El rincón del historiador

Ex libris, su misteriosa seducción

Con el título de esta nota Bernardo Lozier Almazán dio a conocer en 2015 un volumen con la historia de esos "papelitos o etiquetas adheridos en el dorso de las tapas de los libros, que indican quién es su actual poseedor o quién lo fue''. La cuidada edición de Sammartino Ediciones está ampliamente ilustrada con los ex libris de numerosas figuras más que conocidas como José de San Martín, Victoria Ocampo, Enrique Larreta, Eduardo Mallea, Ricardo Güiraldes, Manuel Mujica Láinez, Guillermo Furlong, Ricardo de Lafuente Machain, Carlos Alberto Pueyrredón, Abel Cháneton, Joaquín V. González, Carlos Reyles, Alfredo Guido, Jorge Pereda, Carlos Obligado, Cosme Beccar Varela, Martiniano Leguizamón, Alejandro Korn, Enrique Peña, Adolfo Saldías, Ricardo Monner Sans, Natalio Botana y otros tantos. No faltan en la nómina bibliotecas de instituciones públicas y privadas como las del Congreso de la Nación, de las Universidades de Córdoba y de La Plata, del Jockey Club de Buenos Aires o del Círculo de Armas.­

Parece ser que el origen de los mismos se da en Alemania con el monje de la Cartuja de Buxheim de la Orden de San Bruno fray Hildebrando de Brandenburgo, que probablemente entre 1470 y 1480 donó su biblioteca y "no pudo despojarse de cierta humana vanidad y confeccionó unas pequeñas etiquetas de fino papel a las que, con paciencia monacal, les dibujó a mano su escudo heráldico para perpetuarse en ellos, adhiriéndolos al dorso de la tapa de cada uno de los libros que donó con doloroso desprendimiento''

Ya con el advenimiento del libro impreso, aparecen figuras relevantes como Alberto Durero, el famoso artista gráfico y pintor alemán, que ejerció notable influencia en el arte renacentista alemán; y a causa de sus magníficos grabados que le merecieron reconocida fama, fue que en 1516 su compatriota el noble Hieronimus Ebner le encargó su ex libris, y luego Lazarus Spengler, llegando a ser autor de seis de ellos. Otro personaje interesante fue otro alemán, Hans Holbein, que radicado en Inglaterra en la corte de Enrique VIII, pintó el retrato de Ana Bolena, cuando ella conservaba la cabeza en su lugar, que fue autor de ex libris, entre ellos el de Erasmo de Rotterdam en 1526.­

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EL PRIMERO­

Fue en la España de los Borbones que don Francisco de Goya los confeccionara para algunos de sus amigos, como también lo hizo con el pensador Gaspar Melchor de Jovellanos, y a los duques de Alba y de Wellington. Algunos autores, según recordó Roberto Müller, un erudito conocedor de los libros fallecido hace poco tiempo, afirmaban que el primero había sido el de la Biblioteca Mayor de la Universidad de Córdoba, fechado en 1690. La Casa de Trejo fundada en 1613 tuvo su imprenta hasta que esta fue trasladado a Buenos Aires en 1780. Se le debe a Lozier Almazán con mayor documentación que en el libro comentado, que el primero que se hizo en país fue para el jurista y fiscal de la Real Audiencia de Buenos Aires don José Márquez de la Plata, que dio a conocer junto con otra valiosa información en el cuaderno `Ex libris, del primero impreso en la Imprenta de los Niños Expósitos a los de ilustres personajes vinculados con la Manzana de las Luces', editado por el Instituto de Investigaciones Históricas de ese histórico sitio.

Destacados artistas fueron los autores de ex libris, de una larga nómina mencionemos a Salvador Dalí, autor de uno para Federico García Lorca; y otros catalanes como Joan Anglada Villa, Vicente Bertrán Forniés, Joaquín Plá Dalmau, José Triadó y Mayol, Alejandro de Riquer, y Alejandro de Riquer e Ynglada VIII conde de Davalos, considerado el más destacado impulsor del modernismo catalán. En nuestro país se han destacado Emilio Bertrand, Pompeyo Audivert, Alejandro Sirio, Adolfo Bellocq, Alfonso Bosco, Guillermo Buitrago, Juan Carlos Huergo, Alfredo Guido y en la actualidad con verdadera excelencia, Luis Mc. Garrell, que según manifestó Lozier realizó el del ex presidente Carlos Saúl Menem.­

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DONACION­

Todo esto viene a ser una amable introducción a que la notable colección que hizo de ellos Bernardo Lozier Almazán, de más de 800 ejemplares, decidió donarlos a la Academia Nacional de Bellas Artes, que los recibió el martes pasado en un acto llevado a cabo en la sede de la corporación a espaldas de la residencia de Matías Errázuriz, otro gran coleccionista, mientras contemplábamos los magníficos jardines.­

En la oportunidad, Lozier destacó brevemente lo que comentamos en esta nota y reconoció que "hay momentos en esta terrenal existencia que debemos desprendernos de ciertas pertenencias para asegurarles un buen destino''; por esa razón eligió a la Academia para esa donación y agradeció a los numerarios Alberto Bellucci y Ramón Gutiérrez su participación en las gestiones para hacer posible la misma.­

La profesora Matilde Marín, presidenta de la Academia Nacional de Bellas Artes, agradeció el desprendimiento de Lozier Almazán, que permite atesorar un elemento no existente hasta ahora como colección dentro de la institución. El académico Alberto Bellucci se refirió a la personalidad del donante, quien finalmente realizó una exposición de algunos de los más de 800 ex libris que entregó a la institución. Participaron del acto miembros de las Academias Nacional de Medicina, de Artes y Ciencias de la Comunicación, del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades.­

La valiosa colección de Bernardo Lozier Almazán, que por su generosidad ya integra el patrimonio de la Academia Nacional de Bellas Artes, ha encontrado un digno marco en esta casa. Allí continuarán por largos años estas pequeñas obras de arte, junto a los volúmenes que atesora la vecina Academia Argentina de Letras, que ocupa otro piso en la misma residencia. Escritores como Victoria Ocampo, Larreta, Obligado, que fueron miembros de esta última corporación con sus colegas de la de Bellas Artes, don Alfredo González Garaño y con Manucho Mujica Láinez que integró ambas, continuarán el diálogo al verse reflejados en esta donación y misteriosamente el arte, las letras y el amor a la letra impresa recorrerán estos salones, mientras los tapices, las pinturas flamencas y españolas, los muebles y las miniaturas, y todo aquel refinamiento es el magnífico escenario que se reproduce y multiplica muchas veces en los espejos y salones de la señorial casa de los Errázuriz.