magnitud de la realizada en los tribunales tiene un peso muy distinto al de las abundantes denuncias periodísticas sobre el tema, sino porque confirmaría lo que hasta ahora son sospechas. Sospechas graves, precisas y concordantes, pero sospechas al fin.

Además el golpe sería especialmente adverso, porque en términos de poder una condena de los jueces significa que le entran las balas; que su autoridad se melló hasta niveles alarmantes para la impunidad habitual que suele acompañar a los gobernantes en Argentina mientras los protege la política gracias, dicho sea de paso, al apoyo de una parte mayoritaria del electorado.

Frente al peligro la vice escaló el conflicto que mantiene con la parte del Poder Judicial que no le responde. En primer lugar, la Corte Suprema. Lo hizo convirtiendo en un reñidero la Cámara de Diputados por la decisión de su presidenta, Cecilia Moreau, de suspender el envío de los representantes del cuerpo ante el Consejo de la Magistratura. Esa insólita conducta convirtió el recinto en un campo de batalla e impidió a la Cámara sesionar.

El enfrentamiento entre la vice y la Corte por el Consejo de la Magistratura arrancó cuando el tribunal declaró inconstitucional dos artículos de la ley que la primera había mandado a votar para sacar ventaja de la composición del organismo con una menor cantidad de representantes del Congreso. Esa reducción beneficiaba al kirchnerismo, porque se eliminaba a las segundas minorías.

Como respuesta la vice mandó a desdoblar el bloque oficialista del Senado y pretendió quedarse con la representación de la mayoría y de la segunda minoría. La Corte desbarató la maniobra y le ordenó nombrar un opositor por la segunda minoría.

La vice desacató el fallo e insistió con un senador K en ese puesto. La Corte decidió no tomar juramento a los legisladores que responden a la vice que parece confundir la presidencia del Senado con la Sierra Maestra.

En Diputados, en tanto, el conflicto había sido evitado por simple procedimiento de respetar la ley: los bloques habían propuestos dos representantes del kirchnerismo, uno del PRO y una radical por la segunda minoría. Más aún se había comunicado oficialmente la decisión y el presidente del Consejo había anunciado que les tomaría juramento.

Pero en ese punto intervino un juez “K” que impugnó la designación de la representante de la UCR, lo que dio la oportunidad a Moreau de suspender todos los nombramientos mientras el asunto siga su curso en la Justicia.

Moreau está en ese cargo por Sergio Massa y Massa no le puede decir que no a Cristina Kirchner. El enfrentamiento tomó la dimensión de un circo romano. Un espectáculo de gritos e insultos en un ámbito en el que el kirchnerismo está en minoría y no puede sacar sus proyectos más virulentos contra la Justicia.

Conclusión: la vice logró expandir a todo el oficialismo el enfrentamiento personal que tiene con los magistrados judiciales no adictos, no camporistas, no pertenecientes a Justicia Legítima u organización similar. Consiguió una solidaridad amplia con la que hasta el momento no contaba explícitamente. El martes se sabrá si logró además intimidar a los jueces.

Movió por otra parte al aparato sindical y piquetero que le obedece para amenazar con una “pueblada” si es hallada culpable. Una ofensiva total que permite medir la magnitud de su preocupación por el futuro que se ve venir en Tribunales.

Pero el problema del deterioro institucional que significa la desobediencia de fallos de la Corte por parte de la segunda magistrada de la República o la paralización del Congreso o la traba puesta a la integración de un poder del Estado como el Consejo de la Magistratura es sólo una parte del escenario de conflicto. La otra es la de la confrontación política violenta que impide cualquier forma, por mínima que sea, de consenso para facilitar la convivencia.

La grieta fue activada en momentos en que la situación económica y social recomienda acuerdos básicos que permitan despejar el horizonte de incertidumbre. En momentos en que crece la desconfianza de los bancos que compran bonos y letras al Tesoro y del BCRA y que, si se retiran del “carry trade” por no ver claro lo que viene podrían hacer estallar la crisis durante este gobierno y no durante el que siga (ver VISTO Y OÍDO).

En suma, la economía exige un liderazgo neto y fuerte que la saque de la cornisa, pero ese liderazgo no existe. El que funciona es el de la vice que encolumnó a todo el peronismo, pero que se dedica exclusivamente a su delicada situación penal. Un liderazgo que cree beneficiarse “incendiando la pradera”.