Paritarias, PASO, demoscopia y "populismo institucional"

Mientras el Congreso se adentra en el debate sobre el presupuesto, la perspectiva de una aprobación opositora -que Sergio Massa procura prioritariamente- se enturbia en el segundo plano por el impulso oficialista a proyectos que irritan aquellas negociaciones, como el que quiere suprimir las elecciones primarias, agendadas para agosto del año próximo.­

­LA ARITMÉTICA DE LAS PASO­

En rigor, el oficialismo todavía no ha unificado plenamente su postura en torno a esa iniciativa. Los gobernadores son los que primero apuntaron contra las PASO; el cristinismo duro recién esta semana pareció definirse en la misma dirección, a través de una declaración de Andrés El Cuervo Larroque, vocero calificado de La Cámpora. En cambio, la Casa Rosada y aliados del Presidente (por caso, los principales movimientos sociales) se han opuesto a modificar el régimen electoral en ese punto, razón por la cual la intención de anular las primarias aun no satisface la aritmética parlamentaria necesaria para concretarse.­

No es improbable que la reticencia del Presidente y sus (escasos) aliados sea sólo el paso preparatorio de una negociación. Se ha dicho y repetido que la anulación de las PASO provocaría problemas a la oposición, al privarla de un método institucional y objetivo de procesar sus numerosas y por momentos caldeadas diferencias internas, pero, más allá de que eso pueda ser así, también el oficialismo necesita encontrar un camino para arbitrar sus propias divergencias internas. Si no va a haber PASO, se requiere convenir antes el reparto que satisfaga mínimamente a todas las partes para evitar rupturas o la presentación de listas alternativas que suelen hacer daño.­

En las legislativas de 2017 el PJ no le dio a Florencio Randazzo la chance de competir en una interna con Cristina Kirchner y aquel terminó presentándose por separado. La señora de Kirchner salió segunda. El mecanismo de las PASO cierra legalmente el camino de la secesión a los candidatos que hubieren participado y perdido.­

Pese a la pérdida de relevancia que padece, el presidente Alberto Feernández tiene formalmente el poder de vetar una eventual ley que elimine las primarias abiertas y esa capacidad de obstrucción eventual es una carta que juegan él y el sector que lo acompaña para forzar una negociación aceptable.­

­PARITARIAS E INFLACIÓN­

Algunos actores que se han movido junto a Fernández para contener las políticas impulsadas por el cristinismo tienden ahora a hacerlo con creciente autonomía. En el edificio de la CGT se labró esta semana el acta de nacimiento del Movimiento Nacional Político Sindical, un brazo político del gremialismo destinado a hacer oír su voz en la coalición oficialista a la hora de discutir posiciones en el gobierno y en las listas electorales.­

El 17 de octubre la nueva corriente celebrará la fecha máxima del peronismo en el estadio de Obras. Signo de su actitud, los gremialistas, sin abjurar de objetivos de unidad en el PJ, prefirieron esta vez un acto a solas, "militante y sindical".­

En otro plano, los gremios son cuidadosos frente a la difícil situación económica y la débil contextura del gobierno, pero no se resignan a que los trabajadores que representan pierdan capacidad adquisitiva ante el incremento de los precios.­

Algunos ejemplos: los trabajadores del neumático, protagonistas de una lucha extensa y por momentos muy dura, finalmente acordaron con las tres grandes firmas del sector, junto con un bono extraordinario de 100.000 pesos, que la paritaria iniciada en junio de 2022 y se extiende hasta junio del 2023, garantizará aumentos que equiparen la inflación.­

Los bancarios firmaron un acuerdo de 94 por ciento más un bono de 184.000 pesos y la inclusión de una nueva negociación en el mes de diciembre. Los camioneros que conduce la familia Moyano pidieron un 100 por ciento por sobre el 31 por ciento que habían acordado en abril, lo que (si el reclamo es atendido) redondearía un porcentaje de 131 por ciento.­

Suele admitirse como natural que las empresas trasladen a precios los aumentos de costos que soportan. No es menos razonable que los trabajadores -a través de los sindicatos- imiten ese comportamiento. Si suben sus costos por la inflación, ellos aspiran a aumentar al menos en la misma medida el precio de su propio producto, el trabajo.­

Lo cierto es que esa dinámica, sin control, daña al conjunto. Se requieren poder, una perspectiva clara para decidir desde qué punto acotarla y confianza de los actores económicos y sociales para lograr ese control.­

Por ahora, la acción del ministro de Economía, Sergio Massa -al parecer el único de los líderes oficialistas que ha puesto manos a la obra en ese sentido- no ha alcanzado suficiente poder y si bien ha mejorado la ecuación de confianza, no llegó todavía a acumular la suficiente.­

­BOLSONARO, LULA Y LA DEMOSCOPIA

Cuando la hora electoral argentina está agendada recién para dentro de un año, la atención política de nuestro país se ha centrado en buena medida en el gigante vecino, Brasil, que ya ha empezado a definir su próximo presidente.­

Todo parecía indicar (pero ya se sabe: no solo entre nosotros las previsiones de los encuestadores pueden fallar) que Lula triunfaría por un margen considerable en la primera vuelta de la elección y que quizás podría evitar el balotaje.­

Los presagios demoscópicos fallaron en detalles importantes: la diferencia a favor de Lula no fue de quince puntos, sino de 5. Y no llegó a liquidar el duelo en primera vuelta.­

Jair Bolsonaro ha hecho ya mucho por modificar la política brasilera: ha corrido el sentido común muchos grados a la derecha, ha trabajado por una apertura económica, ha articulado una base social y una red de apoyo político para esa postura y ha condicionado inclusive a sus adversarios a ubicarse más al centro del espectro.­

Si las encuestas le daban menos votos que los que sacó es, probablemente, porque no tuvieron suficientemente en cuenta el rechazo que todavía inspiran Lula y (sobre todo) el PT. Ese votante "anti", que al ser encuestado pensaba canalizarse por otra fuerza no izquieerdista, al llegar al cuarto oscuro se polarizó y votó por Bolsonaro para evitar que Lula ganara en primera vuelta (como proclamaban las encuestas que, así, irónicamente ayudaron con su anuncio a que sus pronósticos fueran impugnados).­

El logro de Bolsonaro (superar el porcentaje que se le atribuía) quizás deba contabilizarse como una dificultad para el balotaje: si el voto anti ya se anticipó y se manifestó en la primera vuelta, de allí no ha de surgir el caudal que necesita para recuperar la ventaja que Lula le sacó: esa fuente de votos ya la utilizó.­

La veta que todavía queda para explotar son los 5,5 millones de votos en blanco o abstenciones. Si consigue movilizar ese caudal, podría sumar los casi 7 puntos electorales que necesita para ser reelecto. Sin embargo, el presentismo de la primera vuelta fue ya muy alto, no es probable que en la segunda se consiga un incremento decisivo.­

Lula, por su parte, ha conducido a su fuerza política hacia el centro con naturalidad: ya había mostrado esa prudencia en la transición que le permitió suceder a Fernando Henrique Cardoso asumiendo buena parte de las políticas de éste y ahora está pulsando la misma cuerda, como lo muestra la elección de su compañero de fórmula, Geraldo Alckmin, antiguo adversario y miembro del partido que fundó y orienta Cardoso. No haber triunfado en la primera vuelta lo empuja más al centro todavía.­

A contramano de lo que venía imaginando cierto sector K y una parte del antikirchnerismo más cerril, un triunfo de Lula no debería contabilizarse como una victoria de "la izquierda", sino más bien como la oportunidad de que las reformas liberales que la derecha de Bolsonaro empezó a imponer sin anestesia, sean desarrolladas por el realismo de un liderazgo popularmente acreditado.­

Ahora queda un mes hasta la decisión del balotaje. Bolsonaro llega a este tramo con palancas de poder en sus manos y con el entusiasmo de su fuerza por haber hecho una elección que desmintió los vaticinios más amargos. Lula, por su parte, tiene que seguir corriéndose al centro, como venía haciendo. Como suele ocurrirles a los líderes sociales que se guían por la realidad y saben que hay que hacer lo que se necesita, y hay que cambiar cuando es preciso, no será cuestionado sólo desde la derecha sino también desde su propia ala izquierda.­

Bolsonaro o Lula, gane quien gane, para la Argentina Brasil es un aliado marcado por el destino.­

­MANES Y EL MANIQUEÍSMO­

Es muy interesante observar el fenómeno desatado por una respuesta que expuso el neurocientífico y diputado Facundo Manes en un canal de cable. El siempre perspicaz Carlos Pagni destacó ayer en su columna de La Nación "la oleada de bullying que recibió el médico por mencionar el espionaje ilegal y las operaciones judiciales" que se desarrollaron durante el gobierno de Mauricio Macri. "De las operaciones irregulares de la AFI conducida por Gustavo Arribas y Silvia Majdalani no cabe tener dudas -abundó Pagni-. Las causas están abiertas. La penalización ha sido, hasta ahora, de distinto alcance. Algunos expedientes duermen en Comodoro Py con total negligencia de los jueces"

El doctor Manes viene intentando subrayar, desde que se aventuró en el territorio de la política, que él encarna una especie diferente, que no lo guía lo que podría definirse como lógica del poder, sino la del servicio público. Podría decirse que esa distinción esconde un menosprecio o una descalificación de la política como actividad, pero Manes -a diferencia de Javier Milei y sus ataques a "la casta"- no incurre en ese tipo de generalizaciones. El admira a políticos como Raúl Alfonsín, por ejemplo. Lo que probablemente quiere decir Manes es que no tiene interés en asociarse con prácticas desaprensivas como algunas que señaló al gobierno que practicó su propia coalición y él puso bajo la etiqueta "populismo institucional". Y que entró a la política con la voluntad de denunciarlas y procurar cambiarlas, fueran ejecutadas por adversarios o aliados.­

Que desde el PRO y el círculo de Mauricio Macri se alzaran cuestionamientos a las palabras de Manes era imaginable. Pero los golpes contra el neurólogo fueron más amplios. Se puso en funcionamiento un dispositivo que incluyó desde la usual artillería de trolls en las redes hasta los comentarios periodísticos facciosos, pasando por la búsqueda urgente de declaraciones de políticos del radicalismo de modo de arrinconar a Manes en una situación de aislamiento. "La reacción de la dirigencia de Juntos por el Cambio fue fulminante", describe Pagni.­

También resulta interesante observar que en el seno del periodismo hay capacidad de reacción. El artículo de Pagni es un ejemplo. También vale citar a otro destacado periodista, Marcelo Longobardi, que esta semana, desmarcándose de actitudes maniqueas que registra en los medios, puntualizó que "hoy en día hay una suerte de periodismo militante similar al del kirchnerismo. En lugar de insultar a todo el mundo, están dedicados a insultar a los rivales de Macri". El episodio Manes no sólo muestra que ante ciertos temas se diluyen las divergencias entre palomas y halcones.­

No sólo en el oficialismo sino también en la oposición hay cuestiones importantes que discutir, como ha quedado de manifiesto.­