La fortaleza de Los Canguros


"No es un honor jugar contra él, porque es solo un humano, como todos lo somos". Milos Degenek no quiso subestimar a Leo Messi ni mucho menos. El experimentado defensor australiano que juega en el Columbus Crew, de la Mejor League Soccer. lo admira al rosarino como todos sus colegas. Y cree que es el mejor, pero sabe declarar y no se achica pese a que entiende que el sábado, Los Canguros, jugarán contra el Seleccionado argentino su partido más importante en historia de los Mundiales.

Degenek sabe lo que es hacerse de abajo, correrla de atrás. Perseguir la gloria. 

El lateral izquierdo nació en realidad en Knin, Croacia, y cuando era chico perteneció a la población serbia que fue expulsada durante la guerra. Debió emigrar a Belgrado en 1995 y vivió junto con su familia en la pobreza extrema, como refugiado. Un año después viajó con sus progenitores a Australia. Y la vida le cambió.

En realidad, el fútbol le modificó el escenario. Trotamundos a la fuerza, Degenek llevó su físico y sus ganas de jugar a la pelota a Alemania, Japón, Serbia y Estados Unidos. A los 28 años es uno de los más experimentados en el seleccionado de los socceroos (que no significa otra cosa que futbolistas, o los Canguros del Fútbol, extraño apodo para un equipo de... futbolistas, pero así los llaman). Y le tiene mucha fe a sus compañeros para hacer un buen planteo contra Argentina, el sábado, pese a que es consciente del poderío del Seleccionado de Lionel Scaloni. "Tenían a Lautaro Martínez en el banco de suplentes", dijo con admiración y demostrando que conoce a la perfección quienes juegan y quienes no en Argentina, partido a partido.

Su confianza tiene fundamentos. Australia pasó segundo en el Grupo D que compartió con Túnez, Francia y Dinamarca. En su debut mundialista fue aplastado por los galos 4-1 y dejó que desear. Pero después despachó a tunecinos y daneses ganando ambos duelos por 1-0. Transpirando la camiseta, eso sí. Pero siendo superior a sus rivales con lo justo, ya que sus planteos resultaron conservadores pero efectivos: les cedió la pelota y apostó al contragolpe. No tuvo la posesión ni por asomo. Pero les ganó. Y se impuso en ambos duelos desde lo físico.

Este último dato no será menor, de cara a lo que vendrá a partir de octavos de final. Quienes resistan más, más lejos llegarán. No hace falta recordar cómo la mayoría de los futbolistas arribaron a esta Copa del Mundo jugada ineditamente a fin de año por el calor y... por los petrodólares de Qatar. Así que habrá que prestar atención, de ahora en más, a las lesiones y a las fortalezas físicas de los clasificados, más allá de los talentos innatos, indiscutibles y que suelen hacer la diferencia.

Australia, si algo tiene a su favor, es músculo. Y altura. Todos los jugadores del DT Graham Arnold promedian el metro ochenta, como mínimo. Degenek mide 1,87. Y Harry Soutar, el primer zaguero central... 1,98. ¿El arquero? Medio petisón: Mat Rayan alcanza los 184 centímetros.

Los planteos que hace el entrenador son flexibles. Flexibles a la retranca, al menos cuando se sabe inferior al su rival: 4-1-4-1, 4-2-3-1 o el más clásico 4-4-2. Se verá a cuál recurre el sábado, o a cuáles. Seguramente irá variando con el correr del partido y las necesidades. Australia sabe que, hasta acá, llegó a una instancia soñada. Pero tratará de estirar ese sueño. Miedo no tiene. Y si no que le pregunten a Degenek.