Esperanza aprendida

Siempre creí que una vida de calidad, placer y sabiduría era 
mi derecho humano de nacimiento y se me otorgaría 
automáticamente a medida que pasara el tiempo. 
Nunca sospeché que tendría que aprender a vivir, 
que había disciplinas específicas y formas de 
ver el mundo que tenía que dominar antes de 
poder despertar a una vida sencilla,
feliz y sin complicaciones.
Millman, D. "El camino del Guerrero pacífico"


Hablábamos en la nota anterior, "Desesperanza aprendida", sobre la respuesta al estímulo aversivo repetido, es decir aquel que afecta negativamente, un castigo crónico en definitiva, que inducía una respuesta que fue denominada en virtud de las experiencias primarias de Seligmnan como indefensión aprendida. Comentamos cómo por diversas circunstancias se usó en algunos casos la palabra desesperanza en lugar de indefensión y que ambas nos referían a pensar en las implicancias en el humor, el estado de ánimo en lo social en sociedades sometidas a crisis, de tal frecuencia e impredecibilidad, que parecen inevitables y generan un estado de parálisis y agotamiento semejante al encontrado en los animales de las experiencias. Al mismo tiempo mencionábamos que el objetivo de la experiencia no era cómo se podía inducir un estado dentro de las conocidas respuestas al estrés, lucha, huida, o parálisis (las llamadas tres "F" por su término en inglés fight, flight or freeze), sino encontrar las opciones posibles para lograr salir de esto que se observaba, es decir la parálisis, la ausencia de respuesta o estrategia. 
Es interesante notar que, en la tradición de otros experimentos conductistas y comportamentales, si bien se hicieron famosos por la inducción de un aprendizaje sobre algo que resultaba ser traumático, en teoría el objeto era demostrar cómo se podía generar la respuesta opuesta es decir desaprender ese aprendizaje negativo. Obviamente esto eran los tiempos de primacía de las teorías de condicionamiento y aprendizaje, siendo las más conocidas, el condicionamiento clásico, famoso por Pavlov y sus perros, el condicionamiento operante o instrumental y la teoría del aprendizaje social. 
A los fines anecdóticos es interesante notar que, en un signo de humor, el director la escuela de la serie "Los Simpson" lleva el nombre de un exponente central en estas dos últimas, Skinner. Un experimento en esta línea, el de 1920 de Watson sobre un bebe en el cual se induce una fobia sometiéndolo a un estímulo sonoro doloroso, nos puede situar en el contexto histórico y los parámetros éticos y morales de esos tiempos. Esa experiencia sería obviamente años después fuertemente criticada, pero su autor decía buscar desacondicionar una fobia, es decir buscar una solución y no crear una patología.
Todas estas experiencias primarias, como tales, salieron del área académica pero no dejaron de existir en otras áreas como la publicidad o la propaganda y de todas maneras no desapareció lo que ellas intentaron o lograron demostrar.
La evolución del conocimiento en neurobiología, en particular el ligado a estudios sobre el comportamiento, la emoción, la cognición, etc. permitió ver estas experiencias desde otra perspectiva, siendo esta última por el momento la más certera. En épocas de la primacía del condicionamiento y aprendizaje, la idea central era que se "aprendía" la parálisis (indefensión aprendida). Sin embargo, luego fue visto que, por excitación de ciertos circuitos serotoninérgicos o ausencia de actividad en otros, lo que ocurría era, por el contrario, que en lugar de aprender que no se tenía control, con la evidencia de la falta de éste, se producía una falla en el indispensable aprendizaje de la autosuficiencia o el autocontrol sobre el mundo externo. En realidad, se vio con los aportes de la neurobiología, que el estado por "default" es asumir que no hay control y por el contrario el aprendizaje efectivo permite superar los inconvenientes, lo cual nos da una parte de control del medio y por ende de autonomía. Es decir, el castigo repetido no induce un aprendizaje sino por el contrario impide el necesario para la supervivencia.
Esto lleva a toda una nueva mirada en la cual, llevado al individuo o inclusive a lo social, el conflicto no es la inducción de la indefensión sino la falla en un aprendizaje eficiente, un aprendizaje deficiente, erróneo, o ausente de las herramientas cognitivas, comportamentales, etc., necesarias para la vida. 
Y así, un alto en este camino para reflexionar sobre la importancia cardinal de la educación, del aprendizaje, de la adquisición mediante ellos de aquello que nos permitirá ser al menos medianamente autónomos y no autómatas con control externo. Quizás sea así evidente el por qué la educación está en crisis, el lenguaje deba ser modificado hasta perder la capacidad de usarlo, como en el famoso "Newspeak" orwelliano, por qué la idea del pensamiento único, del control del pensamiento, de la "verificación" del mismo, todo esto, haya salido de la distopía literaria para pasar a ser nuestra vida cotidiana.
Eric Arthur Blair (más conocido como George Orwell) ya nos recordó hace décadas que la guerra que se veía en las pantallas en realidad estaba en nuestras mentes, y que los libros eran delitos excepto los nuevos diccionarios.  También recordó para la posteridad, como tantos otros previos y posteriores, que en la capacitación, en el pensamiento, en el aprendizaje, reside la libertad de salir de la jaula.