Parte de Guerra VII (Segunda y última entrega)

Nicolás Kasanzew, uno que nunca supo rendirse

Por Franco Ricoveri

Retomamos la charla pendiente de la primera entrega. Es demasiado lo que necesitamos saber, pero una vez más nos excusamos porque esto es un Parte de Guerra, y, por lo tanto, debe ser escueto. Los argentinos somos famosos por nuestra "falta de memoria". A veces por descuido, a veces fomentada, porque como bien repite nuestro entrevistado, el enemigo busca tergiversar, cambiarnos la Historia. Lo triste es que a menudo lo consigue. Pero allí está su combate: preservando para siempre la memoria de nuestros héroes. La batalla de Malvinas sería otra en la historia de no haber estado allí, con su micrófono, con su corazón y su sonrisa, nuestro querido Nicolás Kasanzew.

"Una sociedad que se guíe por la vara alta de los héroes es mucho más refractaria a la manipulación y al saqueo" escribió en "La Malviníada". ¿Está claro? Nicolás nunca pecó de ambiguo: "La sociedad argentina chapotea en el lodo de una resignada mediocridad, porque su horizonte de posibilidades es demasiado estrecho. Y sólo los héroes pueden ayudarla a levantar más alto la vista".

MATERIAL DESTRUIDO

- La gran mayoría de tu material filmado en las islas, material histórico y por tanto invaluable, fue destruido por los "censores" militares, ¿has podido reconstruir esa memoria perdida?

- No, y pienso que no se podrá reconstruir. Según el testimonio de mis compañeros de Canal 7 ATC, entre el 90 y el 95 por ciento de mi material no sólo no fue mostrado, sino que fue destruido. De lo cual me enteré recién cuando volví al continente. Porque desde las islas no teníamos manera de saber que se emitía. Según una investigación hecha por el diario Clarín, faltan 100 horas de grabaciones hechas por mi camarógrafo Alfredo Lamela. Clara muestra de que nuestro material no era funcional a la propaganda triunfalista del gobierno. y de la enorme estulticia de los censores. Cada fotograma tenía un incalculable valor histórico, pero eso no les importó. Sólo se ha salvado al menos una parte de lo que llegó a ponerse al aire durante la guerra. Mi hijo Niki lo recopiló y está en mi canal de YouTube. Es un poco más de tres horas.

- Sin palabras: triste y torpe. Seguimos con nuestra "falta de memoria": está por salir un libro de Sebastián Sánchez sobre los capellanes militares en Malvinas que cubrirá un vacío importante, pero hasta ahora, se los ha nombrado poco. Ustedes paraban en la misma hostería de Puerto Argentino, ¿no? Se me ocurre que no fue casualidad, porque fueron los testigos que gozaban de una mayor libertad. ¿Qué lugar ocupan en la "Malviníada"?

- He tenido el honor de escribir un prólogo al excelente trabajo del profesor Sebastián Sánchez sobre los capellanes de Malvinas, que todavía esperan su reivindicación y reconocimiento. La injusticia que se hizo con ellos va desde el ocultamiento de su labor, a la canallesca mentira del general Balza, quien afirmó en su libro que se fueron de las islas antes del fin de la guerra. Todo lo contrario, estuvieron con las tropas hasta el último momento. Y es más: el capellán de la Fuerza Aérea, el padre Marcelo Pacheco, que podía haber sido evacuado de inmediato con todos los prisioneros, se hizo pasar por oficial para compartir el cautiverio de 500 cuadros que los británicos mantuvieron como rehenes, por espacio de todo un mes, en condiciones deplorables en el frigorífico de Bahía Ajax.

- En el Parte anterior hablábamos de los "traidores" y parece que tenemos que seguir nombrándolos... Una pregunta tabú, de la que nadie, salvo pocos, quieren hablar: a esta altura de la Historia, ¿podemos afirmar con certeza que la guerra fue una "trampa inglesa", una "provocación" en la que caímos?

- No cabe ninguna duda. Hubo una trampa tendida con la ayuda del Pentágono, en la cual cayeron los integrantes de la Junta y después no pudieron dar marcha atrás. Lo único planificado era el 2 de Abril, porque les habían hecho creer que se podía hacer un "toco y me voy", ya que después se iba a negociar. Cuando Galtieri finalmente se da cuenta de que cayó en una celada, le dice a su ministro de Defensa: "¡Saquemos a las tropas de las islas!", - y Frugoli le contesta: "No podemos, la gente nos cuelga en Plaza de Mayo". Porque la gente había plebiscitado la recuperación, en una explosión de patriotismo, que abarcaba a todas las clases sociales y todas las banderías sin excepción. Ultimamente se ha puesto de moda decir que Alfonsín fue el único que se opuso a la recuperación de Malvinas. Lo dicen personajes como Alejandro Borenzstein, Martín Lousteau, Facundo Manes. Mentira. El apoyo de Alfonsín se puede leer en los diarios del 4 de abril y también en el libro del historiador Armando Alonso Piñeyro sobre la guerra de Malvinas. Si no se entiende que los generales y almirantes nunca se propusieron ir a una guerra, no se puede entender lo qué pasó en Malvinas. Los altos mandos nunca se jugaron, nunca se empeñaron a fondo, en realidad sabotearon el esfuerzo bélico argentino, estuvieron siempre a la expectativa de que alguien iba a detener las acciones armadas, parecían tener más miedo de ganar la guerra que de perderla. El honor fue salvado por los cuadros más jóvenes y los soldados conscriptos que le presentaron una dura batalla a Incalaperra, como la llamaba Martín Fierro.

ALGUNOS CONSEJOS

- Bien dijo el mismo Fierro que "el fuego pa" calentar, debe ir siempre por abajo". Y, como has dicho, gracias al buen uso de las redes sociales, con el testimonio de los protagonistas "de las trincheras", se está cambiando la "historia falsificada" que nos vendieron. Creo que allí está el corazón de tu lucha de hoy y, aunque la victoria final parece lejana, ya se ven los frutos. ¡Felicitaciones, en serio.! ¡Y gracias! ¿Te podemos pedir, para concluir, algunos consejos para seguir el combate?

- 1) Cada día, pensar un par de segundos en lo que afrontaron nuestros héroes de Malvinas. Si ellos pudieron lo más, nosotros podemos lo menos. 2) Tratar de organizar eventos malvinizadores en el pueblo de cada uno, por ejemplo, invitando a dar charlas a los veteranos con historias más ricas y que las sepan contar mejor. Asegurarse de que vayan a tener un auditorio lo más numeroso posible. Conseguir que esas charlas sean patrocinadas por el centro de veteranos, la municipalidad, los establecimientos educativos locales, y que sean ampliamente reflejadas en los medios locales. 3) Usar los medios sociales para pulverizar las ideas-fuerzas falaces que siembran. Cada vez que un diario o un portal de internet repita que mandamos chicos a la guerra, que estábamos de antemano condenados a la derrota, que era una loca aventura, que fuimos conducidos por un general borracho, etc, rebatir inmediatamente citando hechos puros y duros. 4) Penetrar los organismos del Estado, y los medios de comunicación masiva, tratando de llegar a ocupar niveles decisorios, para así poder influir en escala mayor. El fin último es conseguir que la difusión de la verdadera historia de la Gesta se convierta en una política de Estado.

EL DESTINO EN JUEGO

Alguna vez Nicolás contó que su tradición familiar de más de 500 años, lo inclinaban a la vocación militar. La Providencia lo llevó por otros campos, donde su sangre aguerrida lo hizo librar batallas aún más duras y comprometedoras aún que las que vivió en 1982. En esto está. Sin dar, ni pedir tregua. Porque sabe que el destino de nuestra tierra está en juego, porque sabe lo que nuestra gente necesita: una bandera para seguir luchando. Y Malvinas es hoy esa bandera, una bandera que nos une. Es la misma que agitó Belgrano, la que cruzó los Andes y liberó naciones. La que no sabe rendirse y luchará hasta el final. ¡Gracias de nuevo, Nicolás Kasanzew por seguir en el frente y no cejar de combatir! Pero, para ser sinceros en ese agradecimiento, ya tenemos que ponernos a pensar en sus "consejos". Y me permito agregar uno final de mi parte: seguir sus testimonios en las Redes Sociales. Y así estaremos seguros al decir: Malvinas, ¡Volveremos!