UNA MIRADA DIFERENTE

Magnicidio exprés a medida

La habilidad para cambiar el eje de la discusión, por casualidad o por causalidad, no debe cambiar la percepción del colapso que sufren la economía, la sociedad y la democracia constitucional.

Si bien la sociedad está sufriendo las consecuencias de un ajuste mal hecho por el gobierno peronista con tolerancia multipartidaria, manteniendo todos los privilegios de los burócratas oligarcas que lograron meterse en el aparato estatal y sus cómplices empresarios, periodísticos, sindicales y piqueteros, la columna no puede sustraerse al impacto (real o actuado) que el ataque contra la vicepresidente ha provocado mundialmente. Por ello tiene sentido postergar por un momento el reclamo por el dolor de los ciudadanos de a pie que sufren el despojo creciente y sostenido y congratularse porque el intento de magnicidio (regicidio, ironizan algunos) haya fracasado, lo que era previsible al haber sido perpetrado por un amateur delirante evidentemente inepto, si no desequilibrado y/o inducido quién sabe por quién, se verá. 

Algo más difícil de comprender es el feriado impuesto entre gallos y medianoche - o a medianoche, simplemente - por el presidente, una exageración más en su sumisión, que parece ignorar a los muertos, lesionados, esclavizados y robados por la violencia drogada permitida por el negacionismo y abolicionismo del gobierno en todos sus estamentos, que tiene sometida y aterrorizada a la población, en un accionar difícil de no considerar deliberado. Tampoco es aceptable que se diga que este feriado obedeció al deseo de que la sociedad meditase y pensase sobre este triste hecho. En realidad, la sociedad no tiene nada sobre qué pensar o meditar en cuanto al hecho en sí, al que es ajena. Más bien debería pensar sobre la necesidad de votar gobernantes decentes y capaces y no orientarse por partidismos ni fanatismos barrabravistas. 

Sainetesco intento

Este repudiable y sainetesco intento asesino, que ha motivado una condena unánime, parece haber servido para intentar nuevamente algo que parecía imposible hasta anteayer: convocar a Casa Rosada a la oposición a un encuentro a alto nivel, para expresar con algún formato de gran acuerdo o pacto nacional la defensa al sistema democrático y el repudio a semejante locura. La oposición deberá desoír este llamado por varias razones. La primera porque es una trampa - en la que ya no puede fingir caer inocentemente - para profundizar y compartir un ajuste desesperado e injusto sobre los sectores productivos y de clase media baja y las consecuencias de una inflación imparable y garantizada a consecuencia de un populismo irresponsable y un manoseo inaceptable sobre el valor del tipo de cambio que transformó de un saque (sic) al país en pobre, ambos a consecuencia del mandato de la felizmente a salvo primera dama, o segunda.

También sirvió -simultánea y contradictoriamente, de gatillo motivador para el 17 de octubre bis montado ayer, feriado facilitador de por medio, que se venía intentando gestar sin éxito hasta hace pocos días, esta vez con la adhesión del progresismo neomarxista de la Iglesia, el “preocupado” Francisco I, la ONU y demás organizaciones socialistas mundiales, lo que no debe confundirse con una defensa de la verdad, ni con una condena a la oposición, sino con el intento de resucitar como líder progresista-comunista de Cristina Fernández, reencarnada en una suerte de Fidel Castro redivivo, como el Che, dentro y fuera de las fronteras nacionales. Nadie sabe tampoco, en base a qué elemento de juicio se está extrapolando que el atacante fue mandado por alguna oscura oposición, o un golpista que quiso eliminar a un adalid democrático. Sin embargo, no se ha llegado a sostener aún que el inepto asesino frustrado jugara al fútbol en la quinta de Macri, omisión que es casi cantado que se subsane en breve.  Este 17 de octubre suena tan falso como el de 1945. La adhesión y difusión de los medios fue conmovedora, y sospechosa. O confirmatoria, más bien. El dato grave es que el peronismo está circulando diversas comunicaciones y denuncias donde acusa a la oposición de fomentar el odio y la intolerancia, lo que no sólo es falso, sino que proyecta sobre sus oponentes su propio accionar, y los conecta gratuitamente y por elevación con el supuesto atentado. Además, abre la puerta al virtual golpe de estado y a la supresión de la vigencia de la Constitución, que con igual excusa se aplicara en Cuba, Venezuela y en otros bolivarianos o similares. Otra trampa. 

La mención justificativa del oficialismo al llamamiento de Alfonsín también es de mala fe, y al mismo tiempo falsa. De ningún modo puede interpretarse el fallido atentado del jueves como un ataque a la democracia de algún sector político, o corporativo, ni siquiera representa un deseo de la sociedad. Por otro lado, se recordará que el entonces presidente radical también inventó un conveniente golpe de estado en el que supuestamente había participado un largo listado de acusados, justamente cuando las encuestas lo desfavorecían en las futuras elecciones. Pasado ese momento, la mención al golpe de estado se desvaneció como el humo, al igual que las acusaciones e investigaciones al respecto, sin sanción ni acción alguna contra los acusados de tan grave complot.  De modo que haría bien el gobierno si dejara de agitar esos símiles y muy mal la oposición en darles validez. Puede traer recuerdos peligrosos para el relato o la historia oficial y puede hacer sentir una vez más que son tomados por idiotas por sus representantes a quienes votaron a los opositores. 

Si el tema consiste en reunirse para expresar la solidaridad a la vicepresidente, tal propósito se puede satisfacer por Zoom, como ocurre con las reuniones legislativas y aún los juicios, y de todos modos la solidaridad y buenos deseos han sido ya ampliamente expresados por todos los medios y las redes.  Y resulta peor aún si en este seudo acuerdo se busca un anticipo de alguna rara coalición para resucitar un modelo fracasado.  

En cambio, la columna propone un acuerdo multipartidario para comprometerse a una investigación judicial exhaustiva del atentado y a aplicar un paquete de medidas y continuarlas hasta sus últimos límites. Como punto de partida, es de esperar que se produzca, si no se ha producido ya, el despido de todos los miembros de la custodia vicepresidencial, que permitió que un desaforado llegara a encañonar con un arma a la funcionaria, observó casi con mansedumbre el ataque, y permitió que la jefa del senado continuara despreocupadamente con el acto, algo que en cualquier protocolo de seguridad del mundo está expresamente vedado. El funcionario target del ataque es obligado, aun contra su voluntad, a retirarse velozmente del lugar de los hechos y obedecer las indicaciones de sus custodios. Esa deficiencia ya justificaría no sólo el despido instantáneo, sino el apresamiento y el aislamiento de la custodia. Ha habido intentos de restarle importancia a estas conductas, pero no responden a conceptos técnicos ni siquiera realistas, sólo de militancia. A diferencia de otros magnicidios o intentos de magnicidio del pasado, el mundo de hoy, lleno de cámaras en vivo y en directo, permite que todos los individuos observen lo que ocurre, lo graben y hagan su composición de lugar. Exégetas abstenerse. 


Dentro de lo que también habrá que investigar, está el grado de exactitud de la información circulada por las redes de que las arañas robots de Google captaron varias horas antes del atentado la carga de esa información en el sitio de un medio. También se deberá precisar la historia y procedencia del arma, así como las relaciones y contactos del frustrado Booth de cabotaje. Una investigación o peritaje de la propia Policía Federal no es para nada confiable. Remember Nisman. 

La seriedad en la mira

 
La seriedad del propio gobierno está en la mira; en un momento en que la comunidad internacional responsable y creíble tiene graves dudas sobre el comportamiento y cumplimiento del país en diversas áreas, por ejemplo en la financiera, en su corrupción alevosa y en la seguridad jurídica, es importantísimo hacer un acuerdo patriótico para aclarar ante la justicia todos los aspectos del ataque. Porque el único peligro que sufre la democracia argentina consiste en las nuevas definiciones que se están intentando del término democracia desde el Estado peronista, que incluyen tanto la idea de la democracia sin controles entre poderes, la eliminación o bastardización del poder judicial, o sea la desaparición del republicanismo, como la democracia directa de la asamblea popular a mano alzada, que desemboca en despropósitos como el proyecto de constitución chilena, que será rechazado por el voto ciudadano, voto que será desoído en nombre de quién sabe qué excusa, y que amenaza con un déjà vu eterno del gobierno trasandino volviendo una y otra vez a proponer una reforma hasta que se apruebe alguna por cansancio o trampa. La jefa del peronismo lo expresó claramente: “a mí me juzgará el pueblo, o la historia”.  Salvo esa deformación dialéctica neomarxista y oportunista, no hay otro peligro en vista para la democracia. Sobre eso deberían meditar ciertos políticos, no el pueblo. Y se puede hacer en día hábil. 

Dentro de ese compromiso multipartidario, debería dejarse claro que se excluirá y repudiará cualquier intento de limitar o prohibir la crítica hacia cualquier gobierno, partido, medio,  persona o entidad, o sea de censura, actitud a la que suelen ser proclives algunos gobiernos de la Patria Grande, en que a veces se usan estos atentados (cuando no se los inventa) para justificar acciones de censura previa, cuando no cambios institucionales que cancelan las garantías elementales que merecen los ciudadanos. Las primeras declaraciones que se escuchan no son auspiciosas en tal sentido. La Constitución Argentina, ya dañada en 1994, está en peligro. Sobre eso se debería acordar. No sobre hacer declaraciones de repudio ni rendir pleitesías. 

Acusación grave

Hay un último punto que no se debería dejar de tener presente. La señora Cristina Fernández está sometida a procesos por corrupción. Ella ha descalificado a la Justicia toda, una actitud que no es aceptable ni válida dentro de la ley argentina. Las acusaciones son lo suficientemente graves, como para que la población demande una defensa seria, un fallo y un acatamiento. No un griterío coventillesco. Sería muy triste y grave que ese proceso no siguiera su curso hasta el final por causales extrañas a la justicia. Ningún ciudadano normal, ningún partido, ninguna fuerza, ningún grupo de personas, ningún círculo, quiere un ataque sobre la vida de la vicepresidente. Sólo quiere que se defienda ante los jueces y que reciba el fallo. En ese orden de cosas, la sociedad tiene derecho a saber si este atentado fue real o fraguado. Y para saberlo se debe apelar a la justicia. No al partido peronista o su militancia. Por lo menos mientras el régimen de gobierno sea el constitucional y no derive en un golpe de estado del movimiento justicialista contra la Constitución o el Poder Judicial, justamente en momentos en que su jefa es procesada y en que su suerte en las elecciones democráticas está echada y su derrota es evidente y aplastante. 
 
El feriado servirá para meditar. Pero no sobre lo que quiere el gobierno o la señora Fernández sino sobre su intento desesperado, pero ya usado por los acólitos del foro de Sao Paulo, para fabricar un golpe de estado que evite las PASO, las elecciones, su derrota y su condena en todo sentido.