El director Mauro Mancini llegó al país para presentar `No odiar' en la Semana del Cine Italiano

Un cine que interpela la moral humana

Alessandro Gassmann protagoniza esta película que plantea un dilema personal entre la ética médica, la religión y el nazismo. El derrotero de una obra golpeada por la pandemia.

­Cuando en marzo de 2020 el director italiano Mauro Mancini (44 años) terminó de rodar `No odiar' seguramente creyó estar tocando el cielo con las manos. Era su primer filme como único realizador, con una historia muy potente y con Alessandro Gassmann, hijo del eterno Vittorio, como protagonista. Sin embargo, el diablo metió la cola y a la semana de haber salido del estudio de sonido con el máster en la mano, el mundo se encerró a causa de una pandemia atroz. Pasaron los meses y en septiembre del mismo año su película vio la luz en el esterilizado Festival de Venecia, donde recibió los elogios esperados e inició un recorrido por más de cien festivales hasta llegar a nuestra Semana de Cine Italiano en Buenos Aires, dos años después. Tras agotar las dos funciones en el Cinépolis de Recoleta, `No odiar' tendrá su estreno comercial el 27 de octubre en salas de todo el país.

``La idea de `No odiar' surgió de una noticia desde Alemania, donde un médico de origen judío se había negado a operar a un paciente que tenía un símbolo nazi en su espalda. Pero era una operación de rutina, nada urgente ni de riesgo, por lo que la operación se terminó realizando con otro médico. Si bien ese acontecimiento ya me había sensibilizado, me marcó mucho más lo que declaró el médico después, que no había realizado esa operación porque iba contra su moral. O sea, había hecho una elección ética sobre la profesional''.

-Un dilema existencial extremo.

-Exacto. Por eso lo que tenía que desarrollar en el filme era una situación parecida pero fuera de un hospital, y poner a nuestro protagonista decidiendo sobre la vida o la muerte de una persona en apenas segundos.

-Su película bucea en la mente de este cirujano judío y lo interpela en todos sus vínculos.

-El filme hace hincapié en saber quiénes son los hijos de este hombre que nuestro protagonista deja morir y cómo se va vinculando con ellos. Es un judío poco tradicional, que ha perdido su conexión religiosa por una mala relación con su padre. Y en ese vacío y a través de ciertas situaciones va entendiendo lo que era llevar un apellido judío en la época del fascismo.

PROTAGONICO

-No es común que una figura como Alessandro Gassmann protagonice una ópera prima.

-Mientras escribíamos el guion junto a Davide Lisino, Alessandro Gassmann me venía todo el tiempo a la cabeza. Uno no puede escribir un personaje sobre una piel vacía, se tiene que visualizar a alguien sí o sí. Y si bien parecía inalcanzable, nuestro personaje cada vez tenía más de él. Saber que nunca había hecho un papel así me ilusionaba. En un primer intento no llegamos a él y ya en la última reunión con el productor le sugerí su nombre. Tres semanas después me llega un mensaje a mi celular desde un número desconocido que decía `hola Mauro, soy Alessandro Gassmann, me interesaría mucho hacer tu película. Encontrémonos'. No lo podía creer.

-El sueño de todo director.

-Nos encontramos en un bar y me dijo que le interesaba hacer la película porque le parecía original y porque su personaje, al hablar poco, le exigía actuar mucho con los gestos y que quería ponerse a prueba. Otro punto a favor fue que en su familia había una historia vinculada al nazismo de parte de la hermana de su abuela. De hecho, él siempre cuenta que su padre Vittorio Gassmann, de origen judío, se había salvado de ser reportado por ser jugador de la selección italiana de básquet.

-¿Dirigió a un actor exitoso o al hijo de una de las máximas instituciones del cine italiano?

-Alessandro hace todo lo posible para que uno lo considere un actor más, aunque todos sepamos que no lo es. Primero, porque actualmente es uno de los actores más importantes de Italia, hizo más de cincuenta películas, pero además es director y autor. Fue siempre el primero en llegar al set y el último en irse. Trató a todos los actores como pares y así potenció el trabajo de los que hacían su primera película, como Luka Zunic, que hace del hijo del hombre al que deja morir y con el que logra momentos de mucha tensión. Con el personaje de Sara Serraiocco también logra mucha conexión, cosa que no suele darse cuando los actores son tan dispares en cartel.

LA PANDEMIA

-Tenía la joya de la abuela en sus manos y la pandemia parecía arrebatársela.

-Un director invierte muchos años de su vida en una película. Cada minuto de ese proceso es una ilusión nueva. Y cuando la termina, lo único que quiere es que la mayor cantidad de gente pueda verla. Yo la tenía en mi casa y no sabía qué iba a pasar con el mundo. Fueron semanas de mucha angustia porque llegué a pensar que nunca se iba a volver a abrir una sala de cine. Encima, Italia vivió un principio de pandemia trágico con más de mil muertos por día. Pese a ello terminó dándose todo en los tiempos estimados. Primero en el Festival de Venecia, con muy buena recepción, y después en cines, durante tres semanas. Después todo volvió a cerrarse pero al menos la historia de Simone Segre ya había salido al mundo.

-Es imposible no hacer una conexión entre su película y las últimas elecciones en Italia, donde después de tantos años volvió a ganar la ultraderecha.

-Mi idea no era hacer una película sobre el neonazismo ni validar ese sentimiento al día de hoy. Mi película va por el lado de la memoria, pero en base al contexto que estamos viviendo, es lógico que surja la relación. Lo que sucedió en Italia es producto de la democracia. El pueblo votó y eligió en su mayoría al partido de ultraderecha. Pero si la pregunta es si creo que vuelva el fascismo a Italia, diría que no. Pero como la bandera del fascismo es enorme, tapa lo que en realidad está en juego que es la reescritura de la Constitución y es a lo que hay que estar atento. Que no se recorten algunos derechos. La atención debe estar puesta ahí porque somos nosotros los que conocemos lo que pasó cuando no se frenaron determinadas situaciones a tiempo.

-¿Es su primera vez en la Argentina?

-Primera vez en Sudamérica. Con muchas ganas de recorrer este país y a futuro volver con más tiempo. Para mí, la Argentina es Maradona. De chico jugaba al futbol y Maradona era la estrella. Yo soy del Milán y en los '80 era la rivalidad del Milán de los holandeses contra el Nápoli de Diego. También me gusta mucho el cine argentino. Quiero visitar el Colón, la librería El Ateneo, la tumba de Evita, recorrer Caminito, bailar tango y comer mucho asado.