Personas hiperconectadas y cada vez más solas

El Día Mundial de la Salud Mental 2022 está dedicado a la relación con el planeta. Quizás debamos recordar que estamos en ese conjunto, cuando la soledad es desde hace años un factor de riesgo creciente en la salud pública. Las redes sociales, la vida cotidiana transformada por la masividad de la vida digital, la pandemia y la postpandemia no han hecho más que incrementar este factor nocivo de manera exponencial.

Se conmemora mañana el Día Mundial de la Salud Mental. Ese día de concientización es dedicado este año a la relación que tenemos con nuestro medio: "Nuestro Planeta, nuestra salud". Este lema invita a reflexionar sobre el imprescindible nexo con nuestro medio, nuestro ecosistema, como base para la salud. Sin embargo, mientras que vivimos en una época en las que se insiste de manera constante en ello, por alguna razón a veces parecemos nosotros mismos y los otros seres humanos, excluidos de ese conjunto que forma el ecosistema planetario. 
Así, en la época de mayor conexión e información, estamos avanzando hacia sociedades en las cuales estamos cada vez más desconectados los unos de los otros. Esa humanidad que busca conectarse con el mundo está dando paso a un problema de importancia en la salud pública y que ya generaba desde algún tiempo inquietud por su progresión incesante: la soledad. Fue calificada como epidemia cuando el término era aplicado en la manera tradicional, era la epidemia de soledad. Las sociedades en las que más se hacía notar esto, eran las de aquellos países desarrollados. Pero existe la posibilidad de que esto fuese así en gran parte por ser aquellas sociedades que conceden más recursos a la salud, no por ello descartando que el mismo fenómeno se produce en países menos desarrollados. 
Hace algunos años, el Dr. Vivek Murthy un "General Surgeon" en Estados Unidos, equivalente a un consejero general en Sanidad dependiente del ministro de Salud Pública, siendo su especialidad de origen la cirugía, dijo que al tomar el cargo imaginó que el mayor problema sería el de las posibles enfermedades infecto-contagiosas, pero que sin embargo consideraba que el problema número uno era la soledad. De una manera muy humana vio que detrás de muchas de las historias de violencia, depresión, ansiedad, adicciones, existía un patrón y éste era la soledad manifestándose de diversas maneras. 
Más adelante, en una entrevista, dirá que al interesarse en el tema de la soledad, vio que había gran cantidad de estudios a los cuales no se les prestaba atención y que señalaban valores de incidencia por encima del 20% en la población adulta. En su asombro dice "más que diabetes, tabaquismo, y no lo atendemos". 
Unos años atrás en el verano europeo, en Francia, se registró una cantidad récord de miles de muertos entre personas de la tercera edad. El factor sobresaliente común, el patrón, era que estaban solos. La asociación de soledad, al límite o más allá quizás del abandono de persona, lleva a la coexistencia de innumerables patologías e inclusive las mismas u otras preexistentes no atendidas.
RECESIÓN SOCIAL
Cuando comenzó la epidemia, luego pandemia de SARS2 y sus consecuentes medidas, esta situación fue evidente hasta en los medios, absolutamente reacios a publicar toda otra información que una narrativa rígida, en la cual solo existía un tal "el bicho", como dirían algunos profesionales, comunicadores y políticos encargados de políticas de salud. Sin embargo, la muerte en un geriátrico y luego en otros, mostró el problema que fue nuevamente de manera inmediata cubierto por un velo de información. 
Murthy habló de una recesión, pero no solo económica sino social. El impacto fue amplificado por otro factor que venía presentándose con una fuerza preocupante y era la irrupción de las redes sociales sin control, sin herramientas cognitivas o emocionales para adaptarse. 
El famoso sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman, fallecido en 2017, venía advirtiendo en sus últimos años sobre los peligros de las redes sociales y su impacto sobre la soledad y éstas como vector del mal-estar del individuo. En una entrevista dirá "Mark Zuckerberg ganó millones con su empresa fundada en nuestro miedo a la soledad". Interesantemente, señala el mismo punto que hoy sabemos, que las redes generan más y más soledad o quizás la de la peor forma: la soledad acompañada por una ficción, una fantasía de relaciones humanas reales en muchos casos.
Sabemos que la conexión social real, y positiva desde ya, es esencial a nuestra existencia a lo que somos, seres sociales, de allí la epidemia de enfermedades mentales crecientes. Hace unos años decíamos que en unas décadas llegarían a ser el problema número uno en la salud pública, pero entre otras cuestiones por lo mencionado, los tiempos se han acelerado y esas décadas ya son ahora. El tipo de usos y costumbres sociales van de la mano con la salud mental.
BUSCAR EN LAS RAÍCES
Los trastornos asociados a lo social forman parte de la crónica periodística y lamentablemente la policial o forense, los individuales son los relatos que escuchamos todos los días, con la aparición de brotes del jardín de la locura, diría Zarifian (Les Jardiniers de la folie), que se asoman como angustia, como malestar, para posiblemente en un momento ser patologías, insomnio pertinaz, su consecuente consumo de psicofármacos sin control, consumo de substancias y alcohol, alteraciones metabólicas (síndrome metabólico, obesidad etc.), trastornos cardiovasculares diversos, hipertensión, ansiedad, depresión, apnea de sueño, entre otros.
El inconveniente consiste en abordar la rama de ese árbol y no buscar en sus raíces, en las cuales en muchos casos encontramos la soledad. La medicina debe volver sobre sus pasos y pensar en el individuo, en el paciente y no en la enfermedad, y de alguna manera ver en el otro su mismo malestar. 
La soledad, un tema que aparenta ser banal, que quizás no amerite largos estudios complementarios y/o medicamentos, vacunas, etcétera, expone un modelo de sociedad, de ser en el mundo, que quizás deba ser replanteado en este Día Mundial de la Salud Mental. 
Lou Marinoff expresó el punto con un título de impacto "Más Platón (más humanismo) y menos Prozac". Quizás sea un buen día para salir de la dicotomía antigua de una visión de la ciencia aislada del contexto, no integrada al planeta, dentro del cual nos encontramos nosotros, aceptando bajar de pedestales, acercándose al otro y así entenderlo y de paso salir de la propia soledad de quienes creen estar libres de los mismos males.
Heidegger propuso "In der Welt sein", ser en el mundo, somos eso entendiendo que lo integramos todos como seres múltiples y relacionados con el planeta como un todo.