¿El dólar soja anticipa la devaluación?

Una posibilidad es que el Banco Central haga un rápido colchón de dólares en septiembre para depreciar el peso en octubre, elucubra David Miazzo, economista jefe de FADA. El mecanismo genera profundas inconsistencias monetarias. Desatará tensiones la menor cosecha de trigo.

El nuevo esquema del tipo de cambio le otorgó un mayor beneficio a los productores agropecuarios al momento de liquidar la soja, equivalente a la quita de las retenciones. Ahora el Banco Central les paga $200 por cada dólar. Pero el milagro durará apenas 25 días. ¿Qué ocurrirá después? Esa es la pregunta del millón, la que por el momento no parece tener respuesta.

El escenario ofrece dos planos, según explica David Miazzo, economista jefe de la Fundación FADA. Uno radica en ganar tiempo, sumar reservas y llegar a principios del año próximo, momento en que deberían tomarse medidas monetarias de fondo. La otra estrategia que estaría ejecutando el Gobierno, y la más factible, es la creación de un rápido colchón de divisas para devaluar ni bien comience octubre. Como se ve, la devaluación surge inevitable.

-De acuerdo a tu análisis, desgranado en las redes sociales, tu lectura del efecto Dólar Soja sobre el bolsillo de los productores es positiva.

-Es positiva con algunos peros, temporalmente positiva. A los productores les sirve, va a ser bastante positiva porque va a haber mayor nivel de ventas del que venía habiendo. Pero es temporaria, es un parche, no sirve para resolver el problema de fondo. Esas son las cuestiones a destacar del lado negativo, y genera una inconsistencia monetaria importante.

-El mercado se movió mucho durante los primeros días. ¿Es buena señal?

-De acuerdo a los datos de la Bolsa de Cereales de Rosario se movieron 800.000 toneladas el primer día, y otro tanto en la segunda jornada.

-¿Por qué esta vez el mecanismo fue más tentador que aquel que montó el Gobierno hace un mes?

-Básicamente por dos razones: primero, fue un mecanismo más simple y más claro. Es decir, el productor directamente recibe más pesos por cada tonelada de soja. Con la versión anterior el productor recibía los mismos pesos y con esa plata una parte podía colocarla en depósitos dollar linked, y la otra parte podía comprar dólar solidario. El cálculo era muy indirecto. Esto es muy claro y simple. Reciben más pesos por cada dólar. Y esa mayor cantidad de pesos se estimó en un 43% más en un primer momento. Digo en un primero momento porque después también hubo algún impacto negativo en los precios por el alto nivel de la oferta. Cuando muchos productores decidieron salir a vender, eso deprimió un poquito los precios. Igual sigue siendo sustancial la mejora.

-Este esquema tiene fecha de vencimiento: dura solamente 25 días. ¿Esto se tradujo en el apuro para liquidar? ¿Podría prolongarse?

-Es muy difícil porque la medida es muy inconsistente desde lo macroeconómico. Genera una necesidad inmediata de que el Banco Central imprima más pesos. El exceso de pesos en el contexto de tipo de cambio atrasado y cepo es el origen del problema cambiario. Es tal la inconsistencia que la solución agrava el problema. Por ese motivo es algo que no se puede esperar que el mecanismo se extienda en el tiempo porque va incrementando los desequilibrios.

RESERVAS

-¿Es un esquema de emergencia para juntar los u$s 5.000 millones que necesita el Banco Central para reforzar las reservas?

-Hay que tener en cuenta que de los u$s 5.000 millones, con viento a favor van a quedar en las reservas u$s 2.000 o u$s 3.000 millones, porque todo el resto el Banco Central se va a dar vuelta para vendérselo a los importadores, que siguen comprando dólares. Si se alcanzan los u$s 5.000 millones, no todo ese monto se va a transformar directamente en reservas. Sólo una porción de eso. En FADA vemos dos escenarios posibles de lo que puede pasar de octubre en adelante, que explican el porqué de esta medida.

-¿Cuáles son?

-Primero un escenario que uno vería que tiene muy poca lógica, que sería simplemente ganar tiempo. Con este colchón de dólares más algo que consiga Massa (Sergio) en esta gira internacional, construye un colchón de dólares que le permiten comprar un par de meses y patear hacia adelante la devaluación, que es inevitable. Con esto ganan tiempo hasta febrero o marzo, que ya todos los analistas decían "la verdad es que no les quedan muchas opciones porque el Banco Central se está quedando sin dólares en este marco cambiario". Eso sería comprar tiempo, que sería el marco más criticable porque asumís costos sólo para postergar la solución. El otro escenario, que sería más lógico desde lo macro, y no es que uno lo desee, sería que el Gobierno se quiera hacer de un colchón de dólares que hoy no tiene para llegar a los primeros días de octubre, hacer una devaluación y tener un colchón para que esa devaluación sea lo más ordenada posible.

-Comprando dólares a $ 200 y vendiéndolos a $ 140, ¿esa estrategia de hacer el colchón y luego devaluar no es la que más se acerca a la realidad?

-La única consecuencia lógica de porqué asumir este costo es la de llegar con un mayor colchón y ahí hacer una devaluación ordenada. Esa devaluación podría ser la búsqueda de la unificación cambiaria, que es muy improbable, o algún tipo de desdoblamiento. Y normalmente en los desdoblamientos el campo y la exportación en general son los que menor tipo de cambio tienen. El Banco Central le compra barato al exportador para vendérselo más caro al importador, al turismo y al financiero. No al revés.

-¿La unificación cambiaria no se ve posible ahora porque la brecha es muy grande y el salto debería ser muy brusco? ¿Se teme el latigazo inflacionario?

-Exacto, tiene que ser demasiado brusco. Y en realidad eliminar la brecha también requiere un nivel de confianza que este gobierno entendemos que ya no tiene. Esto tendría que venir con el próximo gobierno, pero incluso la futura administración tal vez no tenga las herramientas para hacer una unificación cambiaria desde el primer momento.

-El tema es que el desdoblamiento cambiario como política nunca funcionó.

-No tiene resultado. Lo único que se hace es ganar algo de tiempo. El tema es si esa devaluación o desdoblamiento se acompaña de una política fiscal acorde que permita tener una política monetaria acorde. Es decir, si se hace el salto cambiario, se devalúa o desdobla, en combinación con una reducción del gasto que permita recortar el déficit, y que no exija que el Banco Central esté imprimiendo pesos todo el tiempo para financiar el hueco fiscal, ahí puede ser algo más exitoso. Se cortaría uno de los canales centrales del desequilibrio económico, que es el déficit fiscal y el consecuente desequilibrio monetario.

-¿El éxito depende de hacer los deberes? Sino sólo sería un fogonazo que seguramente impactaría en los precios.

-Claro. Por eso entiendo que lo primero que hicieron fue avanzar en los ámbitos fiscal y monetario. Tratar de avanzar en esos frentes. Recién ahora están tomando una primera medida cambiaria, y hay que ver si en octubre van a tomar otra.

-¿Espera algo del viaje del ministro de Economía a los Estados Unidos?

-Ahí está parte del objetivo. Hacer tanto ruido en la prensa para volver sin nada no creo que sea lo que están buscando. Pero no tengo información sobre esa agenda.

INCENTIVOS 

-¿Qué incentivos tiene el productor de cara a la próxima campaña?

-La campaña que viene tiene un escenario de precios que, a pesar de haberse desinflado respecto del primer semestre de este año, sigue siendo relativamente bueno. Sigue siendo bueno si lo comparamos con la media histórica. Eso es algo positivo. Del lado negativo hay dos cuestiones: la central es la sequía. Venir de una sequía y que todos los pronósticos indiquen que hasta principios de 2023 va a continuar la Niña -hay 80% de probabilidades-, la vuelven el principal desafío. La rentabilidad es precio por volumen, y si la sequía hace producir menor cantidad, eso desestabiliza. Eso va combinado con otro factor, que es la suba de costos. Han subido mucho los precios de los fertilizantes, algunos fitosanitarios y, producto del atraso cambiario han subido algunos costos medidos en dólares en materia de fletes y las labores agrícolas. Subieron en pesos mucho más de lo que subió el dólar oficial. Hoy se necesitan más toneladas de granos para pagar el mismo flete, la misma siembra, las mismas toneladas de los fertilizantes y la misma cantidad de glifosato.

-Es decir que el productor puede estar frente a buenos precios internacionales pero la coyuntura lo dejaría parado en el mismo lugar.

-El escenario es sequía más altos costos que terminan generando una actitud defensiva. ¿Qué es esto? Por un lado un cambio en la rotación de cultivos, algo menos de maíz y algo menos de soja. Las primeras versiones indican que no será algo tan sustancial pero sí habrá un cambio porque el cultivo de maíz, por el costo de las semillas y los fertilizantes, es mucho más caro. Es casi el doble la inversión que hay que hacer por hectárea en el maíz que en la soja. Una primera actitud defensiva es hacer algo menos de maíz y algo más de soja. Un cambio en la decisión de siembra. Luego hay posiciones defensivas desde lo productivo. Si el productor sabe que las limitaciones productivas van a hacer los mililitros de agua, ajusta la cantidad de semillas y el potencial, y ajusta el fertilizante que le pone. Se disminuye el nivel de inversión en insumos porque ya se sabe que la limitante no va a venir por el fertilizante ni por la semilla, sino por la falta de agua. Mientras más cierta es la posibilidad de sequía, el productor aplica la lógica de menos semillas por hectárea. Algunas son semillas con menor potencial, algo más económicas. También reduce la cantidad de fertilizantes. Todo eso termina concluyendo en un nivel menor de rindes. El productor y el ingeniero agrónomo hacen la cuenta de hasta qué punto conviene reducir esta inversión o no. Entonces tenemos una actitud defensiva ante el alto costo de los insumos y una sequía muy probable.

-El trigo siempre está en la mira del Gobierno a partir de la lógica de recortar exportaciones y apuntalar la mesa de los argentinos. Algunos productores habían decidido cambiar y hacer cebada para salirse del radar. ¿Esta manera de actuar se prolonga?

-Sí, cuando hay intervenciones, como ocurre con el trigo que tiene una cuota de exportación, que en el Gobierno le han llamado "volúmenes de equilibrio", el productor decide para no quedar encorsetado en esas decisiones pasarse a otros cultivos de invierno. Principalmente se van a la cebada, aunque ese cambio termina siendo marginal. Hay cerca de 6 millones de hectáreas de trigo contra 1,3 millones de cebada sembradas en la Argentina. No es tan fácil porque los mercados de trigo y cebada a nivel mundial son muy distintos. El que se pasa de trigo a cebada tal vez no tenga mercado adonde colocarla. Pero, dado el contexto, ya se sembraron entre 700.000 y 1 millón de hectáreas menos de trigo, según datos de la Bolsa de Cereales de Rosario. A eso hay que sumarle el efecto rinde que generará la sequía sobre el rinde del trigo que se cosecha en diciembre.

-¿Ya se advierte el impacto de la sequía en este cultivo?

-Ya se está viendo el impacto. Va haber menos trigo y eso va a generar mayores rispideces en el mercado interno. Por los buenos precios que tenemos, los productores vienen adelantando ventas. Se ha vendido un gran porcentaje del trigo que se va a cosechar. Posiblemente esa sea la discusión a darse en enero. Tal vez vengan restricciones por parte del Gobierno para proteger esto de la mesa de los argentinos. Esa será la discusión del verano.

CORTARON LA IMPORTACION PARA DISCIPLINAR LOS PRECIOS

Carne: China marca el ritmo

-¿Cómo evalúa el sector ganadero de exportación? 

-En la exportación de carne se vienen flexibilizando las restricciones porque el mercado interno está muy débil. Los frigoríficos estaban acumulando cierto stock para exportar y de allí que hubo alguna flexibilización. Por otro lado, la plaza local viene debilitada porque el bolsillo de los consumidores viene muy debilitado. Esto produjo que el precio de la hacienda en pie esté prácticamente planchado desde abril. De allí en adelante los precios evolucionaron por debajo de la inflación y eso afectó los márgenes de la cadena ganadera, en particular del feedlot. En lo que es exportación, se destaca el bajo nivel de compra que existe por el atraso cambiario. Cuando la inflación se come al tipo de cambio, esto le genera a los exportadores que le sigue subiendo el costo de producir el animal pero no le sube el precio de venta. Hubo muy buenos precios internacionales en el primer semestre, pero se han desinflado. Quedaron atrás los excelentes precios internacionales, aunque siguen estando en un buen nivel.

-¿Y cómo sigue la demanda China?

-China viene generando dos tercios de los dólares que se producen a partir de la exportación de carne, y se lleva casi tres cuartos de los volúmenes, es una aspiradora de carne. Pero con todos los problemas que tienen con el Covid, con el cierre de ciudades, han experimentado el aumento del precio de la carne. Entonces hicieron lo que habían aplicado a fines del 2020: cerraron parte de las importaciones para generar una baja de los precios a los cuales compran. Entonces se produce un sobrante en el exportador, que tiene que bajar los precios. China cada tanto aplica una política de este tipo como para regular los precios. Estas últimas semanas estuvo con una acción de este tipo. Es algo oscura porque no es que hay anuncios, sino que todos los exportadores al mismo tiempo empiezan a ver que antes le pedían dos contenedores y ahora le piden uno. Rápidamente empieza a correr el rumor de que cayó la demanda y que claramente hay una especie de direccionamiento de más arriba. Disciplina los precios.