El rincón del historiador

Una herencia criolla

Hace más de medio siglo Carmen Peers de Perkins, escribió un pequeño (pero sustancioso libro) que tituló Éramos jóvenes, el siglo y yo, feliz título ya que ella nació en el 1900 en Buenos Aires; un 16 de julio fiesta de la advocación de la Virgen, cuyo nombre llevó. Su padre el belga Gastón Peers, había llegado a Buenos Aires en 1888 con 20 años, "de espíritu aventurero y resuelto, sin excesivo apego al estudio''. Su primera impresión fue que esto era parecido a París por su lujo y animación y hasta Palermo le parece el Bois de Boulogne.­

Sostener la vida que deseaba, con lo que sus padres le enviaban y su exiguo sueldo, ya que la vida era cara en la ciudad, lo decidió a marcharse a trabajar en la estancia San Mauricio en la provincia de Buenos Aires. En carta le decía a sus padres: "Allí aprenderé el idioma, tendré pocos gastos y más adelante veré lo que me conviene hacer''. Se sorprendía porque "los caballos aquí son de una resistencia increíble. Montados no conocen otro andar que el galope que mantienen durante horas sin otro alimento que un poco de pasto y como caballeriza el campo abierto donde viven siempre expuestos a la lluvia y al viento''.

Así a poco de llegar partió con un resero llevando una tropa a un campo vecino, donde esa experiencia lo marcó, desde el recado, que a la vez servía de cama, una carme asada sobre bosta seca, o el ataque de una jauría de perros cimarrones que huyeron apenas descargaron los fusiles.

Un encuentro con el cónsul de Bélgica Albert Oostendorp le permitió acceder con buen dominio de las tareas rurales a la administración del establecimiento San Carlos en Vedia, perteneciente a una compañía belga de tierras. Cuatro años después les decía a sus padres: "Teman más bien que no vuelva nunca más a Bélgica, pues confieso que si no fuera por Uds. no pensaría en volver''. Les confiesa sus habilidades: "Me he puesto de primera fuerza en el lazo y de tanto aplicarme no le temo a los gauchos, al gran furor de éstos que se ven ganar por uno que no es argentino y gaucho''. Lógicamente los criollos le tenían particular estima y mutaron su apellido Peers pero sin quitarle su título nobiliario llamándolo afectuosamente barón Pérez.­

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EL CASAMIENTO­

­Casó en la parroquia del Socorro en octubre de 1899 con Ernestina Costa, a la que le comentó en una carta una visita a la estancia de sus amigos Carlos Pellegrini, Pedro Luro, Julián Martínez y Gregorio Torres entre otros. Se divirtieron en una cacería del zorro y después en un partido de polo, a tal extremo que el ex presidente Carlos Pellegrini quiso tomar parte del encuentro lo mismo que Martínez. Tan apasionado era Gastón Peers por de deporte, que en el establecimiento con los peones además de enseñarles a practicar ese deporte, con los más diestros organizó un equipo que con en nombre de San Carlos ganó el Campeonato Argentino. Integraban el equipo además Peers, sus peones Roque Fredes y Juan Carrizo y Percy Talbot de Rosario. Nuestro personaje era famoso además por su habilidad con los carruajes y se conserva una foto suya guiando su coche por la avenida Alvear en la curva frente a la Recoleta.

El barón Peers murió en Bélgica en 1922, en un accidente automovilístico. Su hija Carmen sin duda heredó la pasión por la tradición, de la que dejó sobrados testimonios en el libro comentado, relatando la historia familiar de los Costa, los Goyechea, y otras familias de viejo arraigo en ambas bandas del Plata y vinculadas a la actividad agropecuaria. Como ejemplo Braulio Costa, alguna vez fue propietario de la estancia El Rincón de López aparentemente ganada en una partida de naipes a Gervasio Ortiz de Rozas.

Carmen Peers se casó con Carlos Edmundo Perkins, un porteño que tenía sangre inglesa por su padre y vasca francesa por su madre Margarita Diharce. El matrimonio procreó diez hijos, tres varones Gastón, una leyenda del automovilismo; Juan Carlos y Martín y siete mujeres: Rosemary, Mercedes, Margarita, María Adela, May, Inés y Cynthia, a las que alguna vez nos referimos como míticas y que según Elisa Ulloa de Porrúa han sido "empresarias que, solas o apoyadas en sus familiares, planifican campañas agrícolas o ganaderas y analizan con solvencia posibilidades productivas, asumiendo que son las responsables últimas de los resultados, sean buenos o malos''.­

Muchas de ellas han tenido que ver con la fundación del Club Argentino de Carruajes, donde Rosemary y Margarita se destacaron, lo mismo que Cynthia una gran amazona. La herencia familiar del barón Peers sigue con algunos de sus bisnietos con los que tengo trato como Maggie y Paula Marin, Ernestina Anchorena, que continuando a su madre la preservación de las especies, las fiestas camperas, las yerras que son fiestas. Y Emiliano Tagle un serio investigador dedicado al estudio de nuestra historia rural, cuya biblioteca sobre estos temas es realmente una fuente de consulta para muchos de sus amigos.­

Todas ellas heredaron de sus padres ese extenso campo El 29 en Vedia, que muy bien lo definió Mercedes Perkins de Ulloa: "Más que dueños, debemos sentirnos administradores responsables del bien que recibimos y que en algún momento transmitiremos a la siguiente generación''. ­

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GRANDE SABER­

­Carlos Ulloa, el mayor de los hijos de Mercedes, es uno de los grandes conocedores del tema del caballo, tan grande es su saber como su humildad; y ni que decir en el arte de domar. Jinete desde siempre ha merecido el elogio de sus pares, comenzó trabajando en el campo como un simple peón y recuerda de esa etapa al patrón: "Que te daba la casa, las herramientas. Te daba las oportunidades, te consultaba por aquella yegua, por aquel potrillo. Para mí el patrón no era el opresor. Era y es una figura a quien quiero y respeto. Es el que me ayudó a formarme y a criar a mis hijos. Ese era mi ambiente. Era donde quería estar. Donde me sentía partícipe de un grupo, que creía que su trabajo era algo especial''.­

Alguna vez sufrió algún accidente que lo dejó postrado un largo tiempo, pero insistente el hombre volvió, y hoy o mejor dicho desde hace unos años es el mejor domador y uno de los máximos referentes en lo que hace a caballos de polo. La ya mitológica yegua "Cuartetera" de Adolfo Cambiaso la domó Polito.

Reconoce que esa pasión por el campo le viene de su madre y de sus tías Perkins, y sin duda de ese bisabuelo belga don Germán Peers y le ha merecido hasta un reconocimiento en la Cámara de Diputados de la Nación hace unos años. Sin embargo la pasión por los caballos y el polo continúa en sus tataranietos Hilario, Carlos y Salvador, todos ellos dedicados a ese deporte, que se prolonga en el segundo en el equipo la Hache PerPool que se ha presentado en importantes torneos.­

Hace pocos días le pedí a Carlos -o Polito como todos los amigos lo llamamos- que escriba sus Memorias, después dudamos a quienes podía interesar su vida y sus experiencias por otra parte tan ricas en un mundo que los que somos de la misma generación vemos cambiar día a día aceleradamente. Sabía que iba a ser difícil vencer su humildad, pero cuento con la complicidad de Mónica su compañera desde hace más de cuatro décadas; sin embargo nada de esta historia podía armarse si su abuela Carmen no guardaba aquellas cartas de su padre Gastón Peers, por lo que así como la pasión le viene en la sangre por los caballos, es un mandato de ella narrar esas experiencias para que las sucesivas generaciones vean como ha continuado esta herencia criolla que a todos nos honra y el tanto la enaltece.­