Permitámonos disfrutar

¿Podrá ser esta vez? ¿Hasta dónde llegará Argentina? ¿A semis, a la final? ¿Se quedará en octavos, reducido por los Países Bajos? Recién está entre los ocho mejores del mundo. Falta una eternidad y al mismo tiempo muy poco para la gloria. Pero… Hay algo. Un clima, un humor, una ilusión que va creciendo. Desmesurado es todo. Creer y no creer. Emocionarse hasta las lágrimas por ganarle a Australia o no inmutarse. Todo es demasiado.

Pasaron cosas dijo un ex presidente patentando una frase que aún se utiliza para tratar de explicar lo inexplicable, como suele ser el fútbol. Pasaron muchas en los últimos días, en esta Copa del Mundo de Qatar que lo tiene al Seleccionado argentino vivito, coleando y metido en cuartos de final. El equipo de Lionel Scaloni ya subió cuatro escalones. Claro, para salir campeón del mundo, hay que trepar siete. Y cada uno de ellos va aumentando su complejidad. Así como Australia fue más difícil de trepar que Polonia, Países Bajos será más alto que Australia. De eso se trata una Copa del Mundo. ¿O alguien supuso que el de los australianos iba a ser un escaloncito?

Hubo un mal primer tiempo. Un golazo de Leo Messi. Y un gran segundo capítulo hasta que llegó ese descuento de carambola. Pero antes, otro golazo de Julián Alvarez, el pibe destinado, sin dudas, a ser uno de los mejores jugadores del mundo y a suceder a Messi, (con otras características, claro) cuando el rey diga basta. Hubo un Rodrigo De Paul en su mejor versión, la anterior a Tini Stoessel. Un Enzo Fernández genial. Un Nicolás Otamendi de 34 años (que parecía retirado junto con Pipa Higuaín, Mascherano y varios de la vieja camada que ya no están, como debe ser) pero que sostuvo la defensa como un héroe y le dio el pase gol a Messi en el primero...

Hubo momentos de terror: la tapada increíble en el sexto minuto adicionado del complemento del Dibu Martínez a Garan Kuol, que hubiera sido el empate en un partido que pudo haber sido una goleada. Hubo pasajes de angustia también. Fueron los menos, pero los hubo. Y mucho para destacar por sobre los nombres propios. Ahí está la luz: en el equipo. Argentina es un equipo que puede permitirse soñar con todo, más allá de que también tiene sus momentos de debilidad cuando controla la pelota pero no las decisiones. Son pasajes. Hay momentos para sufrir, suele decir el entrenador.

Tiene todo Argentina porque se anima, porque va creciendo, porque esta vez no estuvo Angel Di María pero nada cambió. Y eso que Angelito había sido una pieza clave en la fase de grupos. La Scaloneta funciona. Anda. Va para adelante aunque deba cambiar piezas en el camino. No es una máquina perfecta pero no se funde. No te deja tirado dijo Messi.

Dos ejemplos de que Argentina es un equipo, con todo lo que eso significa: Julián hizo olvidar muy rápido que Lautaro era el único delantero titular que llegaba con fuerza desde Calcio, al Mundial. Y Enzo Fernández, que Leandro Paredes era el cinco indiscutido del invicto histórico de 36 partidos. Paredes no funcionó y el ingreso del ex River fue lo mejor que le pudo pasar al Seleccionado en estos últimos dos juegos (sobre todo en la victoria sobre Polonia).

Y Messi es Messi. Cumplió mil partidos como profesional frente a Los Canguros. Mil. Y jugó mil puntos. Hizo un golazo que abrió otra vez (como contra México) un partido cerrado, duro, luchado por un rival que no tenía miedo al ridículo porque tampoco tenía nada que perder. El rosarino se hizo cargo. La rompió toda. Los adjetivos para definirlo no alcanzan, quedan siempre cortos cuando juega bien porque, a veces, no juega tan bien. Esta vez volvió a jugar bien, muy bien, excelente. Y entonces, para no caer en la incomodidad de buscar elogios repetidos podemos pensar en nosotros, en los futboleros que lo disfrutamos. Y reflexionar sobre la suerte que tenemos de poder admirar a un artista sublime que sigue en su esplendor, más allá del inexorable paso de los años. Darnos cuenta de que somos contemporáneos al hombre que mejor juega el juego que más nos gusta. Y algunos, los más grandecitos, que también tuvimos la suerte de ver a Diego. Seguramente vendrán generaciones sin tanta dicha. Aprovechemos la que nos toca. Y mientras también sigamos disfrutando del Mundial con Argentina como protagonista. El viernes a la noche sabremos si despertaremos del sueño o si el sueño continuará, al menos unos días más.