A 40 AÑOS DE LA GESTA

Nicolás Kasanzew, uno que nunca supo rendirse (Parte de Guerra VII - Primera Parte)

Por Franco Ricoveri­

­­"Aquí no se rinde nadie, m....s." La frase, fuerte y explícita, está en plural. La dijo antes de ser asesinado el heroico soldado conscripto Hermindo Luna (cuando amenazado por terroristas montoneros allá en Formosa, muere defendiendo nuestra bandera); pero también podría ser un lema de vida de Nicolás Kasanzew. Como es un hombre refinado quizás, sólo quizás, hubiese obviado la palabra final, aunque los enemigos la merezcan.­

Periodista y Veterano de Guerra, algún día los argentinos lo honrarán como se debe: como modelo en su profesión y como un luchador invencible. No solamente fue un testigo (incómodo para muchos) de aquellos tiempos heroicos, sino que sigue combatiendo hoy más que nunca. El amor y el dolor suelen ir juntos en esta vida, de modo que su inquebrantable coherencia le costó siempre muy caro: marginaciones, desprecios, verdaderas persecuciones... en fin, más de lo mismo. Decir la verdad de la guerra fue su compromiso. Lo cumplió y sigue haciéndolo. Hoy, su canal de YouTube es un sitio de recalada imprescindible para quienes quieren saber qué pasó en Malvinas y lo que sigue pasando. Cientos de miles de visitantes lo atestiguan. Allí está él, como ayer, "como voz que clama en el desierto" -según propias palabras-, para mostrarnos la verdadera historia, no la falsificada; allí tienen voz los testigos que desde siempre el poder han tratado de acallar. ¡Y qué decir de sus escritos! Desde la imprescindible `Malvinas a sangre y fuego', hasta su última creación, `La Malviníada', todas ellas merecerían un lugar de privilegio en la enseñanza de la Gesta en las escuelas y en el corazón de todos los argentinos. Sus lectores saben que siempre van a encontrarse no sólo con un testigo privilegiado, sino también con una mente profunda y culta que sabe analizar y decir "lo que hay que decir", cueste lo que cueste. Y si no estuviésemos en este Parte obligados a ser breves, le preguntaríamos otras muchas cosas, como su amistad con el prócer ruso Aleksandr Solzhenitsyn, su vida como exiliado en Estados Unidos, su opinión sobre el duro presente en la Rusia de sus ancestros. Pero no, nuestro tema es Malvinas. Y con la misma vergüenza que le daría a un aficionado jugar al fútbol con Messi, nos animamos a interrogarlo.­

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CARA VISIBLE DE LA GUERRA­

Pasaron 40 años desde que Nicolás se convirtió para la historia en una de las caras más visibles de Malvinas, en uno de sus emblemas. Desde entonces se ha mentido tanto, con mentiras han generado sufrimientos enormes (la mentira es muerte)... Y, paralelamente, los argentinos nos hemos degradado tanto, que surge la gran cuestión: ¿valió la pena? Una pregunta que taladra el pensamiento de todos los Veteranos desde que volvieron. De a poco la respuesta se fue gestando en la razón, aunque en el corazón siempre haya sido clara.­

- A cuarenta años de la Gesta, ¿creés que valieron la pena tantos sacrificios allá en las islas? ¿Tantas lágrimas al volver? Y más aún, considerando nuestra terrible realidad de hoy, ¿vale la pena seguir luchando?­

- Por supuesto. Como decía San Martín, vale más una derrota peleada, que una victoria casual. La historia del mundo está repleta de derrotas gloriosas como la de las Termópilas y victorias oprobiosas, como la de la URSS en la Segunda Guerra Mundial, tras la cual fue esclavizada por el comunismo Europa Oriental y su Ejército Rojo violó en Alemania a dos millones de mujeres de entre 8 y 80 años. Las derrotas gloriosas generan arquetipos de heroísmo para los pueblos que las padecen. Y los hechos heroicos son una levadura que actúa interminablemente, atravesando tiempo y espacio, haciendo de tónico moral para ese pueblo. Claro, si esos hechos son divulgados y no ocultados, como pasó estos 40 años en la Argentina después de Malvinas. Esos valores de la Gesta de Malvinas son la palanca de Arquímedes que puede dar vuelta la decadencia de la Argentina. Son las armas en la lucha que nos puede llevar a restaurar a nuestro país. Dejar de luchar es dejarse morir.­

- Termópilas es un símbolo del "buen combate" que a menudo incluye la derrota, como también la traición, la cobardía, la mezquindad. En aquel caso, casi habría que agradecerle al traidor Efialtes, que guió al enemigo, porque su mezquindad engrandece aún más la gloria de los vencidos. En Malvinas y, desde Malvinas, son muchos los que habitan esa categoría; probablemente has sido el único que habló con sinceridad de este tema desde un principio (sobre ello recomendamos al lector leer lo dicho en `Malvinas a sangre y fuego'), pero ahora nos interesa más la "naturaleza" de estas personas en función del combate de hoy. ¿Cómo distinguirlos? ¿Cómo clasificarlos? ¿Qué actitud debemos tener frente a ellos?­

- Es casi imposible identificarlos con precisión, porque hay una línea muy delgada que separa al cobarde del traidor. Son excepcionales los casos como el del soldado Aparicio que cuenta casi con orgullo como guió a los soldados británicos hasta las posiciones argentinas. Según el almirante Anaya, en las desgrabaciones del Servicio de Inteligencia Naval aparecen claramente quienes conspiraron en pro de la derrota argentina, pero la familia ha optado por no publicar esos documentos todavía. Los generales que no prepararon una defensa efectiva, porque supuestamente estaban esperando un arreglo pacífico, que nunca se jugaron, que nunca visitaron la primera línea, que nunca dieron una orden de ataque, ni contraataque, ¿eran cobardes o traidores? Los almirantes que no empeñaron la flota de mar en la guerra, ¿eran simplemente pusilánimes? O como sostiene alguna teoría conspirativa, ¿jugaron así por los vínculos masónicos que tenían con el almirantazgo de la Pérfida Albión? Los comandantes del buque Córdoba, que estaba cargado con cañones y todo tipo de pertrechos para la defensa de las islas, y se negaron a salir de Puerto Deseado, ¿eran cobardes o traidores? ¿O ambas cosas? Algunos sostienen que el castigo para estos hombres debe ser el desprecio tácito, es decir el silencio. Otros, que deben ser estigmatizados para dar una lección a quienes puedan querer imitarlos en el futuro. Por razones de caridad cristiana, me inclino por la primera opción.­

- Y la caridad no excluye nuestra obligación de saber y recordar que cobardes y traidores existieron y existen. Nicolás, una cara terrible de la traición fue la "desmalvinización". Terrible porque fue responsable de más muertos que el mismo combate. Hoy, cuarenta años después, empieza a ser derrotada y Uds. los Veteranos de Guerra, tienen el puesto de honor merecido. Pero hubo tiempos durísimos para todos los malvineros. ¿Cómo podrías sintetizar el combate de estas últimas décadas?­

- Había tanta mala onda con los protagonistas de la guerra de Malvinas, que durante 20 años o más los combatientes simplemente callaron sobre lo que habían vivido en las islas. Y había algo más urgente: sobrevivir. El Estado los había abandonado a su suerte, sin contención psicológica, médica, laboral, sin nada. Eran parias. Cuando las incipientes organizaciones de combatientes le pidieron ayuda al presidente Alfonsín, recibieron una respuesta totalmente deshumanizada: "Pídanle ayuda a quienes los mandaron a la guerra". Yo hice mi primer documental sobre Malvinas en febrero de 1984, para una empresa que recién asomaba: Cablevisión. Hice dos documentales más en 1988. Pero había un total desinterés por el tema y lo poco que se decía estaba tergiversado. Los héroes de Malvinas, en las pocas veces que la TV se ocupaba de ellos, la pasaban mal: eran ninguneados y despreciados. Me acuerdo particularmente de dos casos indignantes: los protagonizados por Juan Carlos Pérez Loiseau y Fanny Mandelbaum. En la prensa escrita, peor. Te entrevistaban, pero después publicaban cualquier cosa, tratando de hacerte quedar mal. La situación comenzó a cambiar un poco cuando los veteranos fueron saliendo de su mutismo, pero el salto más grande fue con la aparición de los medios sociales. Se acabó el monopolio de las grandes empresas periodísticas, estatales y privadas, sobre la información. Ahora los veteranos podían llegar con sus historias a miles y miles de personas, sin pasar por ningún filtro. Y esto coincidió con que las nuevas generaciones ya no estaban tan comprometidas con las peleas ideológicas del pasado y había más posibilidades de que se acercaran al tema sin prejuicios. Igualmente, la desmalvinización dista mucho de haber sido derrotada. No hay día en que no escuchemos a algún periodista, un político, un intelectual o simplemente a un vecino decir: "Mandamos chicos armados con gomeras por culpa de un general borracho". La imbecilidad es harto difícil de desterrar de nuestra sociedad.­

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EL MUNDO MALVINAS­

Es cierto: el "mundo Malvinas" en las redes sociales es en verdad impresionante. ¡Solamente su canal de YouTube hoy supera largamente 20 millones de visualizaciones! Y desde ya que Nicolás no es el único que eligió estas trincheras, porque Malvinas enciende los corazones de todos los argentinos de bien. También es cierto que, salvo excepciones (y aquí nuestro agradecimiento especial a La Prensa), los grandes medios siguen siendo entre indiferentes y a menudo hasta hostiles, pero no nos extraña, allá ellos.­

Está claro que en el común de la gente los Veteranos despiertan más que nunca admiración y respeto.­

Queda claro que Nicolás Kasanzew es de los que no claudican ni callan, es un hombre fiel y por tanto un hombre que se indigna frente a la injusticia. Pero siempre prima lo primero: la admiración por aquellos que bien merecen el título de "Héroes" y que nos permiten soñar un futuro mejor para nuestra Patria. Prometemos una segunda parte de este reportaje, porque nos interesa saber cómo cree que seguirá el combate. Mientras haya gente como él, podremos estar seguros de que no nos rendimos ni lo vamos a hacer. Cuando un Veterano dice: "!Malvinas, Volveremos!", nos están diciendo que existe una Argentina que no se rinde.­